Los cuatro Evangelios nos presentan la vida de Jesús y nos permiten conocer sus vivencias mientras estuvo en esta tierra: el Hijo de Dios pasó su vida sanando enfermos, liberando a los cautivos de los espíritus inmundos, enseñando y perdonando los pecados de la gente, etc. Pero, ¿cómo empezó todo? La Biblia nos cuenta que Jesús fue al río Jordán para ser bautizado por Juan el Bautista a la edad de 30 años. En ese entonces era conocido por ser un carpintero nazareno, hijo de José. No obstante, después de su bautismo, su vida cambió completamente. Descubramos este importante episodio de la vida del Hijo de Dios en la tierra.
“11 Yo los bautizo con agua para que se conviertan; pero aquel que viene detrás de mí es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de quitarle las sandalias. El los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego.
12 Tiene en su mano la horquilla y limpiará su era: recogerá su trigo en el granero y quemará la paja en un fuego inextinguible.
13 Entonces Jesús fue desde Galilea hasta el Jordán y se presentó a Juan para ser bautizado por él.
14 Juan se resistía, diciéndole: «Soy yo el que tiene necesidad de ser bautizado por ti, ¡y eres tú el que viene a mi encuentro!».
15 Pero Jesús le respondió: «Ahora déjame hacer esto, porque conviene que así cumplamos todo lo que es justo». Y Juan se lo permitió.
16 Apenas fue bautizado, Jesús salió del agua. En ese momento se abrieron los cielos, y vio al Espíritu de Dios descender como una paloma y dirigirse hacia él.
17 Y se oyó una voz del cielo que decía: «Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección»”. Mateo 3:11-17
Jesús dio testimonio de Juan el Bautista diciendo: “les aseguro que no ha nacido ningún hombre más grande que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es más grande que él”. (Mateo 11:11). Jesús también habló diciendo: “Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes”. (Mateo 20:26). La Biblia también testifica que Juan sirvió al prójimo a lo largo de su vida, preparando el camino para el Señor, y guiando a las personas al arrepentimiento. Esto nos recuerda que el corazón de siervo es aquel que agrada a Dios y nos da la verdadera grandeza.
Al salir del agua, el Padre dio testimonio de quién es Jesús para él, y esto sucedió incluso antes de que Jesús realizara el primer milagro ante los ojos de los hombres. De hecho, su amor era tan grande que declaró con voz fuerte y clara: “Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección”. A decir verdad, a través de estas hermosas palabras, el padre nos revela un mensaje poderoso: Dios nos ama y declara públicamente su amor, mucho antes de detenerse a mirar nuestras acciones. Por eso, te invitamos a escuchar hoy nuevamente el mensaje de amor de nuestro Padre del cielo. Ten en cuenta que la Biblia es la carta de amor que Dios Padre dirige personalmente a cada uno de nosotros.
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