El Sermón del monte, también conocido como el sermón de la montaña, es una gran enseñanza que Jesús dio a sus apóstoles y a una gran multitud cuando apenas empezaba su ministerio, es decir, poco después de su bautismo. Podemos encontrar este pasaje en el Evangelio de Mateo, en los capítulos 5, 6 y 7. De hecho, este pasaje comienza diciendo: “Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él. Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles…” y luego prosigue con la predicación de las bienaventuranzas.
El sermón del monte es el discurso de Jesús más largo del Nuevo Testamento, el cual fue dado desde una montaña con vista al lago de Tiberíades, en Galilea. Desde allí, Jesús se dirigió a los discípulos y a la gran multitud que se había reunido para escuchar su inigualable predicación. De hecho, Jesús dio esta enseñanza al inicio de su vida pública, poco después de su bautismo a orillas del Jordán. El apóstol y evangelista Mateo, plasma estas enseñanzas en los capítulos 5, 6 y 7 de su Evangelio. Del mismo modo, el Evangelio de Lucas también relata el mismo discurso, y lo llama el "sermón de la llanura" en una versión abreviada (Lucas 6: 17-49).
El Sermón del monte incluye las Bienaventuranzas y el Padre Nuestro. En este discurso, Jesús revela la misión más importante de los discípulos: ser la sal de la tierra y luz del mundo. Poco después, compartió una afirmación que es fundamental: “No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento” (Mateo 5:17). De este modo, Jesús nos recuerda el carácter imprescindible de los Diez Mandamientos, que constituyen la inmutable ley divina. El Sermón continúa con una explicación detallada de los Diez Mandamientos y su aplicación, tal y como lo espera el Señor. Por otro lado, podemos ver que la enseñanza de Jesús relaciona la Ley de Moisés con un estado de perfección: “Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo” (Mateo 5:48). A decir verdad, la enseñanza impartida por Jesús durante sus tres años de vida pública pretende llevar al hombre a la práctica perfecta de la Ley del Señor.
“Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios. Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. (extracto de las Bienaventuranzas en Mateo 5:7-9)
“Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres” (Mateo 5:13)
“Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo” (Mateo 5:14-16).
“Ustedes oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido. No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal” (Mateo 6:9-13).
“Busquen primero el Reino y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura” (Mateo 6:33)
“No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Les aseguro que no desaparecerá ni una i ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice” (Mateo 5:17-18).
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