El Nuevo Testamento nos presenta 13 cartas escritas por el apóstol Pablo, que se conocen comúnmente como las "epístolas de Pablo". En una de ellas, San Pablo se dirige a la Iglesia de Colosas, la cual atravesaba un periodo de crisis espiritual bastante marcado.
Te invitamos a descubrir el contexto y el contenido de la epístola de San Pablo a los Colosenses y algunos de sus hermosos pasajes bíblicos.
En su epístola a los colosenses, San Pablo les transmite las enseñanzas doctrinales para combatir la herejía que se había extendido en la Iglesia de Colosas, y les comparte algunas exhortaciones prácticas sobre la conducta cristiana que deben adoptar para hacer frente a dicha situación. Tengamos presente que, en esta carta, San Pablo también recuerda a los Colosenses la obra de Jesús y su gloria divina, exaltando la persona de Cristo, con el propósito de ponerlo en el centro de la fe de los creyentes. Posteriormente, San Pablo también hace alusión a varios temas relacionados con la vida familiar, el trabajo y las relaciones con los demás, mientras declara que Jesús es el único que puede satisfacer las necesidades del ser humano.
A continuación, te presentamos brevemente los cuatro capítulos que componen la epístola a los Colosenses:
“Él es la Imagen del Dios invisible, el Primogénito de toda la creación, porque en él fueron creadas todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra los seres visibles y los invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados y Potestades: todo fue creado por medio de él y para él” (Colosenses 1:15-16).
“Vivan en Cristo Jesús, el Señor, tal como ustedes lo han recibido, arraigados y edificados en él, apoyándose en la fe que les fue enseñada y dando gracias constantemente” (Colosenses 2:6-7).
“No se dejen esclavizar por nadie con la vacuidad de una engañosa filosofía, inspirada en tradiciones puramente humanas y en los elementos del mundo, y no en Cristo” (Colosenses 2:8).
“Ya que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo donde Cristo está sentado a la derecha de Dios” (Colosenses 3:1).
“Como elegidos de Dios, sus santos y amados, revístanse de sentimientos de profunda compasión. Practiquen la benevolencia, la humildad, la dulzura, la paciencia. Sopórtense los unos a los otros, y perdónense mutuamente siempre que alguien tenga motivo de queja contra otro. El Señor los ha perdonado: hagan ustedes lo mismo” (Colosenses 3:12-13).
“Perseveren en la oración, velando siempre en ella con acción de gracias” (Colosenses 4:2).
“Compórtense con sensatez en sus relaciones con los que no creen, aprovechando bien el tiempo presente. Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido” (Colosenses 4:5-6).
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