La misericordia es la imagen de Dios, y nosotros como sus hijos estamos llamados a ser como Él. Sin embargo, en algunas ocasiones se nos hace difícil perdonar, sobre todo cuando hemos sido heridos profundamente, ¡especialmente por nuestros seres queridos! No obstante, Jesucristo fue capaz de perdonar, aun cuando fue profundamente herido, torturado e incluso asesinado por aquellos a los que Él amaba. Lo anterior, se debe a que el perdón es divino, y es una gracia que podemos recibir si la pedimos.
Es importante hacer un acto de contrición, y orar para pedir perdón a Dios. Además de esto, es importante pedir la reconciliación y la fuerza para perdonar. San Pablo, en su carta a los Efesios, nos recuerda la importancia de evitar que los conflictos duren mucho tiempo.
“Si se enojan, no se dejen arrastrar al pecado ni permitan que la noche los sorprenda enojados” (Efesios 4:26)
“Padre, me declaro culpable, pido clemencia, perdón por mis pecados.
Me acerco a ti con absoluta confianza, porque sé que tú prefieres la penitencia a la muerte del pecador. (Ezequiel 33:11)
A ti no te gusta ni la venganza ni el rencor, tu corazón es compasivo y misericordioso, y sé que sólo estás esperando a que tenga la humildad de reconocer mi pecado, arrepentirme y pedir perdón, para desbordar la abundancia de tu misericordia.
"Cuando confesamos nuestros pecados, Dios, fiel y justo, nos los perdona." (1 Juan 1:9).
Miro al horizonte: veo tus brazos abiertos y un corazón de Padre queriendo atraerme con lazos de un amor infinito.
Padre, perdóname, quiero recibir el abrazo eterno.
tu enseñanza es muy clara: para ser perdonados y poder entrar en el reino de los cielos debemos tener un corazón como el tuyo.
"Perdonad y se os perdonará." (Lucas 6:36).
"El que odia a su hermano es un homicida." (1 Juan 3:15).
"Con la medida que midiereis se os medirá." (Mateo 7:2).
"Si no perdonáis, tampoco el Padre os perdonará." (Marcos 11:23).
Nos pides que seamos buenos cristianos por la práctica de la caridad evangélica.
Que seamos benévolos con quienes nos han hecho daño, con quienes nos han ofendido, nos han traicionado y nos odian, pues de otro modo no mereceremos que lo seas tú con nosotros.
El siervo al que se le condonó su deuda, cuando no quiso él hacer lo mismo con otro que le debía, fue encarcelado.
Perdió el perdón que había obtenido al no ser él capaz de perdonar. (Mateo 18:23-25).
Padre, envía tu Espíritu de amor y perdona mis pecados, purifícame, sáname, restáurame, renuévame con la sangre redentora de tu Hijo; ayúdame a tener un corazón como el suyo, un corazón humilde y generoso capaz de perdonar, arranca de mí el corazón de piedra y dame un corazón de carne. Amén”
“Oh Señor, deseo transformarme toda en tu misericordia y ser un vivo reflejo de ti. Que este supremo atributo de Dios, es decir su insondable misericordia, pase a través de mi corazón al prójimo.
Ayúdame, oh Señor, a que mis ojos sean misericordiosos, para que yo jamás recele o juzgue según las apariencias, sino que busque lo bello en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarla.
Ayúdame, oh Señor, a que mis oídos sean misericordiosos para que tome en cuenta las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a sus penas y gemidos.
Ayúdame, oh Señor, a que mi lengua sea misericordiosa para que jamás critique a mi prójimo, sino que tenga una palabra de consuelo y perdón para todos.
Ayúdame, oh Señor, a que mis manos sean misericordiosas y llenas de buenas obras para que sepa hacer sólo el bien a mi prójimo y cargar sobre mí las tareas más difíciles y más penosas.
Ayúdame, oh Señor, a que mis pies sean misericordiosos para que siempre me apresure a socorrer a mi prójimo, dominando mi propia fatiga y mi cansancio. (...)
Ayúdame, oh Señor, a que mi corazón sea misericordioso para que yo sienta todos los sufrimientos de mi prójimo (...)
Que tu misericordia, oh Señor mío, repose dentro de mí.
Oh, Dios misericordioso que no nos desprecias, sino que continuamente nos colmas de tus gracias, nos haces dignos de tu reino y en tu bondad llenas con los hombres los lugares abandonados por los ángeles ingratos. Oh Dios de gran misericordia que has apartado tu santa vista de los ángeles rebeldes dirigiéndola al hombre arrepentido, sea honor y gloria a tu misericordia infinita.
Oh Jesús, deseo vivir el momento actual, vivir como si este día fuera el último de mi vida: aprovechar con celo cada momento para la mayor gloria de Dios, disfrutar de cada circunstancia de modo que el alma saque provecho. Mirar todo desde el punto de vista de que, sin la voluntad de Dios, no sucede nada. Oh Dios de misericordia infinita, abraza al mundo entero y derrámate sobre nosotros a través del piadoso Corazón de Jesús.
Oh Dios de gran misericordia, bondad infinita, hoy toda la humanidad pide, desde el abismo de su miseria, tu misericordia, tu compasión, oh Dios; y llama con la potente voz de la miseria. Dios indulgente, no rechaces la oración de los desterrados de esta tierra. Oh Señor, bondad inconcebible que conoces perfectamente nuestra miseria y sabes que por nuestras propias fuerzas no podemos ascender hasta ti, te imploramos, anticípanos tu gracia y multiplica incesantemente tu misericordia en nosotros para que cumplamos fielmente tu santa voluntad a lo largo de nuestras vidas y a la hora de la muerte. Que la omnipotencia de tu misericordia nos proteja de las flechas de los enemigos de nuestra salvación, para que, con confianza, como tus hijos, esperemos tu última venida. Amén”
Frente a un conflicto, a una disputa que ha dejado una herida abierta y rencores que causan dolor, únete a esta novena de sanación con San Juan de la Cruz, la cual te permitirá sanar esa herida y conocer la paz del Señor que sobrepasa los límites del entendimiento.
No permitas que las peleas y los resentimientos hagan parte de tu familia, así que toma la decisión de avanzar en el camino del perdón y la reconciliación con esta novena a Santa Laura Montoya, en la cual podrás reflexionar sobre cómo sembrar y promover la paz y la reconciliación a través de nuestras acciones y la sinceridad de nuestros corazones.
Por último, únete a esta novena para las familias, y pídele a Santa Ana y San Joaquín que intercedan ante el Señor para obtener la gracia del perdón y encontrar la paz en tu pareja. Los abuelos del Salvador, nos guían hacia Jesús en todas las etapas de la vida familiar: juventud, soltería, celibato, matrimonio, infertilidad, viudez, etc. También puedes presentar tu intención de oración aquí, para que otros hermanos oren al Señor por tu causa. Recuerda que con Hozana, tienes muchas opciones de oración y crecimiento espiritual, para que no estés solo en medio de tus dificultades.