Cuando aún era estudiante, San Agustín perdió la fe y tomó el camino equivocado. No obstante, su deseo ardiente de conocer la verdad lo hizo volver su corazón a Cristo, y posteriormente llegar a ser Padre y Doctor de la Iglesia. El Jóven siervo del señor era un Bereber impregnado de la cultura grecolatina, la cual supo integrar sabiamente al pensamiento cristiano. Lo anterior permitió fojar la cultura occidental en su totalidad.
San Agustín fue un hombre que se caracterizó por la búsqueda de lo absoluto y la prevalencia de la verdad en su vida. De hecho, con su sabiduría inusual nos dejó hermosos consejos espirituales, aplicables a nuestra época actual. Las temáticas que aborda se refieren principalmente a nuestra relación con el mundo terrenal (por ejemplo, la relación existente entre la fe y la razón, la conciencia política y personal, el laicismo y el compromiso cristiano...), o a nuestra relación íntima con el reino de los cielos. Por otro lado, su transparencia al narrar su vida pecadora de juventud y posterior conversión en su libro Confesiones, hace que se convierta en un amigo cercano y fiel, cuya experiencia nos puede llevar a crecer en la fe y a enderezar nuestros caminos.
(Encuentra otros santos en la Guía de los santos de Hozana)
La vida de san Agustín se puede retrazar fácilmente gracias a sus numerosos escritos y, en particular, a las Confesiones.
Augustinus Aurelius nació el 13 de noviembre de 354 en Tagaste, en la provincia de Numidia (África romana). Era el hijo de Patricio, un pagano, quien posteriormente se convirtió en catecúmeno, y de Mónica, una cristiana ferviente. De hecho, su madre, quién más tarde sería conocida como Santa Mónica, influyó positivamente en la vida de su hijo, a quien educó en la fe cristiana .
En el año 365, cuando era jóven, San Agustín se marchó a Madaura para estudiar gramática, posteriormente, en el año 370 se fue a Cartago y prosiguió sus estudios de retórica. Allí vivió en concubinato y tuvo un hijo llamado Adeodato, a quien le tenía mucho afecto. Mientras que sus estudios transcurrían, la lectura del "Hortensius" de Cicerón despertó en su vida ese amor por la sabiduría y el deseo de querer comprender la Biblia. No obstante, su primer acercamiento a las Sagradas Escrituras fue infructuoso y, profundamente decepcionado, empezó a seguir la doctrina del maniqueísmo.
Un tiempo más tarde San Agustín logró ser maestro en Cartago y luego se marchó para seguir su labor educativa en Roma y Milán. Curiosamente allí conoció a un obispo llamado San Ambrosio: mientras predicaba, San Agustín lo escuchaba atentamente y poco a poco sus palabras le permitirían conciliar la Filosofía y la Biblia en Jesucristo, lo cual, hasta ese momento era un aspecto complejo, e incluso difícil de resolver para San Agustín, a tal punto que le impedía avanzar en el camino del cristianismo. No obstante, después de estos hecho, el joven continuó su camino de conocimiento con la lectura de algunos libros platónicos y de las Epístolas de San Pablo. Poco después, en el año de 386, Agustín experimentó una conversión deslumbrante en el jardín de Milán, la cual lo motivó a separarse de su pareja y mudarse con su madre e hijo a Milán, de modo que pudiera prepararse para el bautismo. Luego, el joven decidió hacer un retiro en Casiciaco, y durante ese período de intimidad con Dios logró escribir los Diálogos y los Soliloquios .
Un año más tarde, durante la noche de Pascua del año 387, San Ambrosio bautizó a Agustín en la catedral de Milán. Ese mismo día también Alipio y Adeodato su hijo recibieron el santo sacramento del bautizo. Poco tiempo después, mientras San Agustín hablaba de Dios con su madre, en un albergue de Ostia, ambos experimentaron un éxtasis profundo que lo marcó de por vida. Sin embargo, poco después su madre enfermó y murió repentinamente, dejando a su hijo con el corazón destrozado. Los meses pasaron y san Agustín retomó fuerzas para volver a Roma y luego emprender un viaje a África, con la idea de llevar una vida de tipo monástica en comunidad, para ponerse al servicio de Dios. Es así como desde el año 388, Agustín comenzó a llebar una vida de comunidad en Tagaste y, tres años más tarde, en el 391, fue ordenado sacerdote en Hipona, lugar donde fundó el monasterio del jardín. Allí, su vida transcurría entre la oración, el estudio y la predicación, en compañia de otros hermanos.
En el 396 fue nombrado obispo titular de Hipona: este cargo lo ocupó durante 35 años y le permitió ejercer una gran influencia en la conducta de la Iglesia católica de África romana. Durante su vida al servicio de Dios, Agustín demostró ser un obispo ejemplar: predicaba varias veces a la semana, mientras ayudaba a los pobres y los huérfanos. Además, se encargaba de la formación del clero y de la organización de los monasterios femeninos y masculinos. Cabe destacar que, mientras cumplía con su deber, el obispo escribió sus dos obras más famosas: en el 397 comenzó a escribir las Confesiones, y en el 413, La Ciudad de Dios.
Por otro lado, Agustín también participó activamente en los concilios en Cartago, y en el año 411, hizo parte de la Conferencia de Cartago, que se llevó a cabo entre los obispos católicos y donatistas. Además, estuvo presente en la lucha contra Pelagio, la cual terminó en el año 416, cuando se llevó a cabo el Concilio de Mileve contra los Pelagianos. De este modo, el obispo de Hipona se enfrentó a fuertes heregías que causaron gran división entre los cristianos. Además, lleno de tenacidad y sabiduría logró levantarse como uno de los representantes más importantes del cristianismo de su tiempo. En el año 426, después de haber nombrado un sucesor, Agustín redactó las Revisiones. En el 429, los vándalos llegaron a África y asediaron Hipona. Estas circunstancias desagradables hicieron que San Agustín enfermara gravemente. No obstante, a pesar de la adversidad, su amigo Posidio cuenta que tenía los salmos penitenciales colgados en la pared de su habitación, y pasó los últimos días de su vida leyéndolos y derramando muchas lágrimas de tristeza. Finalmente, murió el 28 de agosto de 430 .
San Agustín fue canonizado en 1298 por el Papa Bonifacio VIII . Al ser considerado uno de los principales Padres de la Iglesia latina, fue proclamado Doctor de la Iglesia ese mismo año. Su fiesta se celebra el 28 de agosto, y es considerado el santo patrono de los teólogos. De hecho, este hombre especialmente inteligente, con una mente inusual, dejó tras su muerte una enseñanza lena de riqueza, la cual ha nutrido a miles de cristianos a lo largo de los siglos. Cabe resaltar que San Agustín también es conocido por aquellos que saben poco sobre el cristianismo, ya que su influencia política, cultural y filosófica fue bastante prominente. De hecho, las personas consideran particularmente sus pensamientos filosóficos sobre el tiempo y la muerte, no obstante, su influencia espiritual es aún más notoria y digna de admirar.
Las catequesis de Benedicto XVI sobre San Agustín permiten comprender claramente la espiritualidad del santo obispo de Hipona. A continuación presentamos varios aspectos esenciales desarrollados por San Agustín, así como hermosas citas que nos permiten conocer mejor su pensamiento:
San Agustín percibe esta cercanía con mucha intensidad; en las Confesiones dice: “Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti. »« Tú, oh Dios, dame la fuerza de buscar, tú que me has hecho encontrarte y que me has dado la esperanza de encontrarte siempre de nuevo."
