Las apariciones de Fátima sucedieron en la pequeña ciudad de Fátima (Portugal), en el año de 1917. De hecho, fueron tres partorcitos quienes tuvieron el privilegio de ver a la Virgen de Fátima venir a dar un mensaje al mundo. El mensaje de Fátima hace un llamado a la oración y demanda específicamente la devoción a la Virgen.
La fiesta de Nuestra Señora de Fátima se celebra el 13 de mayo, y se prepara con la novena a Nuestra Señora de Fátima.
La primera aparición presenciada por los tres pastorcitos de Fátima, Lucía Dos Santos y sus primos Francisco y Jacinta Marto, fue la de un hermoso ángel: sucedió que en la primavera de 1916, mientras los niños jugaban en la colina Cabeço, se les apareció un ser luminoso que les dijo: “¡No temáis! Soy el Ángel de la Paz. Orad conmigo.” Este, arrodillándose, inclinó la cabeza hacia el suelo y los niños hicieron lo mismo. Posteriormente, repititeron las siguientes palabras: “¡Dios mío! yo creo, adoro, espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman”. Juntos, rezaron esta hermosa oración tres veces, y luego, levantándose, el ángel les dijo: “Orad así. Los Corazones de Jesús y María están atentos a la voz de vuestras súplicas”.
Un día de verano de 1916, mientras los niños jugaban junto a un pozo en un lugar llamado Arneiro, el ángel se apareció por segunda vez. Lucía, la mayor de los videntes, en su narración describe este suceso como sigue: “De repente vimos al mismo ángel” y me dijo “¿Qué hacéis? ¡Rezad! ¡Rezad mucho! Los Corazones de Jesús y María tienen sobre vosotros designios de misericordia. Ofreced constantemente al Altísimo oraciones y sacrificios”
— “¿Cómo debemos sacrificarnos?” —preguntó la pequeña.
— “De todo lo que podáis, ofreced a Dios un sacrificio de reparación por los pecados con que Él es ofendido y de súplica por la conversión de los pecadores. Atraed así la paz sobre vuestra patria. Soy su Ángel de la guarda, el Ángel de Portugal. Sobre todo, aceptad y soportad con sumisión el sufrimiento que Nuestro Señor os envíe”.
El ángel vino a ver por última vez a los niños en el otoño de 1916. Aconteció que, mientras cuidaban su rebaño en la colina, los pastorcitos estaban postrados, rezando la oración del ángel. De repente, vieron una luz… Lucía narra la aparición como sigue: “Nos levantamos para ver lo que sucedía, y vemos al ángel con un cáliz en su mano izquierda, sobre el que estaba suspendida una hostia, de la cual caían algunas gotas de Sangre dentro del cáliz”. Posteriormente, el Ángel se postró en tierra y repitió tres veces la siguiente oración: “Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, os ofrezco el preciosísimo cuerpo, sangre, alma y divinidad de Jesucristo, presente en todos los sagrarios de la tierra, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que El mismo es ofendido. Y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón y del Corazón Inmaculado de María, os pido la conversión de los pobres pecadores”. Después, el ángel dio la santa hostia a Lucía, y dio a beber la sangre del cáliz a Francisco y Jacinta, diciendo: “tomad y bebed el cuerpo y la sangre de Jesucristo, horriblemente ultrajado por los hombres ingratos. reparad sus crímenes y consolad a vuestro Dios”.
Aquel día, los tres pastorctos habían llevado a sus ovejas a pastar en Cova da Iria. Después de rezar el Santo Rosario como de costumbre, vieron dos relámpagos y decidieron regresar a casa. En el camino, vieron, sentada sobre un árbol de encina, a “Señora vestida toda de blanco, más brillante que el sol y esparciendo luz más clara e intensa que un vaso de cristal lleno de agua cristalina atravesado por los rayos del sol más ardiente". Este es el diálogo que mantuvieron Lucía y la Santísima Virgen:
“No tengáis miedo. No voy a haceros daño”.
—“¿De dónde es Vuestra Merced?”, le pregunté.
—“Soy del Cielo”.
—“¿Y qué es lo que Vuestra Merced quiere de mí?”
—“Vine para pediros que volváis aquí durante seis meses seguidos, el día trece y a esta misma hora. Después os diré quién soy y lo que quiero. Y volveré aquí una séptima vez”.
Los tres pastorcitos
—“¿Yo también iré al cielo?”
—“Sí, vas a ir”.
—“¿Y Jacinta?”
—“También”.
—“¿Y Francisco?”
—“También, pero tiene que rezar muchos rosarios”.
Entonces me acordé de preguntar por dos muchachas que habían muerto hacía poco. Eran amigas mías e iban a mi casa a aprender a tejer con mi hermana mayor.
