En el Antiguo Testamento, el libro del profeta Jeremías se sitúa después del libro del profeta Isaías y antes del libro de Lamentaciones, escrito también por Jeremías. Se sabe que Jeremías es uno de los libros proféticos y pudo haberse escrito entre el 630 y el 580 a.C. Jeremías también se considera como uno de los profetas mayores, cuyas predicciones trastornaron a los reyes de Judá e Israel. Te invitamos a descubrir el mensaje que anunció el profeta Jeremías a continuación:
Al igual que Isaías y Ezequiel, Jeremías fue un hombre que Dios llamó para llevar su mensaje, no solo a las autoridades religiosas y políticas, sino también al pueblo judío que se había rebeldizado contra Dios. Se dice que nació en la aldea de Anatot, en el territorio de Benjamín. También es autor de los poemas líricos plasmados en el libro de Lamentaciones, y como dato curioso se puede decir que algunas personas utilizan el término “jeremiadas” para referirse a una persona que se queja mucho.
Jeremías comenzó su ministerio durante el reinado de Josías y lo mantuvo hasta el reinado de Joaquín. Sin embargo, en un inicio, cuando el Señor se le reveló y pidió que asumiera las funciones de profeta, se opuso diciendo: “¡Ah, Señor! Mira que no sé hablar, porque soy demasiado joven” (Jeremías 1:6). Posteriormente aceptó el llamado de Dios y comenzó a anunciar al pueblo la destrucción de Jerusalén y la deportación a Babilonia por causa de su idolatría.
“Porque yo conozco muy bien los planes que tengo proyectados sobre ustedes –oráculo del Señor–: son planes de prosperidad y no de desgracia, para asegurarles un porvenir y una esperanza”.
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“Invócame y yo te responderé, y te anunciaré cosas grandes e impenetrables, que tú no conocías”.
“De lejos se le apareció el Señor: Yo te amé con un amor eterno, por eso te atraje con fidelidad”.
“Cuando me busquen, me encontrarán, porque me buscarán de todo corazón”.
“Entonces el Señor me dijo: «Has visto bien, porque yo vigilo sobre mi palabra para realizarla”.
“¡Bendito el hombre que confía en el Señor y en él tiene puesta su confianza! El es como un árbol plantado al borde de las aguas, que extiende sus raíces hacia la corriente; no teme cuando llega el calor y su follaje se mantiene frondoso; no se inquieta en un año de sequía y nunca deja de dar fruto”.
“Nada más tortuoso que el corazón humano y no tiene arreglo: ¿quién puede penetrarlo?”.
“Así habla el Señor: Deténgase sobre los caminos y miren, pregunten a los senderos antiguos dónde está el buen camino, y vayan por él: así encontrarán tranquilidad para sus almas. Pero ellos dijeron: «¡No iremos!»”.
“No temas delante de ellos, porque yo estoy contigo para librarte –oráculo del Señor –”.
“Pero el Señor es el Dios verdadero, él es un Dios viviente y un Rey eterno. Cuando él se irrita, la tierra tiembla y las naciones no pueden soportar su enojo”.
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