El ayuno hace parte de muchas tradiciones religiosas; por ejemplo, los judíos ayunan en Yom Kipur o Día de la expiación, los musulmanes durante el Ramadán y los cristianos durante la Cuaresma. Más que una simple dieta, este periodo de abstinencia y privación es una práctica espiritual ancestral que debe vivirse con un espíritu de arrepentimiento, restauración, súplica y ofrenda. Tal es el caso del ayuno cristiano que, aunque ha evolucionado a lo largo de los siglos, sigue estando asociado a la oración y al compartir y puede practicarse en comunidad o individualmente. Pero, ¿De dónde surge esta tradición del ayuno? ¿Por qué es importante el ayuno en la vida de un cristiano? ¿Cuáles son los diferentes tipos de ayuno en la religión católica? ¿Cuándo y cómo debe practicarse el ayuno?
Descubramos todo esto a partir de algunos elementos del Catecismo de la Iglesia Católica. Al final de esta lectura, te invitamos a descubrir otras preguntas y respuestas sobre la vida cristiana.
El ayuno cristiano tiene sus orígenes en la tradición judía, ya que el pueblo judío ayunaba constantemente, en especial para hacer penitencia o súplica a Dios.
También, en el Antiguo Testamento podemos encontrar evidencia de ello, por ejemplo:
“Josafat, muy atemorizado, decidió consultar al Señor y proclamó un ayuno en todo Judá”. (2 Crónicas 20:3)
“Al oír estas palabras, me senté a llorar, y estuve de duelo varios días, ayunando y orando ante el Dios del cielo”. (Nehemías 1:4)
“Pero aún ahora –oráculo del Señor– vuelvan a mí de todo corazón, con ayuno, llantos y lamentos”. (Joel 2:12)
Además, los profetas Moisés y Elías ayunaban para prepararse para su encuentro con Dios.
Jesús mismo siguió esta tradición y ayunó 40 días y 40 noches en el desierto, precisamente después de su bautismo, al igual que lo hizo Moisés en el monte Sinaí antes de recibir las tablas de la ley y Elías antes de llegar al monte Horeb. Así, pues, su vida pública comenzó no solo con este período de retiro, sino también de combate espiritual, puesto que es allí donde él se enfrenta a las tentaciones del diablo.
“Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó de las orillas del Jordán y fue conducido por el Espíritu al desierto, donde fue tentado por el demonio durante cuarenta días. No comió nada durante esos días, y al cabo de ellos tuvo hambre”. (Lucas 4:1-2)
Además de los 40 días y 40 noches de ayuno total, en el Nuevo Testamento encontramos la práctica constante del ayuno parcial asociado con la oración; en el cual se destaca el fervor y la piedad del creyente.
“Había también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido. Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones”. (Lucas 2:36-37)
Sin embargo, Jesús nos advierte sobre la tentación de ayunar solo por ayunar, como un ritual sin relación a ese sentimiento de humildad e intimidad con Dios.
“Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note que ayunan. Les aseguro que, con eso, ya han recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro;
para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará”. (Mateo 6: 16-18)
Consulta en Hozana otros versículos de la Biblia sobre el ayuno.
A lo largo de los siglos, las prácticas en la iglesia católica han cambiado, así como también se han reducido las exigencias en cuanto a los periodos recomendados de ayuno y abstinencia, como se muestra a continuación:
En cuanto a la duración: La duración del ayuno eucarístico se ha reducido considerablemente (ver más adelante) y solo dos días de la Cuaresma son días de ayuno obligatorio (el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo).
En cuanto a las condiciones: El ayuno no está relacionado solamente con la comida, sino que también puede implicar cualquier otro hábito cuya abstinencia o privación parcial o total pueda vivirse como ofrenda y ejercicio para volver a acercarse a Dios.
Por último, en algunas ocasiones, por intenciones particulares de oración o en favor de la paz, el Papa puede invitar a los fieles a guardar un día de ayuno diferente a los dos días específicos del calendario litúrgico.
