Luis Martin nació en Burdeos en 1823 y creció al ritmo de la movilidad del trabajo de su padre, quien era militar, sin embargo, después de un tiempo su familia logró establecerse definitivamente en Alenzón (Francia), donde realizó su escolaridad. Desde su juventud sintió el deseo de consagrarse a Dios en el monasterio del Gran San Bernardo, pero se vió obligado a abandonar este proyecto para emprender un curso de relojería. En 1850 abrió su propia relojería y joyería en Alenzón; Luis Martin era un hombre trabajador que estaba involucrado en un trabajo social con la Sociedad de San Vicente de Paúl. Antes de casarse, Luis ocupaba su tiempo libre en la pesca y la meditación.
Celia María Guérin nació el 23 de diciembre de 1831 en Gandelain (Francia), allí su padre era militar. Celia estudió en el Convento de la Adoración Perpetua y pronto sintió el deseo de convertirse en monja, sin embargo la madre superiora no lo aceptó, por lo que la joven se dedicó a la formación profesional y aprendió los primeros rudimentos del famoso punto de Alenzón, un encaje de los más famosos de la época. Celia demostró ser muy talentosa en este campo y abrió su propio taller para la fabricación de este encaje y contrató a varias mujeres, las cuales le prestaban sus servicios; Celia las trataba como miembros de la familia y practicaba todas las virtudes del Evangelio con ellas. Además, la calidad de su trabajo era excelente y el taller muy reconocido.
Luis y Celia se conocieron por primera vez en Alenzón, en el puente de San Leonardo y se casaron unos meses después, el 13 de julio de 1858. La pareja Martin estaba unida por un profundo afecto y un vivo deseo de complacer a Dios, especialmente practicando la abstinencia antes del matrimonio. Las cartas de Celia revelan el gran amor que sentía por su marido, desde un principio: "Tu esposa que te ama más que a su vida”. Luis y Celia Martin tuvieron nueve hijos, cuatro de los cuales murieron cuando aún eran muy pequeños, por lo que la pareja tuvo que vivir al ritmo de estos nacimientos y muertes, alegrías y sufrimientos. A propósito de sus hijos Celia escribió en una carta: "Amo a los niños con locura, nací para tenerlos".
Los padres Martin eran buenos educadores y se esforzaban por criar a sus hijos en santidad: la eucaristía y la oración diaria eran los pilares de su vida. Ambos tenían una fe viva de la que dieron testimonio a su familia y a su entorno, mediante la participación en obras sociales. Eran buenos trabajadores y muy valientes, lo que les ayudó a dirigir la fábrica de encaje que Celia había fundado. En 1865, Celia desarrolló un cáncer de mama y pasó por esta prueba con confianza, diciendo: "Si Dios quiere curarme, estaré muy contenta pues, en el fondo de mi corazón, deseo vivir ; lo que me cuesta es dejar a mi marido y a mis hijas. Pero, por otra parte, me digo : si no me curo es que, quizá, será más útil que yo me vaya”. En este contexto, la pareja fue marcada por la larga prueba de enfermedad y luego la muerte de Celia que sucedió el 28 de agosto de 1877. Tras el fallecimiento, y luego de 19 años de casado, Luis Martin se mudó con sus cinco hijas a Lisieux para vivir con sus suegros, la familia Guérin. Él permanecía atento a cada una de sus hijas y abierto a sus planes de vida religiosa. Con el paso del tiempo, y poco después que Teresita entrara en el convento de las Carmelitas, Luis cayó enfermo y desde el año 1888 comenzó a ser tratado en el hospital Bon-Sauveur de Caen, pero quedó paralizado y luego falleció, el 29 de julio de 1894.
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Ya en 1946 el obispo de Lisieux quiso iniciar las causas de beatificación de Luis y Celia Martin, conocidos por ser los padres de Santa Teresita de Lisieux. De este modo, los procesos de ambos esposos fueron llevados a cabo paralelamente en dos diócesis. Posteriormente, fue el Papa Pablo VI quien quiso unir las dos causas en una sola, lo cual constituyó una primicia en la historia de la Iglesia.
En 1994, el año de la familia, Juan Pablo II reconoció la heroicidad de las virtudes de Luis y Celia Martin y los declaró Venerables. Luego, el Papa Benedicto XVI reconoció el primer milagro que consistió en la curación del pequeño Pietro Schilirò, nacido en Milán, lo que permitió que se llevara a cabo la ceremonia de beatificación en Lisieux, en el año 2008. En 2015, el Papa Francisco reconoció el segundo milagro: la curación de la pequeña Carmen en Valencia.
La canonización de la pareja (una primicia en la historia) fue proclamada por el Papa Francisco el 18 de octubre de 2015 en Roma. Esta canonización, que se llevó a cabo durante el Sínodo episcopal sobre la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo, destaca el matrimonio como un camino hacia la santidad.
Luis y Celia Martin nos dan ejemplo de una vida dedicada a seguir los pasos de Cristo, por eso son un modelo de santidad bastante especial: se convirtieron en un modelo de santidad siendo ambos laicos, aunque cada uno de ellos quiso ser religioso en su momento.
Luis y Celia fueron ejemplares en diferentes aspectos de sus vidas: trabajaron con valentía, compartieron sus ingresos con los más pobres, superaron las pruebas, pusieron al Señor en primer lugar, aceptaron con valentía la enfermedad y ofrecieron sus hijos a Dios. Por lo anterior, hoy en día su canonización es un recordatorio para todos los cristianos de que la santidad está al alcance de todos, es conyugal, es familiar, se vive diariamente en las pruebas y en las alegrías… Ellos han sido un apoyo y un modelo digno de imitar para miles de parejas.
Las reliquias de Luis y Celia Martin han estado viajando por el mundo desde 2015. Ellas permiten a las personas que los reciben presentar a sus parejas, familias y todas las situaciones difíciles al Señor. Por último, el libro Louis et Celia Martin, la sainteté à portée de main (Luis y Celia Martin, la santidad al alcance de todos) escrito por Odile y Sylvain Delye nos permite descubrir la vida de esta extraordinaria pareja.
“Dios, Padre nuestro, te damos gracias por habernos dado a Luis Martin y a Celia Guerin. En la unidad y fidelidad del matrimonio nos ofrecieron el testimonio de una vida cristiana ejemplar, cumpliendo las tareas cotidianas según el espíritu del Evangelio. Educando a una familia numerosa, a través de pruebas, muertes y sufrimientos, manifestaron su confianza en Tí y aceptaron generosamente tu voluntad.
Señor, danos a conocer tus designios respecto a ellos y concédeme la gracia que te pido con la esperanza de que el padre y la madre de Santa Teresita del Niño Jesús puedan, un día, ser propuestos por la Iglesia como ejemplo a las familias de nuestro tiempo.
Amén.”
Oración I
“Dios, Padre nuestro, te damos gracias por habernos dado a Luis Martin y a Celia Guerin. En la unidad y fidelidad del matrimonio nos ofrecieron el testimonio de una vida cristiana ejemplar, cumpliendo las tareas cotidianas según el espíritu del Evangelio. Educando a una familia numerosa, a través de pruebas, muertes y sufrimientos, manifestaron su confianza en Tí y aceptaron generosamente tu voluntad.
Señor, danos a conocer tus designios respecto a ellos y concédeme la gracia que te pido con la esperanza de que el padre y la madre de Santa Teresita del Niño Jesús puedan, un día, ser propuestos por la Iglesia como ejemplo a las familias de nuestro tiempo. Amén.”
Oración II
“Dios de eterno amor, nos has dado en los esposos Luis y Zelia de Martín un hermoso ejemplo de santidad vivida en el matrimonio. Los dos conservaron su fe y su esperanza en medio de los trabajos y dificultades de la vida, y educaron a sus hijos para que llegaran a ser santos. Te pedimos nos concedas vivir la vocación matrimonial como ellos y poder llevar al Cielo a todas nuestras familias. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.”
Oración III
“Dios, Padre nuestro, te damos gracias por habernos dado a Luis Martin y a su esposa Zelia. En la unidad y fidelidad del matrimonio nos ofrecieron el testimonio de una vida cristiana ejemplar, cumpliendo las tareas cotidianas según el espíritu del Evangelio. Educando a una familia numerosa, a través de pruebas, muertes y sufrimientos, manifestaron su confianza en Ti y aceptaron generosamente tu Voluntad. Concédenos matrimonios tan santos como ellos para que sean luz en el mundo de hoy. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.”