“Me sorprende que ustedes abandonen tan pronto al que los llamó por la gracia de Cristo, para seguir otro evangelio” (Gálatas 1:6) ... Estas fueron las fuertes palabras dadas por el apóstol Pablo que quedaron plasmadas en el prólogo de la epístola a los Gálatas, una carta del Nuevo Testamento inicialmente dirigida a los cristianos de Galacia, cuya fe se estaba viendo afectada por otras doctrinas. En la actualidad, la carta de Pablo a los Gálatas forma parte del canon bíblico, y se encuentra entre la segunda carta a los Corintios y la carta a los Efesios.
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“Gálatas insensatos, ¿quién los ha seducido a ustedes, ante quienes fue presentada la imagen de Jesucristo crucificado?” (Gálatas 3:1). Este versículo resume la esencia de la carta escrita a los Gálatas. Para ponernos en contexto, en ese momento, los judíos habían comenzado a sembrar la confusión entre los hermanos de esta iglesia, al exigirles practicar la circuncisión y otros ritos del judaísmo, para ser justificados ante Dios. Por eso, al ver esta conducta, el apóstol Pablo escribió esta carta con el propósito de corregir a los Gálatas, y de hacerlos volver a la sana doctrina del Evangelio. A continuación, unas de sus contundentes palabras: “Si ustedes buscan la justicia por medio de la Ley, han roto con Cristo y quedan fuera del dominio de la gracia. Porque a nosotros, el Espíritu, nos hace esperar por la fe los bienes de la justicia” (Gálatas 5:4-5).
“¿Acaso yo busco la aprobación de los hombres o la de Dios? ¿Piensan que quiero congraciarme con los hombres? Si quisiera quedar bien con los hombres, no sería servidor de Cristo” (Gálatas 1:10).
“y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí: la vida que sigo viviendo en la carne, la vivo en la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí” (Gálatas 2:20).
“Ya que todos ustedes, que fueron bautizados en Cristo, han sido revestidos de Cristo. Por lo tanto, ya no hay judío ni pagano, esclavo ni hombre libre, varón ni mujer, porque todos ustedes no son más que uno en Cristo Jesús” (Gálatas 3:27-28).
“Y la prueba de que ustedes son hijos, es que Dios infundió en nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama a Dios llamándolo» ¡Abba!, es decir, ¡Padre! Así, ya no eres más esclavo, sino hijo, y por lo tanto, heredero por la gracia de Dios” (Gálatas 4:6-7).
“Yo los exhorto a que se dejen conducir por el Espíritu de Dios, y así no serán arrastrados por los deseos de la carne” (Gálatas 5:16).
“Por el contrario, el fruto del Espíritu es: amor, alegría y paz, magnanimidad, afabilidad, bondad y confianza, mansedumbre y temperancia. Frente a estas cosas, la Ley está demás” (Gálatas 5:22-23).
“Ayúdense mutuamente a llevar las cargas, y así cumplirán la Ley de Cristo” (Gálatas 6:2).
Como nos aconseja el apóstol Pablo, dejarse guiar por el Espíritu Santo es la mejor manera de estar seguros de que caminamos tras las huellas de Cristo. Por eso, Hozana te invita a descubrir diferentes novenas y retiros en línea para acoger el Espíritu de Dios en nuestras vidas. Por ejemplo, puedes:
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