El Nuevo Testamento comienza con el relato de los Evangelios; el propósito de estos cuatro libros bíblicos es anunciar una buena noticia a sus lectores: ¡que Jesús es el Salvador del mundo, el Mesías tan esperado!
Tengamos en cuenta que, en los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, encontramos la vida de Jesús, desde su nacimiento hasta su muerte en la cruz y posterior resurrección. De hecho, estos tres evangelios son llamados sinópticos, pues presentan a Jesús de Nazaret de forma similar, aunque cada uno conserva su propia especificidad. Te invitamos a descubrir a continuación, el ángulo que el evangelista Lucas utiliza para presentar los milagros y las palabras de Jesús.
A diferencia de los evangelios de Mateo y Marcos, que sólo presentan el nacimiento de Jesús, el evangelio de Lucas también presenta el nacimiento de Juan el Bautista, hijo de Zacarías e Isabel. Además, Lucas nos muestra el episodio de Jesús en el templo, a la edad de 12 años, cuando permaneció rodeado de los doctores de la Ley durante tres días.
Después de que Juan lo bautizara a orillas del Jordán, Jesús comenzó a proclamar el Reino de Dios por toda Galilea, enseñando a las multitudes, sanando a los enfermos y liberando a los endemoniados, lo cual permitió que su fama creciera cada vez más, no solo en su ciudad, sino también en sus alrededores.
“Después de esto, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir” (Lucas 10:1). La Palabra dice que Jesús y sus discípulos iban a las ciudades y pueblos de los alrededores para enseñar y curar a quienes lo necesitaban.
El Evangelio de Lucas también presenta la llegada triunfal de Jesús a Jerusalén y su ministerio de enseñanza, sanación y milagros.
A partir del capítulo 23, el evangelista nos narra las circunstancias que precedieron y siguieron la muerte de Jesús: la oración en el huerto de Getsemaní, su arresto, su crucifixión y su posterior resurrección. Además, el Evangelio de Lucas nos presenta la audiencia de Jesús ante Herodes; luego, el libro termina con la instrucción del Señor Jesús de esperar la promesa de Dios, es decir, el Espíritu Santo.
Lucas es el autor del evangelio que lleva su nombre y también del libro de los Hechos. La historia nos dice que era de origen griego, médico de profesión, discípulo y gran amigo de Pablo.
Lucas es llamado el evangelista de la misericordia. En ese orden de ideas, nos presenta a Jesús como "el Hijo del Hombre" y destaca la ternura y la compasión de Cristo al narrar su vida. Este aspecto lo podemos ver en sus propios relatos, por ejemplo, en la parábola del hijo pródigo o la del ladrón crucificado al lado de Jesús, que recibió perdón justo antes de morir. Además, el evangelista también destaca la importancia que Jesús da a la oración y al Espíritu Santo.
Como al principio de cada libro, Lucas se dirige a Teófilo. Teófilo puede hacer referencia a uno de sus amigos, o simplemente considerarse como un símbolo para hablar a todos los cristianos, puesto que el nombre Teófilo significa "amado de Dios". Se dice que este evangelio fue escrito después de los años 70, y que inicialmente se dirigía a los cristianos gentiles, de Asia Menor o Grecia. Si bien es cierto que había algunas divisiones entre los cristianos de origen judío y gentil, Lucas retoma y rectifica esta noción, mostrándonos a Jesús como el Salvador del mundo, tanto para los judíos como para los griegos.
“Les he dado poder de caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos” (Lucas 10:19).
“Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan” (Lucas 11:13).
“Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente, corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó. El joven le dijo: "Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo". Pero el padre dijo a sus servidores: "Traigan enseguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado". Y comenzó la fiesta” (Lucas 15:20-24).
La acción de gracias: la clave para agradar a Dios
“Uno de ellos, al comprobar que estaba curado, volvió atrás alabando a Dios en voz alta y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole gracias. Era un samaritano. Jesús le dijo entonces: «¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?». Y agregó: «Levántate y vete, tu fe te ha salvado” (Lucas 17:15-19).
“Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, aunque los haga esperar? Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?” (Lucas 18:7-8)
(Te invitamos a descubrir otros versículos comentados del Evangelio de Lucas, por ejemplo, Lucas 10:18).
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