“La samaritana le respondió: «¡Cómo! ¿Tú, que eres judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?». Los judíos, en efecto, no se trataban con los samaritanos” (Juan 4:9).
“5 Llegó a una ciudad de Samaría llamada Sicar, cerca de las tierras que Jacob había dado a su hijo José.
6 Allí se encuentra el pozo de Jacob. Jesús, fatigado del camino, se había sentado junto al pozo. Era la hora del mediodía.
7 Una mujer de Samaría fue a sacar agua, y Jesús le dijo: «Dame de beber».
8 Sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar alimentos.
9 La samaritana le respondió: «¡Cómo! ¿Tú, que eres judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?». Los judíos, en efecto, no se trataban con los samaritanos.
10 Jesús le respondió: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: «Dame de beber», tú misma se lo hubieras pedido, y él te habría dado agua viva»” (Juan 4:5-10).
-Versión: el Libro del Pueblo de Dios
Este versículo forma parte de la famosa conversación entre Jesús y la mujer samaritana. Para ponernos en contexto, tengamos presente que los samaritanos tenían una mala reputación entre los judíos porque no vivían según la ley. Por lo tanto, los ancianos judíos los despreciaban y evitaban el contacto con ellos. No obstante, cierto día Jesús tuvo que pasar por esta región, pues su corazón se preocupaba por la salvación de todos, sin importar los prejuicios existentes. Llegando allí, sucedió que Jesús se sentó junto al pozo de Jacob y empezó a hablar con una mujer samaritana para pedirle de beber. Al ver esto, la mujer se quedó muy soprendida, pues sabía perfectamente que los judíos y samaritanos no se trataban, y luego comenzaron a tener una conversación recíproca: en un principio, Jesús le hablaba desde una perspectiva espiritual que la samaritana no logró captar inmediatamente, luego le reveló sus pecados y la mujer quedó impactada de la precisión de sus palabras, por eso creyó en lo que el maestro le dijo y corrió a contar a todo el pueblo que había encontrado al Mesías.
Tengamos presente que, las palabras de Jesús se pueden aplicar para cualquier momento y persona: al pedirnos de beber, nos quiere decir que espera nuestro interés y amor por Él. A cambio, promete darnos de su agua viva, que significa paz, salvación y vida eterna.
Jesús quiere tener una relación de amor con cada uno de nosotros: si le damos nuestro amor y confianza, Él nos da a cambio el agua viva que sacia y revitaliza.
Recordemos que dar de beber a Cristo, es amarlo, hacer su voluntad y guardar su palabra. Por eso, Hozana te invita a comenzar o mantener una relación con él, gracias a las comunidades de oración en línea en torno a Jesús: