Los Evangelios nos hablan de Judas Iscariote, como uno de los discípulos de Jesús que cometió una infame traición a su maestro. Tengamos presente que, el nombre Iscariote significa 'hombre de Keriot' , una ciudad en el sur de Judea, y se cita siempre en último lugar al contar los apóstoles de Jesús, seguido del acto de traición del que fue culpable (Mc 3, 19). ¿Alguna vez te has preguntado por qué Judas traicionó a Jesús? ¡Te invitamos a descubrir la historia de este apóstol en el Nuevo Testamento!
“Así instituyó a los Doce: Simón, al que puso el sobrenombre de Pedro; Santiago, hijo de Zebedeo, y Juan, hermano de Santiago, a los que dio el nombre de Boanerges, es decir, hijos del trueno; luego, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Tadeo, Simón, el Cananeo y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó.” (Mrc. 3, 16-19).
“¡Levántense! ¡Vamos! Ya se acerca el que me va a entregar». Jesús estaba hablando todavía, cuando se presentó Judas, uno de los Doce, acompañado de un grupo con espadas y palos, enviado por los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos. El traidor les había dado esta señal: «Es aquel a quien voy a besar. Deténganlo y llévenlo bien custodiado». Apenas llegó, se le acercó y le dijo: «Maestro», y lo besó. Los otros se abalanzaron sobre él y lo arrestaron.” (Mrc. 14, 42-46).
“Luego Judas se presentó ante los sacerdotes diciendo: «He pecado, entregando sangre inocente». Ellos respondieron: «¿Qué nos importa? Es asunto tuyo». Entonces él, arrojando las monedas en el Templo, salió y se ahorcó”. (Mt. 27, 4-5).
Cuando leemos los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, solo vemos que Judas cometió una falta cuando traicionó a Jesús. Sin embargo, el Evangelio de Juan nos revela que Judas también era ladrón. De hecho, cuando María Magdalena derramó el precioso incienso sobre los pies de Jesús, la Biblia dice que “Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dijo: «¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?»”, y lo dijo, no porque se interesaba por los pobres, sino porque era ladrón, y al ser el encargado de la bolsa común, robaba todo lo que se ponía en ella (Jn 2, 4-6). De este modo, podemos ver que el corazón de Judas era bastante perverso, por eso el Señor Jesús nos dice “Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal. Y todo aquel que lo insulta, merece ser castigado por el Sanedrín. Y el que lo maldice, merece la Gehena de fuego” (Mt. 5,22). Tengamos presente que todo comienza en el corazón, así que vigilemos nuestros pensamientos para que no nos lleven a cometer malas acciones.
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