Los ángeles guardianes -criaturas espirituales- son enviados por Dios para proteger y cuidar a la humanidad. Dios nos ama tanto que elige, para cada uno de nosotros, un ser fiel que nos acompañará durante toda nuestra vida. Además de cumplir con su deber de protección, estos espíritus celestiales se encargan de transmitir nuestras oraciones al Señor, Jesucristo.
Aunque con el pasar de los años han surgido muchas falsas creencias sobre los ángeles, los católicos ven el ángel guardián como un guía espiritual que puede , si lo invocamos, iluminarnos en nuestras decisiones y acciones para avanzar más seguramente hacia el reino de Dios (esto lo hace con todo el respeto de nuestra libertad).
En una homilía en la fiesta de los Santos Ángeles Custodios, celebrada el 2 de octubre, el Papa Francisco nos animó a hacernos esta pregunta: "¿Cómo es mi relación con este ángel que el Señor ha enviado para custodiarme y acompañarme en el camino, y que ve siempre el rostro del Padre que está en los cielos?”
“Ángel de Dios,
que eres mi custodio,
ya que la soberana piedad
me ha encomendado a ti,
ilumíname, guárdame,
rígeme y gobiérname.
Amén”
“Santo Ángel Custodio, protege mi alma y mi cuerpo.
Ilumina mi mente
para que conozca mejor al Señor
y lo ame con todo el corazón.
Asísteme en mis oraciones
para que no ceda a las distracciones
y ponga la más grande atención.
Ayúdame con tus consejos,
para que vea el bien y lo cumpla con generosidad.
Defiéndeme de las insidias del enemigo infernal,
sostenme en las tentaciones
para que siempre sea capaz de vencerlas.
Suplanta, elimina mi frialdad en el culto al Señor:
no dejes de atender a mi custodia
hasta que me lleves al Paraíso,
donde alabaremos juntos al Buen Dios por toda la eternidad.”
Nuestro ángel de la guarda es nuestro compañero diario, que está presente a nuestro lado de día y de noche. Por lo tanto, podemos dirigirnos a él cuando nos levantamos a través de una oración matutina, el Angele Dei, o un saludo sencillo (por ejemplo, un “buenos días”). Del mismo modo, antes de ir a dormir podemos hacer una oración vespertina o una oración de agradecimiento. Algunos santos, como San Padre Pío o el Santo Cura de Ars, nos explican que siempre han estado muy cerca de sus ángeles de la guarda. Por ejemplo, el Padre Pío escribió hermosas oraciones a su ángel de la guarda.
Es importante saber que podemos rezar a nuestro ángel de la guarda en cualquier momento del día, siempre que necesitemos su ayuda, sin embargo, también podemos rezar en diferentes momentos del día con la liturgia de las horas. De hecho, a veces encontramos oraciones a los ángeles durante la oración del ángelus o durante las plegarias, por citar algunos ejemplos.
“Oh mi Santo Ángel Guardián personal, ya que la providencia me destinó a protégeme contra todo mal, peligro y acción preternatural, y una vez que mi padre y fundador también manifestó su expreso deseo de que a vos me consagre como esclavo, así te entrego mi cuerpo con todos sus miembros, mi alma con todas sus potencias y con todos sus méritos pasados, presentes y futuros, como también todos los bienes materiales que me pertenecen.
En este momento en que entregó en tus manos todo mi ser y sus haberes, yo te ruego que tomes entera cuenta y posesión de mí y asumiéndome, me des el obsequio de participar de tus dones, virtudes, potencias y gracias. Así sea.”
“Ángel Santo de la guarda,
tesoro del Señor, que del
cielo fuiste enviado para
ser mi guardador. Yo te ruego
Ángel bendito que me libres
y me guardes de los lazos del
maligno ahora y siempre. Amén.”
“Las horas que pasan,
las horas del día,
si tú estás conmigo
serán de alegría
No me dejes solo,
sé en todo mi guía;
soy chiquito(a) y sin ti
me perdería,
Ven siempre a mi lado,
tu mano en la mía.
Amén.”
“¡Ángel de la guarda,
dulce compañía!
Bendita la luz del día
y el Señor que nos la envía.
¡Bendito el Niño Jesús,
¡Bendita Santa María!”
-fuente: webcindario
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