Luego del fallecimiento de Moisés, Josué se conviertió en el nuevo líder del pueblo de Israel. Su misión era conducirlos a la tierra prometida de Canaán. Sin embargo, esta misión resultó ser bastante difícil porque la tierra estaba habitada por otro pueblo. Y es precisamente en ese momento que aparece el personaje bíblico de Rahab. Pero, ¿en realidad sabes realmente quién fue Rahab en la Biblia? Te invitamos no solo a descubrir la historia de Rahab en el Antiguo Testamento, sino también lo que nos revela el Nuevo Testamento sobre la vida de esta gran mujer.
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Rahab fue una mujer que vivía en Jericó, y la Biblia nos la presenta como una prostituta. De hecho, los espías enviados por Josué encontraron refugio en su casa, y cuando los guardias fueron a buscarlos, Rahab no los entregó sino que los protegió del peligro inminente: “Pero la mujer tomó a los dos hombres, los escondió y declaró: «Es verdad que esos hombres vinieron aquí, pero yo no sabía de dónde eran” (Josué 2:4).
Los espías israelitas prometieron a Rahab perdonarla a ella y a su familia cuando volvieran para destruir la ciudad, como recompensa a su valentía, la cual hizo posible el cumplimiento de la misión que tenían prevista. De este modo, juraron diciendo: “«Cuando nosotros entremos en el país, tú atarás este cordón escarlata a la ventana por la que nos hiciste bajar, y reunirás contigo, dentro de la casa, a tu padre, a tu madre, a tus hermanos y a toda tu familia” (Josué 2:18). Fue así como Rahab y su familia se salvaron de morir y siguieron viviendo en Jericó después que los israelitas habitaron esta tierra.
El nombre de Rahab se menciona en el capítulo 1 del Evangelio de Mateo. En este orden de ideas, esa mujer, que era conocida como la ramera de Jericó, pasó a hacer parte en la genealogía de Jesucristo. Al respecto, la Biblia se refiere a ella diciendo: “Salmón fue padre de Booz, y la madre de este fue Rahab. Booz fue padre de Obed, y la madre de este fue Rut. Obed fue padre de Jesé” (Mateo 1:5).
Rahab caminó por fe y no por vista. De hecho, el libro de los Hebreos da testimonio de su fe, diciendo: “Por la fe, Rahab, la prostituta, no pereció con los incrédulos, ya que había recibido amistosamente a los que fueron a explorar la Tierra” (Hebreos 11:31).