Los ayunos se mencionan a menudo en la Biblia, sin embargo, estos adoptan formas muy diferentes según las circunstancias y su duración, además sus métodos y sus motivos pueden variar. Por ejemplo:
Los 40 días y 40 noches de ayuno total, vividos en soledad que experimentaron Moisés, Elías y luego Jesús, fueron períodos que precedieron a sus encuentros con Dios y que ellos vivieron de forma sobrenatural con la ayuda del Espíritu Santo. Aunque nosotros no tengamos experiencias tan extremas, los 40 días de Cuaresma nos recuerdan estos tiempos de reflexión y de combate espiritual, importantes para prepararnos para la alegría del encuentro con Dios.
Los 21 días de ayuno parcial que guardó Daniel para purificarse, privándose de carne y vino durante tres semanas, los cuales le ayudaron a escuchar a Dios y a recibirlo plenamente en su vida.
Los 7 días de ayuno que guardó David tras la muerte de su hijo como un tiempo de oración y súplica a Dios.
Los 3 días de ayuno total que la reina Ester pidió al pueblo judío que guardase junto con ella cuando se vieron amenazados de genocidio por un decreto. Así, pues, ella se entregó totalmente a Dios y se preparó espiritualmente para ver al rey e intentar salvar a su pueblo. (Cómo ayunar como Ester)
Un día de ayuno de arrepentimiento que los hebreos hacen ante sus faltas y pecados.
En los tiempos penitenciales: En la Cuaresma, el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo.
La Iglesia recomienda un día de ayuno y abstinencia el Miércoles de Ceniza que marca el inicio de la Cuaresma y el Viernes Santo que conmemora la muerte de Jesús en la cruz, 3 días antes de la Pascua; además, el resto de los viernes de Cuaresma, se invita a los católicos a comer "magro", es decir, sin carne.
“Todos los viernes, a no ser que coincidan con una solemnidad, debe guardarse la abstinencia de carne, o de otro alimento que haya determinado la Conferencia Episcopal; ayuno y abstinencia se guardarán el miércoles de Ceniza y el Viernes Santo”. (Canon n° 1251 del Código de Derecho Canónico)
“El cuarto mandamiento («abstenerse de comer carne y ayunar en los días establecidos por la Iglesia») asegura los tiempos de ascesis y de penitencia que nos preparan para las fiestas litúrgicas y para adquirir el dominio sobre nuestros instintos, y la libertad del corazón”. (Catecismo de la Iglesia Católica n° 2043)
Por último, durante el resto de la Cuaresma, el ayuno puede practicarse con mayor libertad; es decir, no tiene que ser necesariamente con la privación de comida, sino que puede sustituirse por otro tipo de privación o abstinencia, se trata más que todo de vivir este período en humildad, oración y compartir, y de acercarse a Dios volviendo a lo esencial.
A diferencia de las exigencias de la iglesia hasta el siglo XIX, en donde los fieles debían ayunar antes de recibir la Comunión, comenzando la noche anterior a medianoche, como sigue siendo el caso en la Iglesia Ortodoxa; en la actualidad, la iglesia católica solo exige que los fieles no coman nada durante una hora antes de recibir la Eucaristía.
Todos podemos ofrecer a Dios un tiempo de ayuno y penitencia como un ejercicio de conversión que nos permite acercarnos más a él, ya sea privándonos de comida, absteniéndonos de consumir carne, alcohol, cigarrillos o dulces durante un día, o limitándonos de otro tipo de consumo (redes sociales, series de televisión, pornografía, etc.), lo más importante es vivirlo no solo con privaciones o esfuerzos, sino con el deseo de acercarnos a Dios para que forme parte de nuestras vidas.
Con Hozana ¡Descubre todos los beneficios espirituales del ayuno y consejos para practicarlo!
El ayuno cristiano debe vivirse siempre en la oración y el compartir.
Hozana te ofrece diferentes comunidades en línea que te acompañarán en la oración durante tu tiempo de ayuno, ya sea en la Cuaresma o en cualquier otro momento del año. Por ejemplo: