La oración cristiana es el tema de la cuarta parte del Catecismo de la Iglesia Católica, que comprende los números 2558 al 2865 y consta de dos grandes apartados: La oración en la vida cristiana y la oración del Señor "¡El padre nuestro!", a través de las siete peticiones.
Hozana te invita a dar un paso más para descubrir la oración cristiana, a partir del Catecismo de la Iglesia Católica. Al final de esta lectura, te invitamos a descubrir otras preguntas y respuestas sobre la vida cristiana.
El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que la oración es:
El centro de la oración cristiana es Cristo, como lo dice el artículo número 435: «“El Nombre de Jesús está en el corazón de la plegaria cristiana. Todas las oraciones litúrgicas se acaban con la fórmula Per Dominum nostrum Jesum Christum... ("Por nuestro Señor Jesucristo..."). El "Avemaría" culmina en "y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús". La oración del corazón, en uso en Oriente, llamada "oración a Jesús" dice: "Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí pecador".» (nº 435).
Además, el número 451 añade que: «“La oración cristiana está marcada por el título "Señor", ya sea en la invitación a la oración "el Señor esté con vosotros", o en su conclusión "por Jesucristo nuestro Señor" o incluso en la exclamación llena de confianza y de esperanza: Maran atha ("¡el Señor viene!") o Marana tha ("¡Ven, Señor!") "¡Amén! ¡ven, Señor Jesús!".» (n° 451).
Existen varias oraciones de gran valor para los cristianos, por ejemplo:
Orar es una forma sencilla de acudir al llamado de Dios. Como lo señalan los números 2567 y 2591:
“Dios es quien primero llama al hombre. Olvide el hombre a su Creador o se esconda lejos de su faz, corra detrás de sus ídolos o acuse a la divinidad de haberlo abandonado, el Dios vivo y verdadero llama incansablemente a cada persona al encuentro misterioso de la oración”. (n° 2567)
“Dios llama incansablemente a cada persona al encuentro misterioso con Él. La oración acompaña a toda la historia de la salvación como una llamada recíproca entre Dios y el hombre”. (n° 2591)
Asimismo, orar también hace parte de la vocación que tiene el hombre por alabar a Dios. En este sentido, además del Catecismo, podemos pensar en lo que decía San Ignacio: “El hombre es creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios”. (Principio y fundamento de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio).
Por último, orar nos permite también ser fiel al nuestro bautismo, como nos lo enseña el número 2340 del Catecismo: “El que quiere permanecer fiel a las promesas de su Bautismo y resistir las tentaciones debe poner los medios para ello: el conocimiento de sí, la práctica de una ascesis adaptada a las situaciones encontradas, la obediencia a los mandamientos divinos, la práctica de las virtudes morales y la fidelidad a la oración”. (n. 2340).
A partir de la enseñanza de Jesús a sus discípulos, el artículo número 2621 nos invita a adoptar una serie de actitudes a la hora de orar, por ejemplo: "Orad con corazón purificado, con fe viva y perseverante, con audacia filial". (nº 2621).
Por otra parte, la manera como se ora, también conlleva otra serie de preguntas, que puedes consultar en otros de nuestros artículos, por ejemplo:
El Catecismo menciona las siguientes cinco formas de oración: La bendición y la adoración (los números del 2626 al 2628), la oración de petición (los números del 2629 a 2633), la oración de intercesión (los números del 2634 al 2636), la oración de acción de gracias (los números del 2637 al 2638) y la oración de alabanza (los números 2639 al 2643).
En el tercer capítulo, titulado La vida de oración, de la cuarta parte del Catecismo (La oración cristiana), el artículo 1 menciona las siguientes expresiones de la oración:
Primero, la oración vocal que nos recuerda que "es por medio de palabras, mentales o vocales, que nuestra oración toma cuerpo" (nº 2700).
Segundo, la meditación, la cual puede estar acompañada de: "Las sagradas Escrituras, especialmente del Evangelio, las imágenes sagradas, los textos litúrgicos del día o del tiempo, los escritos de los Padres espirituales, las obras de espiritualidad", como se menciona en particular en el número 2705 del Catecismo.
