En una época en la que la palabra de Dios escaseaba, un hombre se convirtió en profeta y juez de Israel y ayudó a traer la presencia de Dios nuevamente. En el Antiguo Testamento, descubrimos la historia de Samuel, quien fue consagrado al servicio de Dios incluso antes de su nacimiento. Su vida causó un fuerte impacto en la historia de los judíos, pues durante su época se establecieron los dos primeros reyes de Israel: el rey Saúl y el rey David. Te invitamos a descubrir la historia de este gran profeta de Dios que se narra en el libro de 1 Samuel.
El nacimiento de Samuel fue todo un milagro: su madre Ana, era estéril, y aunque su esposo Elcaná la amaba, llevaba un gran sufrimiento consigo al no poder darle hijos. Por eso, un día oró fervientemente diciendo: “(...) «Señor de los ejércitos, si miras la miseria de tu servidora y te acuerdas de mí, si no te olvidas de tu servidora y le das un hijo varón, yo lo entregaré al Señor para toda su vida, y la navaja no pasará por su cabeza»” (1 Samuel 1:11). De inmediato, el Señor le respondió y tuvo un hijo llamado Samuel, que significa "Dios escucha".
El profeta Samuel fue juez de Israel (1 Samuel 7:15) hasta que el pueblo judío pidió un monarca, por lo que eligieron a Saúl como su Rey. Acto seguido, “Samuel tomó el frasco de aceite y lo derramó sobre la cabeza de Saúl: Luego lo besó y dijo: «¡El Señor te ha ungido como jefe de su herencia!”. (1 Samuel 10:1). Por otro lado, la Biblia nos muestra que este rey no estaba caminando en la perfecta voluntad de Dios, provocando así su ira en múltiples ocasiones, lo que lo llevó a perder su lugar como rey y a ser sustituido por David, el pastor de ovejas.
Cuando llegó el momento de nombrar al nuevo rey de Israel, Samuel acudió a la presencia de Dios para recibir consejo. Entonces, el Señor lo envió a la familia de Jesé, y le mostró que el pequeño David iba a ser el futuro rey de Israel, y no sus hermanos: “Jesé lo hizo venir: era de tez clara, de hermosos ojos y buena presencia. Entonces el Señor dijo a Samuel: «Levántate y úngelo, porque es este». Samuel tomó el frasco de óleo y lo ungió en presencia de sus hermanos. Y desde aquel día, el espíritu del Señor descendió sobre David. Samuel, por su parte, partió y se fue a Ramá” (1 Samuel 16:12-13).
“El Señor llamó a Samuel por tercera vez. El se levantó, fue adonde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy, porque me has llamado». Entonces Elí comprendió que era el Señor el que llamaba al joven, y dijo a Samuel: «Ve a acostarte, y si alguien te llama, tú dirás: Habla, Señor, porque tu servidor escucha». Y Samuel fue a acostarse en su sitio. Entonces vino el Señor, se detuvo, y llamó como las otras veces: «¡Samuel, Samuel!». El respondió: «Habla, porque tu servidor escucha»” (1 Samuel 3:8-10).
“Samuel creció; el Señor estaba con él, y no dejó que cayera por tierra ninguna de sus palabras. Todo Israel, desde Dan hasta Berseba, supo que Samuel estaba acreditado como profeta del Señor” (1 Samuel 3:19-20).
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“Todo el pueblo fue a Guilgal, y proclamaron rey a Saúl delante del Señor. Allí ofrecieron sacrificios de comunión, y Saúl y todos los hombres de Israel se alegraron sobremanera” (1 Samuel 11:15).
“Samuel se dio vuelta para irse, pero Saúl le tomó el borde de su manto, y este se rasgó. Entonces Samuel le dijo: «Hoy el Señor te ha arrebatado el poder real sobre Israel, y se lo ha conferido a otro mejor que tú»” (1 Samuel 15:27-28).
“Samuel respondió: «¿Quiere el Señor holocaustos y sacrificios o quiere que se obedezca su voz? La obediencia vale más que el sacrificio; la docilidad, más que la grasa de carneros”. (1 Samuel 15:22)
“Pero el Señor dijo a Samuel: «No te fijes en su aspecto ni en lo elevado de su estatura, porque yo lo he descartado. Dios no mira como mira el hombre; porque el hombre ve las apariencias, pero Dios ve el corazón»”. (1 Samuel 16:7)
“Jesé lo hizo venir: era de tez clara, de hermosos ojos y buena presencia. Entonces el Señor dijo a Samuel: «Levántate y úngelo, porque es este». Samuel tomó el frasco de óleo y lo ungió en presencia de sus hermanos. Y desde aquel día, el espíritu del Señor descendió sobre David. Samuel, por su parte, partió y se fue a Ramá”. (1 Samuel 16:12-13)
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