San Agustín proclamaba fervientemente el regreso a la interioridad espiritual para encontrarse con Dios; en sus Sermones dice: “Si vuelves a tu corazón, vuelves a Dios desde un lugar cercano a ti. Si todas estas cosas te molestan, es que has salido de ti; eres un exiliado de tu interior. Te sientes agitado por las cosas que están fuera de ti y te pierdes.” San Agustín nos invita a callar para escuchar la leve brisa, y a explorar nuestra interioridad, sabiendo que Dios está en nosotros: “No te límites a la superficie; desciende a ti mismo, penetra en el interior de tu corazón. Examina cuidadosamente tu alma ” (Sermones). Cabe destacar que, esta atención particular prestada al misterio de Dios, que se esconde detrás del “ yo ”, fue algo extraordinario y sin precedentes.
Este tema era muy importante para san Agustín, un hombre que abandonó la fe recibida de parte de su madre, al no lograr comprenderla de forma razonable. No obstante, después de su conversión, recibió un gran discernimiento y sabiduría espiritual, que le motivaban a hablar constantemente sobre esta alianza esencial entre la fe y la razón, diciendo: "ellas son las dos fuerzas que nos llevan al conocimiento".
Cuando regresó a África en 388, San Agustín estableció una comunidad en Tagaste, y con motivo de este suceso, escribió una regla, conocida actualmente como la Regla de San Agustín. Esta regla sirvió de base para los Canónigos Regulares de San Agustín, es decir, los clérigos que desde la edad media llevan una vida de comunidad en un monasterio, mientras ejercen un ministerio sacerdotal y pastoral dentro de las parroquias.
San Agustín es el Padre de la Iglesia que dejó el mayor número de obras. De hecho, se conocen más de 1000 publicaciones diversas, entre las cuales se encuentran escritos filosóficos, apologéticos, doctrinales, morales, monásticos, exegéticos, antiheréticos. A esto se suman numerosas cartas y homilías. Por otro lado, entre estos escritos se destacan varias obras excepcionales de gran alcance teológico y filosófico.
Oración "No llores si me amas" de San Agustín
“No llores si me amas,
Si conocieras el don de Dios y lo que es el cielo.
Si pudieras oír el cántico de los ángeles
y verme en medio de ellos.
Si pudieras ver desarrollarse ante tus ojos; los horizontes, los campos
y los nuevos senderos que atravieso.
Si por un instante pudieras contemplar como yo,
la Belleza ante la cual las bellezas palidecen.
¡Cómo! ¿tú me has visto,
me has amado en el país de las sombras
y no te resignas a verme y
amarme en el país de las inmutables realidades?
Créeme.
Cuando la muerte venga a romper las ligaduras
como ha roto las que a mí me encadenaban,
cuando llegue un día que Dios ha fijado y conoce,
y tu alma venga a este cielo en que te ha precedido la mía,
ese día volverás a verme,
sentirás que te sigo amando,
que te amé, y encontrarás mi corazón
con todas sus ternuras purificadas.
Volverás a verme en transfiguración, en éxtasis, feliz
ya no esperando la muerte, sino avanzando contigo,
que te llevaré de la mano por
senderos nuevos de Luz y de Vida.
Enjuga tu llanto y no llores si me amas.
Amén.
Oraciones a San Agustín
Oración a San Agustín:
"Oh Bendito San Agustín, el Señor te ha elegido para ser el pastor de su Iglesia y te ha llenado de su Espíritu de Sabiduría e inteligencia.
También has sido elegido para ser el padre y protector de nuestra casa.
Toda tu vida has buscado a Dios con todo el ardor de tu corazón.
Con fe, confianza, amor y perseverancia ya que eres nuestro Padre, te pedimos:
A través de las gracias que deseamos, consigue que seamos fortalecidos en la fe, la esperanza y el amor en el camino de la vida, para ser como tú, sedientos de Dios, fuente de verdadera sabiduría y no de encontrar nuestro reposo sólo en Él, autor del amor eterno."