Además de esto, el artículo número 2707 nos recuerda la diversidad de los métodos de meditación y la importancia para un cristiano de "meditar regularmente".
Por último, la oración contemplativa, siendo la última forma de expresión de la oración que se menciona. Esta comprende los números 2709 al 2724, en los cuales se describe particularmente como: "La escucha de la Palabra de Dios", "el silencio", "la unión con la oración de Cristo", "la comunión de amor, portadora de vida para la multitud" y también se define, con las palabras célebres de Santa Teresa de Ávila, como: "Una amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama".
Los números 2691 y 2696 del Catecismo tratan en particular la pregunta sobre los lugares propicios para la oración, por ejemplo:
El número 2691 menciona que: "La iglesia, casa de Dios, es el lugar propio de la oración litúrgica de la comunidad parroquial. Es también el lugar privilegiado para la adoración de la presencia real de Cristo en el Santísimo Sacramento". Además, en cuanto a la oración personal, el mismo número menciona el ejemplo de un “rincón de oración, con las Sagradas Escrituras e imágenes" y de un "pequeño oratorio" en familia. Asimismo podemos recordar la Palabra de Dios, que nos dice: "Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará". (Mateo 6:6).
Y el número 2696 nos muestra de manera específica que: "Los lugares más favorables para la oración son el oratorio personal o familiar, los monasterios, los santuarios de peregrinación y, sobre todo, el templo que es el lugar propio de la oración litúrgica para la comunidad parroquial y el lugar privilegiado de la adoración eucarística". (nº 2696).
En resumen, los dos números del Catecismo citados anteriormente nos recuerdan la importancia de las peregrinaciones y de los santuarios como tiempos de renovación para la oración.
En el Catecismo no se encuentra una respuesta a esta pregunta, pero sí varias invitaciones a hacerlo. Por ejemplo:
La primera invitación es a participar en la Eucaristía dominical, que se "santifica principalmente por medio de la oración" (n. 2698). Del mismo modo, este número nos recuerda que, además de la Eucaristía dominical, la Iglesia ofrece a los fieles unos ritmos diarios de oración, como la Liturgia de las Horas.
Para saber más sobre este tema, te invitamos a leer nuestro artículo titulado "¿Cuánto tiempo debemos dedicar a la oración?”.
El número 2340 menciona que uno de los grandes desafíos de la oración es la fidelidad: "El que quiere permanecer fiel a las promesas de su Bautismo y resistir las tentaciones debe poner los medios para ello: el conocimiento de sí, la práctica de una ascesis adaptada a las situaciones encontradas, la obediencia a los mandamientos divinos, la práctica de las virtudes morales y la fidelidad a la oración”. (n° 2340).
Además, el Catecismo hace referencia a la asiduidad en la oración, un concepto estrechamente relacionado con la fidelidad; citando varios versículos de los Hechos de los Apóstoles, como: "Todos ellos, íntimamente unidos, se dedicaban a la oración, en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos". (Hechos 1:14) o incluso Hechos 2:42, en donde los discípulos "se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones". (Hechos 2,42).
La oración requiere perseverancia, sobre todo cuando la persona que ora no experimenta ningún sentimiento. Sin embargo, hay momentos de gran sensibilidad mientras que otros no lo son. Por ende, el Catecismo, en el número 2098, menciona una frase del Evangelio de Lucas, que dice: “Es preciso orar siempre sin desfallecer”. (Lucas 18,1).
La oración requiere una determinada disposición del corazón hacia Cristo, es decir, no solo se trata de tener una relación encaminada a obtener favores de la parte de Dios, sino también de tener una actitud de agradecimiento hacia él, de gratitud, de alabanza. Por tanto, no debe estar enfocada únicamente a las peticiones.
Para profundizar más en la oración, te invitamos a que también consultes nuestra guía de oración.
Como los discípulos, María y las mujeres que oraban asiduamente (Hechos 1,13-14), pidamos a Dios que nos ayude a ser fieles en la oración para permanecer en Él y caminar en santidad.
Hozana te ofrece muchas posibilidades para que empieces a cultivar tu vida de oración, por ejemplo: