Además de la oración por los difuntos, existen otros textos o poemas, que se pueden leer durante el funeral de un ser querido. Como es bien sabido, este momento doloroso puede ser experimentado de manera muy diferente, según cada persona, y especialmente, según la convicción de cada cual. De hecho, rezar por los difuntos es fundamental para los creyentes, al ser una fuente de sanación. Además de esto, es importante que tengamos una visión espiritual de la muerte, a través de la cual cada uno pueda encontrar consuelo.
“He perdido la paz,
me he olvidado de la dicha;
me dije: «Ha sucumbido mi esplendor
y mi esperanza en el Señor».
Recordar mi aflicción y mi vida errante
es ajenjo y veneno;
no dejo de pensar en ello,
estoy desolado;
hay algo que traigo a la memoria,
por eso esperaré:
Que no se agota la bondad del Señor,
no se acaba su misericordia;
se renuevan cada mañana,
¡que grande es tu fidelidad!;
me digo: «Mi lote es el Señor,
por eso esperaré en él!».
El Señor es bueno para quien espera en él,
para quien lo busca;
es bueno esperar en silencio
la salvación del Señor.”
“Volveréis a verme, pero transfigurado y feliz, no ya esperando la muerte, sino avanzando con vosotros por los senderos nuevos de la Luz y de la Vida, bebiendo con embriaguez a los pies de Dios un néctar del cual nadie se saciará jamás. No lloréis si me amabais.”
“Estoy de pie en la playa,
un velero pasa a la brisa de la mañana
y parte hacia el océano.
Es la belleza, es la vida.
Lo observo hasta que desaparece en el horizonte.
Alguien a mi lado dice: “se ha ido”.
¿Se ha ido? ¿Hacia dónde? Se fue de mi vista, ¡eso es todo!
Su mástil está siempre tan alto,
su casco es fuerte para llevarlo.
Su desaparición total de mi vista está en mí, no en él.
Justo en el momento en que alguien cerca de mí dice:
“se ha ido”,
hay otros que lo ven aparecer en el horizonte y llegar hacia ellos…
y exclaman con alegría: ¡ahí está!.
Así es la muerte. No hay muertes
Sino vivos en las dos orillas.”
“Ocaso y estrella del atardecer
¡Y una clara llamada para mí!
Y que no haya lamento por la barra
En mi momento de zarpar
Sino una marea que al moverse parece dormida
Marea alta sin sonido ni espuma
Cuando lo que surgió de lo más hondo
Vuelve allá de donde vino
Crepúsculo y campana del atardecer
¡Y luego las tinieblas!
Y que no haya tristeza de despedida
En mi momento de embarcar
Pues por muy lejos de nuestros confines del Tiempo, del Espacio,
Que me pueda llevar la corriente
Espero ver a mi Piloto cara a cara
Una vez atravesada la barra.”
“Cuando esté muerta, mi amor,
No cantes tristes canciones para mí,
No plantes rosas en mi cabeza,
Ni sombríos cipreses:
Sé la hierba verde sobre mí,
Con rocíos y gotas mójame;
Y si te marchitas, recuerda;
Y si te marchitas, olvida.
Ya no veré las sombras,
No sentiré la lluvia,
No escucharé al ruiseñor
Cantando su dolor:
Y soñando a través del crepúsculo
Que no crece ni desciende,
Felizmente podría recordar,
Y felizmente podría olvidar.”
La pérdida de un ser querido nos rompe el corazón, por lo cual necesitamos encontrar la paz de Dios, que sobrepasa los límites de nuestro entendimiento.
Hozana te ofrece múltiples opciones para que atravieses este momento tan complejo con esperanza. Por lo tanto:
Haz esta novena a las benditas almas, presenta en tus oraciones a las almas del purgatorio, y encomiéndalas a María para que las guíe al Padre.
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Renueva tu mirada sobre el sufrimiento uniéndote a esta comunidad de oración, en la que descubrirás la alegría de encontrarle sentido a las pruebas de la vida.
Con esta novena a la Divina Misericordia, reza por todas las almas para que conozcan el consuelo del infinito amor de Cristo.