“Yo soy el pan de Vida” (Juan 6:48) Estas fueron las palabras que Jesús dirigió a la multitud que lo buscaba un día después de suceder el milagro de la multiplicación de los panes. Cabe destacar que poco después de este discurso de Jesús, muchos de sus discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo. Por otro lado, Pedro, uno de sus discípulos, aunque no lo entendía, respondió con firmeza diciendo: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna” (Mateo 6:68). A decir verdad, hoy podemos entender mejor las palabras de Jesús a través de las enseñanzas y revelaciones dadas por el Espíritu Santo y sus apóstoles. Te invitamos a descubrir lo que significa ser el "pan de vida" a través de la Palabra de Dios.
La primera vez que se menciona la palabra "pan" en la Biblia es en el pasaje del libro del Génesis: “Ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la tierra, de donde fuiste sacado. ¡Porque eres polvo y al polvo volverás!” (Génesis 3:19). A decir verdad, la desobediencia del hombre trajo como consecuencia su propia condena, pues en adelante tendría que hacer grandes esfuerzos para ganarse el pany para alimentarse.
Con estas palabras Jesús anunció una nueva era: “Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello” (Juan 6:27). A diferencia del pan que conocemos, el pan de la vida dura para siempre y sacia por la eternidad. El pan de vida no es un alimento natural sino espiritual, como el maná, y Jesús nos revela que Él es el pan de vida que da vida por siempre y para siempre.
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“Jesús respondió: «Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del cielo; mi Padre les da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo». Ellos le dijeron: «Señor, danos siempre de ese pan». Jesús les respondió: «Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed. (Juan 6:32-35)
“Les aseguro que el que cree, tiene Vida eterna. Yo soy el pan de Vida. Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron. Pero este es el pan que desciende del cielo, para que aquel que lo coma no muera. Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo».(Juan 6:47-51)
“Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados” (Mateo 5, 6) ¿Tenemos hambre de Jesús? Para tener hambre de Jesús, debemos haber probado su bondad, su alegría y su justicia al menos una vez. Cuando hemos tenido una experiencia así, nada más podrá satisfacernos, sin embargo, esto no siempre es tarea fácil: si hemos olvidado lo bueno que es Jesús, podemos recordarlo leyendo la Palabra de Dios y observando nuestras propias vidas, de este modo podremos reavivar el hambre de Jesús en nosotros y pedirle el verdadero alimento espiritual que viene del cielo.