“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios” (Juan 1:1). A diferencia de los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, que presentan el nacimiento de Jesús, y luego su vida y ministerio, el Evangelio de Juan presenta a Jesús como la Palabra de Dios que existía desde el principio de todo. Quizá te has preguntado ¿cómo podemos entender esta palabra? Te invitamos a descubrirlo y comprender qué es el logos y cómo se describe en el prólogo del evangelio de Juan.
Logos es una palabra griega utilizada en el Nuevo Testamento que significa "palabra, verbo". De hecho, en el evangelio de Juan, Jesús se muestra a nosotros como el Logos, es decir, como la Palabra misma de Dios. De este modo, se puede afirmar que Jesús, el Logos, estaba presente desde el principio de todo. A propósito, este pasaje también se traduce así: “Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.” (Juan 1:1 Versión El libro del Pueblo de Dios).
Este logos que estaba con Dios vino a morar en la tierra. Por cierto, el apóstol Juan testifica que Jesús no solo es Dios, sino también la encarnación misma del Verbo de Dios. De hecho, Jesús mismo dijo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí” (Juan 14:6). Si profundizabos bien sobre quién es Jesús a través del Nuevo Testamento, especialmente por medio de los Evangelios, podremos recibir la revelación de la Palabra de Dios y llegar a conocerlo mejor.
1 Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.
2 Al principio estaba junto a Dios.
3 Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe.
4 En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
5 La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron.
6 Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.
7 Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
8 El no era luz, sino el testigo de la luz.
9 La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre.
10 Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció.
11 Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron.
12 Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios.
13 Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios.
14 Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad” (Juan 1: 1-14).