Los Evangelios relatan las palabras de Jesús, sus milagros, su muerte y resurrección. Recordemos que cuando Jesús enseñaba, a menudo lo hacía a través de parábolas. De hecho, el evangelio de Mateo nos presenta diversas parábolas, entre las cuales encontramos la parábola de los talentos, similar a la parábola de las diez minas que se narra en el evangelio de Lucas. Te invitamos a descubrir el relato del amo que entregó diferentes cantidades de talentos a sus tres siervos, y a analizar detenidamente este texto para aprender algunas lecciones muy valiosas que Dios quiere mostrarnos.
“14 El reino de los Cielos es también como un hombre que, al salir de viaje, llamó a sus servidores y les confió sus bienes.
15 A uno le dio cinco talentos, a otro dos, y uno solo a un tercero, a cada uno según su capacidad; y después partió. En seguida,
16 el que había recibido cinco talentos, fue a negociar con ellos y ganó otros cinco.
17 De la misma manera, el que recibió dos, ganó otros dos,
18 pero el que recibió uno solo, hizo un pozo y enterró el dinero de su señor.
19 Después de un largo tiempo, llegó el señor y arregló las cuentas con sus servidores.
20 El que había recibido los cinco talentos se adelantó y le presentó otros cinco. "Señor, le dijo, me has confiado cinco talentos: aquí están los otros cinco que he ganado".
21 "Está bien, servidor bueno y fiel, le dijo su señor, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor".
22 Llegó luego el que había recibido dos talentos y le dijo: "Señor, me has confiado dos talentos: aquí están los otros dos que he ganado".
23 "Está bien, servidor bueno y fiel, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor".
24 Llegó luego el que había recibido un solo talento. "Señor, le dijo, sé que eres un hombre exigente: cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has esparcido.
25 Por eso tuve miedo y fui a enterrar tu talento: ¡aquí tienes lo tuyo!".
26 Pero el señor le respondió: "Servidor malo y perezoso, si sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido,
27 tendrías que haber colocado el dinero en el banco, y así, a mi regreso, lo hubiera recuperado con intereses.
28 Quítenle el talento para dárselo al que tiene diez,
29 porque a quien tiene, se le dará y tendrá de más, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene.
30 Echen afuera, a las tinieblas, a este servidor inútil; allí habrá llanto y rechinar de dientes".
Al leer este pasaje bíblico nos damos cuenta que cuando el Señor repartió los talentos a sus siervos, se fijó en la capacidad de cada uno. Esto nos permite entender que los talentos que Dios nos da corresponden a la capacidad que tenemos de ejecutarlos. Para ilustrarlo, podemos pensar en un jefe que asigna un trabajo determinado (talento) a su empleado porque sabe que tiene las competencias para hacerlo: un título, la aptitud (capacidad) para desempeñar su función y la posibilidad de aportar beneficios a la empresa con su trabajo. Por lo tanto, de este texto podemos resaltar un aspecto interesante y positivo: cada uno de nosotros desempeña un papel importante o tiene una función específica que le ha sido asignada, sabiendo que siempre se puede ser mejor, y que mientras más estemos dispuestos a dar, más recibiremos la capacidad de hacerlo.
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Tengamos en cuenta que de estos tres siervos que menciona la biblia, sólo dos agradaron el corazón de su amo porque trabajaron para hacer fructificar el dinero que se les había confiado. Esto nos permite entender que Dios espera que multipliquemos todo lo que pone a nuestra disposición. De hecho, cuando Dios creó al hombre, “los bendijo, diciéndoles: «Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todos los vivientes que se mueven sobre la tierra».” (Génesis 1:28). Quizá te estás preguntando, ¿por qué este tercer siervo no estuvo a la altura de las expectativas de su amo? Si analizamos bien el texto bíblico, el actuar del servidor nos deja ver que tenía una mala imagen de su amo, ya que no confíaba en él, sino que le tenía miedo. Nótese que el miedo lo llevó incluso a enterrar su talento para no perderlo o estropearlo. De este modo, si queremos ser servidores buenos y fieles será necesario conocer mejor la bondad y la fidelidad de nuestro Señor Jesús. Tengamos en cuenta que la confianza que genera el entender la fidelidad de Dios nos dará el valor para ir y usar nuestros talentos, de modo que podamos deleitar el corazón del maestro.
El Señor nos creó -a cada uno de nosotros- para dar fruto. Sin embargo, muy a menudo estamos más interesados en triunfar según los criterios o modelos predeterminados de la sociedad, que en buscar nuestra verdadera vocación o nuestro talento personal. Para ayudarte a comprender mejor cuál es el plan de Dios para ti, Hozana te invita a profundizar en la oración y descubrir estas comunidades de oración en línea. Por ejemplo, puedes:
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