“Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡No se inquieten ni teman!” (Juan 14:27).
“22 Judas –no el Iscariote– le dijo: «Señor, ¿por qué te vas a manifestar a nosotros y no al mundo?».
23 Jesús le respondió: «El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él.
24 El que no me ama no es fiel a mis palabras. La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió.
25 Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes.
26 Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho.
27 Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡No se inquieten ni teman!
28 Me han oído decir: «Me voy y volveré a ustedes». Si me amaran, se alegrarían de que vuelva junto al Padre, porque el Padre es más grande que yo.
29 Les he dicho esto antes de que suceda, para que cuando se cumpla, ustedes crean.
30 Ya no hablaré mucho más con ustedes, porque está por llegar el Príncipe de este mundo: él nada puede hacer contra mí,
31 pero es necesario que el mundo sepa que yo amo al Padre y obro como él me ha ordenado. Levántense, salgamos de aquí»”. (Juan 14:22-31).
-Versión: el Libro del Pueblo de Dios
Jesús quiere dar a todos los hombres un gran regalo: ¡su paz!; a decir verdad, Él propone darnos esa paz que siempre mantuvo en su corazón mientras estuvo en esta tierra. Tengamos en cuenta que, la paz de Jesús no se compara con la paz de los hombres, pues la paz humana nunca es completa, sino que se construye a través de guerras, tratados, acuerdos, etc., y, aun así, en ocasiones ninguna de las partes cumple a cabalidad con lo acordado. Pero Jesús nos habla de una paz duradera, y esta es la paz del alma: si alguien encuentra esta paz, podrá superar cada prueba de la mano de Dios y salir airoso de las batallas a las que tenga que enfrentarse (Juan 16:33). En otras palabras, una persona que tiene la paz de Dios puede mantener su tranquilidad ante cualquier acontecimiento adverso que se le presente... De hecho, solo podremos encontrar esta paz infinita en el abandono a la voluntad de Dios.
“Les dejo la paz, les doy mi paz” ... A decir verdad, estas palabras de Jesús son tan importantes, que el sacerdote las repite en cada misa para que el don de Jesús se siga difundiendo a lo largo de los siglos. Recordemos que la paz de Cristo fluye sobre el mundo, de generación en generación, como un manantial inagotable.
¿Quieres abrir tu corazón y acoger la paz que Jesús quiere darnos? Hozana te ofrece hermosas comunidades de oración para dejar que la paz de Cristo habite en nosotros.
¡Ven y acoge la paz de Jesús con Hozana!