En los Evangelios, los discípulos de Jesús nos presentan extractos de su vida, por ejemplo, las palabras de Jesús, sus milagros, su muerte y resurrección, etc. Además, la Biblia nos muestra que generalmente las enseñanzas de Jesús se basaban en parábolas para explicar las realidades del reino de los cielos. La primera parábola que Jesús relató a quienes lo seguían fue la parábola del sembrador, que podemos encontrar en el Evangelio de Mateo. Descubramos este pasaje bíblico que presenta de manera sencilla las diferentes actitudes que se pueden tener con respecto a la Palabra de Dios.
“1 Aquel día, Jesús salió de la casa y se sentó a orillas del mar.
2 Una gran multitud se reunió junto a él, de manera que debió subir a una barca y sentarse en ella, mientras la multitud permanecía en la costa.
3 Entonces él les habló extensamente por medio de parábolas. Les decía: «El sembrador salió a sembrar.
4 Al esparcir las semillas, algunas cayeron al borde del camino y los pájaros las comieron.
5 Otras cayeron en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra, y brotaron en seguida, porque la tierra era poco profunda;
6 pero cuando salió el sol, se quemaron y, por falta de raíz, se secaron.
7 Otras cayeron entre espinas, y estas, al crecer, las ahogaron.
8 Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto: unas cien, otras sesenta, otras treinta.
9 ¡El que tenga oídos, que oiga!»” (Mateo 13: 1-9).
“18 Escuchen, entonces, lo que significa la parábola del sembrador.
19 Cuando alguien oye la Palabra del Reino y no la comprende, viene el Maligno y arrebata lo que había sido sembrado en su corazón: este es el que recibió la semilla al borde del camino.
20 El que la recibe en terreno pedregoso es el hombre que, al escuchar la Palabra, la acepta en seguida con alegría,
21 pero no la deja echar raíces, porque es inconstante: en cuanto sobreviene una tribulación o una persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumbe.
22 El que recibe la semilla entre espinas es el hombre que escucha la Palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas la ahogan, y no puede dar fruto.
23 Y el que la recibe en tierra fértil es el hombre que escucha la Palabra y la comprende. Este produce fruto, ya sea cien, ya sesenta, ya treinta por uno»” (Mateo 13: 18-23).
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