“La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre” (Juan 1:9).
“1 Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.
2 Al principio estaba junto a Dios.
3 Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe.
4 En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
5 La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron.
6 Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.
7 Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
8 El no era luz, sino el testigo de la luz.
9 La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre” (Juan 1: 1-9).
-Versión: el Libro del Pueblo de Dios
En este magnífico prólogo, San Juan menciona a Juan el Bautista para hablarnos de Jesús. De hecho, el precursor de Cristo vino a dar testimonio de la Luz, pues su misión consistía en sacar a la gente de la oscuridad y de la ceguera, para conducirlos hacia la luz de la fe. De este modo, se puede decir que Juan el Bautista fue una "lámpara" (Juan 5:35), y Jesús es la Luz radiante, semejante al sol, que brilla sobre todo el mundo. Tengamos en cuenta que, aunque nada puede detener la Luz de Cristo, que brilla sobre todas las personas, algunos no quieren aceptar la luz, sino que prefieren quedarse en la oscuridad. De este modo, se puede decir que la Luz brilla para la salvación de aquellos que la reciben.
Por otro lado, Jesús insistió varias veces en este gran atributo, por ejemplo, en el capítulo 8 del libro de Juan, cuando dijo: "Yo soy la luz del mundo" (Juan 8:12).
Jesús es la Luz que nada ni nadie puede detener, por eso te invitamos a acudir a Él para recibir plenamente sus dones y gracias.