Lucia dos Santos nació el 22 de marzo de 1907 en Aljustrel, una aldea cercana a Fátima, en Portugal. Sus padres trabajaban la tierra y ella era pastora, al igual que sus primos, Jacinta y Francisco Marto. Cuando tenía seis años, Lucía hizo la primera comunión y se dirigió al cielo diciendo: "¡Señor, hazme santa! Mantén mi corazón siempre puro, sólo para ti".
Se sabe que en el año 1915 la pequeña comenzó a tener visiones de un ángel en repetidas ocasiones y, finalmente, en 1917 ocurrieron las principales apariciones de la Virgen de Fátima. De hecho, Lucía era la mayor de los tres niños videntes y fue ella quien habló con la Virgen durante las apariciones de Nuestra Señora de Fátima. En los años siguientes a las apariciones, la fama de Fátima creció y la joven Lucía era bastante solicitada. Por tal razón, el obispo decidió alejarla de todo esto, por su propio bienestar, y recluirla en la escuela de las hermanas Doroteas en Vilar. Allí, las hermanas notaron que su amor por la Santísima Virgen y su relación con ella eran extraordinarios. ¡Lucía era obediente en todo y aceptaba las tareas más desagradables con mucho entusiasmo!
En el año de 1926, ingresó en el noviciado de las Hermanas de Santa Dorotea en Tuy, España. En 1934 realizó sus votos perpetuos y recibió el nombre de Sor María de los Dolores. Cabe destacar que desde su ingreso en el convento, Lucía recibió grandes revelaciones de la Virgen: entre 1925 y 1926, en Pontevedra, la Virgen María pidió la aprobación de la devoción reparadora de los cinco primeros sábados del mes. Luego, en 1929, en la ciudad de Tui, solicitó la consagración de Rusia al Inmaculado Corazón de María por un acto específico del Papa, en unión con los obispos. A pesar de esta petición especial de la Virgen, Sor Lucía tuvo que enfrentarse a la indiferencia, incluso la hostilidad, del Papa y a la desconfianza de su obispo, Monseñor da Silva, quien, en un principio, desatendió totalmente sus peticiones. En el año de 1929, Lucía tuvo una visión de la Santísima Trinidad.
En 1948, luego de recibir una autorización especial del Papa, Sor Lucia ingresó al convento carmelita de Santa Teresa, en Coimbra (Portugal), donde permaneció hasta el final de sus días. En mayo de 1949, emitió sus votos solemnes y tomó el nombre de Sor María de Jesús y del Corazón Inmaculado. Cabe destacar que, en el convento, la vida de Sor Lucía transcurría lejos de la curiosidad de la gente, entre momentos de recogimiento, soledad y silencio… De hecho, la hermanita rezaba el rosario todos los días, mientras recorría uno de los callejones del convento, y muy a menudo, la superiora la sorprendía “regañando a los pastorcillos por haberse ido al cielo y haberla dejado sola”.
El 13 de febrero de 2005, el Señor decidió llevarse de este mundo a Sor Lucía, a la edad de 97 años. Su cuerpo fue enterrado en el convento carmelita de Coimbra.
El proceso de beatificación de la Hermana Lucía aún se está gestionando, mientras que sus primos Jacinta y Francisco Marto ya han sido declarados santos. Lo anterior se debe a que su fallecimiento es bastante reciente. Cabe anotar que, su causa de beatificación fue abierta el 13 de febrero de 2008, en la diócesis de Coimbra, luego que el Papa Benedicto XVI la eximiera del plazo de espera, de cinco años después de su muerte, para iniciar dicho proceso. En 2017, la investigación exhaustiva de la vida de Sor Lucía fue cerrada y enviada a Roma; el siguiente paso es esperar que la Santa Sede reconozca la heroicidad de sus virtudes. Luego de esto, se requiere el reconocimiento de un milagro, que permitirá la beatificación y posterior canonización de esta gran Sierva de Dios.
La Virgen había pedido a la pequeña Lucía que aprendiera a leer y a escribir, pues estas dos habilidades eran esenciales para poder cumplir la misión a la cual fue llamada. En 1925, el obispo le pidió que escribiera sus recuerdos de Jacinta, y Lucía obedeció sin reparos redactando la obra el Retrato de Jacinta, la cual es la primera narración del libro Memorias de la Hermana Lucía. Cabe destacar que esta obra en particular tuvo un gran impacto en la comunidad cristiana de la época. En total, Sor Lucía escribió seis Memorias a lo largo de su vida: las cuatro primeras entre 1935 y 1941, y las dos últimas en 1989 y 1993, respectivamente. Además, la Hermana también escribió el libro “Las Llamadas del mensaje de Fátima”.
Lucía no solo escribió libros sino también muchas cartas, con la finalidad de dar respuesta a quienes deseaban conocer el “Tercer Secreto de Fátima”, que, en su momento, sólo fue revelado al obispo y al papa. Además de esto, las personas también le pedían su interpretación sobre las peticiones de la Virgen María, especialmente sobre “la Consagración de Rusia”. De hecho, Sor Lucía se reunió varias veces con el Papa Juan Pablo II para hablarle de los tres secretos de Fátima..
Por otro lado, las declaraciones dadas por la Hermana Lucía al Padre Fuentes, en el año de 1957, contienen profecías muy valiosas para la iglesia. A continuación, un extracto de esta conversación: “Padre, la Santísima Virgen no me dijo que nos encontramos en los ÚLTIMOS TIEMPOS del mundo, pero me lo dió a demostrar por tres motivos:
El primero, porque me dijo que el demonio está librando una batalla decisiva con la Virgen y una batalla decisiva, es una batalla final en donde se va a saber de qué partido es la victoria, de qué partido es la derrota. Así que ahora, o somos de Dios, o somos del demonio; no hay término medio.
Lo segundo, porque me dijo, tanto a mis primos como a mí, que dos eran los últimos remedios que Dios daba al mundo; el Santo Rosario y la devoción al Inmaculado Corazón de María. Y, al ser los últimos remedios, quiere decir que son los últimos, que ya no va a haber otros”.
A lo largo de su vida, la Hermana Lucía no dejó de transmitir el mensaje que recibió de la Santa Virgen en Fátima.
De hecho, podemos resumir el llamado que hizo la Virgen en Fátima, mediante las siguientes palabras de Sor Lucía: "Hay dos maneras de salvar al mundo: la oración y el sacrificio. Luego, el Santo Rosario. Por último, la devoción al Corazón Inmaculado de María”.
Sor Lucía no dejaba de repetir que las oraciones y los sacrificios por la conversión de los pecadores eran el pilar fundamental de la devoción al Corazón Inmaculado de María. Al respecto, se refirió diciendo: “la conversión de los pecadores y el regreso de las almas a Dios: esta idea se ha repetido en todas las apariciones, por lo que considero que es la esencia del mensaje”. Cuando le preguntaron qué entendía por sacrificio, la Hermana Lucía respondió diciendo: “Por sacrificio, la Virgen dijo que se refería al cumplimiento leal del deber de estado diario de cada persona”.
Esto es lo que dice Sor Lucía sobre el Santo Rosario: “Mire, Padre, la Santísima Virgen, en estos últimos tiempos en los que vivimos, ha dado una nueva eficacia al rezo del Rosario, hasta tal punto, que no hay problema, ni cuestión por difícil que sea, tanto temporal o sobre todo espiritual, en la vida personal de cada uno de nosotros, de nuestras familias, de las familias del mundo, o de las comunidades religiosas, o incluso de la vida de los pueblos y de las naciones, que no pueda ser resuelto por el Rosario. No hay problema, le digo, ni asunto por difícil que sea, que nosotros no podamos resolverlo con el rezo del Santo Rosario.
Con el Santo Rosario nos santificaremos, nos salvaremos, consolaremos a nuestro Señor y obtendremos la salvación de muchas almas”.
La Virgen se apareció a la Hermana Lucía el 10 de diciembre de 1925, en Pontevedra, para darle los detalles sobre la devoción a su Inmaculado Corazón y pedirle que comenzara a difundirla.
Me dijo: “Tú, al menos, busca consolarme, y di que todos aquellos que, por cinco meses, en el primer sábado, se confiesen recibiendo después la santa Comunión, recen un rosario, y Me hagan quince minutos de compañía meditando sobre los quince misterios del rosario, con la intención de darme alivio, yo prometo asistirles en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para la salvación de estas almas”.
Oraciones a Sor Lucía
Oración para pedir la Beatificación de la Sierva de Dios Sor Lucía
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo,
os adoro profundamente y os agradezco las apariciones
de la Santísima Virgen en Fátima para manifestar al mundo
las riquezas de su Corazón Inmaculado.
Por los méritos infinitos del Santísimo Corazón de Jesús y
del Corazón Inmaculado de María, os pido que,
si es para vuestra mayor gloria y bien de nuestras almas,
os dignéis glorificar ante la Santa Iglesia a la Hermana Lucía,
pastorcita de Fátima, concediéndonos,
por su intercesión, la gracia que os pedimos...
Amén”.
Después reza un Padre nuestro, un Ave María y un Gloria al Padre.
Aquí puedes encontrar otra oración a Nuestra Señora de Fátima.
Con Hozana, puedes rezar un Rosario cada día, en respuesta a la solicitud de la Virgen de Fátima
También puedes unirte a esta novena para conmemorar a Nuestra Señora de Fátima, considerada la aparición mariana más importante del siglo XX.