El Antiguo Testamento se compone en gran parte de las historias de los reyes y profetas del pueblo de Israel, incluyendo a Saúl, el primer rey, a Salomón, el más rico, a David, el más famoso, entre otros. La Biblia también nos relata la pelea de David contra Goliat, considerada como una de las batallas más emblemáticas de la historia del pueblo de Dios: el joven pastor se enfrentó al gigante Goliat para honrar a su Dios y a su pueblo. Por otro lado vemos que Dios se refirió a David diciendo que era “un hombre conforme a su corazón” (Hechos 13:22), a pesar de que solo era un pastor cuando lo ungió como rey a través del profeta Samuel. Te invitamos a descubrir a continuación, la historia extraordinaria que relata esta gran batalla entre David y Goliat.
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“31 Los que habían oído las palabras que dijo David se las comunicaron a Saúl, y este lo mandó llamar.
32 David dijo a Saúl: «No hay que desanimarse a causa de ese; tu servidor irá a luchar contra el filisteo».
33 Pero Saúl respondió a David: «Tú no puedes batirte con ese filisteo, porque no eres más que un muchacho, y él es un hombre de guerra desde su juventud».
34 David dijo a Saúl: «Tu servidor apacienta el rebaño de su padre, y siempre que viene un león o un oso y se lleva una oveja del rebaño,
35 yo lo persigo, lo golpeo y se la arranco de la boca; y si él me ataca, yo lo agarro por la quijada y lo mato a golpes.
36 Así he matado leones y osos, y ese filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha desafiado a las huestes del Dios viviente».
37 Y David añadió: «El Señor, que me ha librado de las garras del león y del oso, también me librará de la mano de ese filisteo». Entonces Saúl dijo a David: «Ve, y que el Señor esté contigo».
El combate de David con Goliat
38 Saúl vistió a David con su propia indumentaria, le puso en la cabeza un casco de bronce y lo cubrió con una coraza.
39 Después, David se ciñó la espada de Saúl por encima de su indumentaria, e hizo un esfuerzo para poder caminar, porque no estaba entrenado. Entonces David dijo a Saúl: «No puedo caminar con todas estas cosas porque no estoy entrenado». Y David se las quitó.
40 Luego tomó en la mano su bastón, eligió en el torrente cinco piedras bien lisas, las puso en su bolsa de pastor, en la mochila, y con la honda en la mano avanzó hacia el filisteo.
41 El filisteo se fue acercando poco a poco a David, precedido de su escudero.
42 Y al fijar sus ojos en David, el filisteo lo despreció, porque vio que era apenas un muchacho, de tez clara y de buena presencia.
43 Entonces dijo a David: «¿Soy yo un perro para que vengas a mí armado de palos?». Y maldijo a David invocando a sus dioses.
44 Luego le dijo: «Ven aquí, y daré tu carne a los pájaros del cielo y a los animales del campo».
45 David replicó al filisteo: «Tú avanzas contra mí armado de espada, lanza y jabalina, pero yo voy hacia ti en el nombre del Señor de los ejércitos, el Dios de las huestes de Israel, a quien tú has desafiado.
46 Hoy mismo el Señor te entregará en mis manos; yo te derrotaré, te cortaré la cabeza, y daré tu cadáver y los cadáveres del ejército filisteo a los pájaros del cielo y a los animales del campo. Así toda la tierra sabrá que hay un Dios para Israel.
47 Y toda esta asamblea reconocerá que el Señor da la victoria sin espada ni lanza. Porque esta es una guerra del Señor, y él los entregará en nuestras manos».
48 Cuando el filisteo se puso en movimiento y se acercó cada vez más para enfrentar a David, este enfiló velozmente en dirección al filisteo.
49 En seguida se metió la mano en su bolsa, sacó de ella una piedra y la arrojó con la honda, hiriendo al filisteo en la frente. La piedra se le clavó en la frente, y él cayó de bruces contra el suelo.
50 Así venció David al filisteo con la honda y una piedra; le asestó un golpe mortal, sin tener una espada en su mano.
51 David fue corriendo y se paró junto al filisteo; le agarró la espada, se la sacó de la vaina y lo mató, cortándole la cabeza. Al ver que su héroe estaba muerto, los filisteos huyeron.
52 Inmediatamente, los hombres de Israel y de Judá lanzaron el grito de guerra y persiguieron a los filisteos hasta la entrada de Gat y hasta las puertas de Ecrón. Muchos filisteos cayeron heridos de muerte por el camino de Dos Puertas, hasta Gat y Ecrón.
53 Después, los israelitas volvieron de su encarnizada persecución contra los filisteos y saquearon su campamento.
54 David tomó la cabeza del filisteo y la llevó a Jerusalén, pero dejó las armas en su propia carpa” (1 Samuel 17.31-54).
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¡David es un gran ejemplo de valentía! De hecho, el jovencito no dudó en enfrentarse a este gigante cuando sólo era un niño sin experiencia militar. Pero, ¿alguna vez te has preguntado por qué quería emprender esta batalla que parecía inútil? La respuesta es sencilla: porque tenía fe cimentada en su Dios. Con su ejemplo David nos muestra que la fe no solo está en el corazón o pensamientos, sino que deben ir acompañadas por nuestras acciones. La Biblia nos muestra que, en esa ocasión, todo el pueblo rezaba a Dios y proclamaba su nombre grande y poderoso, pero cuando recibieron las amenazas de Goliat, abandonaron su fe y no se atrevieron a manifestarla. Del mismo modo, nosotros también podemos enfrentar gigantes, es decir, dificultades humanamente imposibles de resolver, sin embargo, es ahí donde debemos afirmar nuestra fe y actuar con plena confianza en el Señor. Al respecto, la Biblia nos dice: “Ahora bien, sin la fe es imposible agradar a Dios, porque aquel que se acerca a Dios de creer que él existe y es el justo remunerador de los que lo buscan”. (Hebreos 11:6). Cuando confiamos en Dios y damos un paso adelante para luchar, ¡él nos recompensa y sobrepasa nuestras expectativas!