—“María de las Nieves, ¿está ya en el cielo?”
—“Sí, ya está”.
—“¿Y Amelia?”
—“Estará en el purgatorio hasta el fin del mundo”.
—“¿Queréis ofreceros a Dios, para soportar todos los sufrimientos que os quiera enviar en reparación por los pecados con que Él es ofendido y de súplica por la conversión de los pecadores?”
—“Sí, queremos”.
—“Iréis, pues, a sufrir mucho, pero la gracia de Dios os confortará”.
Entonces, por un impulso sobrenatural, los niños cayeron al suelo y comenzaron a repetir: “Santísima Trinidad, yo te adoro. Dios mío, Dios mío, yo te amo en el Santísimo Sacramento”.
Pasados los primeros momentos la Virgen añadió:
—“Rezad el Rosario todos los días para alcanzar la paz del mundo y el fin de la guerra”
Posteriormente, la virgen comenzó a elevarse al cielo hasta desaparecer totalmente.
Cuando sucedió la segunda aparición, los tres pastorcitos y varias decenas de personas se habían reunido en Cova da Iria para rezar juntos el Santo Rosario. De repente, al igual que en la ocasión anterior, un relámpago precedió la venida de la Virgen, y luego apareció la hermosa dama sentada en el mismo árbol de encina. En esta ocasión, también fue Lucía quien habló con la Virgen:
— “Por favor dígame, Señora, ¿qué es lo que quiere de mí?”
— “Quiero que vengas aquí el día trece del mes que viene. Quiero que continúes diciendo el Rosario todos los días. Quiero que aprendan a leer y escribir, y luego les diré que más quiero de ustedes”.
Lucía pidió la sanación de un enfermo.
—“Si se convierte, será sanado este año”.
—"¿Nos llevarás al cielo?"
—Sí, me llevaré a Jacinta y a Francisco muy pronto, pero tú te quedarás un poco más, ya que Jesús desea que tú me hagas conocer y amar en la tierra. El también desea que tu establezcas devoción en el mundo entero a mi Inmaculado Corazón.
—"¿Debo permanecer en el mundo sola?"
—No sola, hija mía, y no debes estar triste. Yo estaré contigo siempre, y mi Inmaculado Corazón será tu consuelo y el camino que te llevará hacia Dios.
En el momento en el que ella dijo las últimas palabras a los niños, un reflejo de esa luz intensa (de la Virgen) los envolvió. Lucía explica que “Jacinta y Francisco parecían estar en la parte de la luz que se elevaba hacia los Cielos, y yo en la parte que se derramaba sobre la tierra”. De inmediato, Lucía dice que vieron “en frente de la palma de la mano derecha de Nuestra Señora estaba un corazón rodeado de espinas que parecían clavársele. Entendimos que era el Inmaculado Corazón de María ofrecido por los pecados de la humanidad, deseando ansiosamente reparación”. Luego, la Virgen desapareció nuevamente.
Esta vez, miles de personas se reunieron en Cova da Iria para presenciar la aparición. En el mes anterior, los niños se habían visto muy afectados por las acusaciones de los sacerdotes o de sus padres. No obstante, a pesar de las prohibiciones y del ambiente hostil, llegaron al lugar de siempre y Lucía preguntó:
—“¿Qué quieres de mí?”
— “Quiero que vengan aquí el día trece del mes que viene. Continúen diciendo el Rosario todos los días en honor a Nuestra Señora del Rosario, para obtener la paz del mundo y el final de la guerra, porque sólo ella puede obtenerlo”.
Lucia prosiguió con el diálogo:
—“Yo quisiera preguntarle quien es usted, y si puede hacer un milagro para que todo el mundo sepa a ciencia cierta que se ha aparecido”
—“Deben venir aquí todos los meses, y en octubre yo te diré quién soy y lo que quiero. Después haré un milagro para que todos crean”.
Por tanto, segura de lo que hacía, Lucia comenzó a poner ante la Señora las peticiones que todos le habían confiado. De inmediato, la Virgen María insistió en la necesidad de presentar sacrificios y confió la profecía a los niños: se trataba de un mensaje se debía guardar en secreto. Posteriormente, volvió a pronunciarse, diciendo: “Hagan sacrificios por los pecadores, y digan seguido, especialmente cuando hagan un sacrificio: Oh Jesús, esto es por amor a ti, por la conversión de los pecadores, y en reparación por las ofensas cometidas contra el Inmaculado Corazón de María”.
Así fue como los niños recibieron el maravilloso "Secreto de Fátima", el cual está dividido en tres partes: primero tuvieron una visión del infierno, que les asustó tanto, al punto que Lucía dio un grito de miedo. Despavoridos, miraron a la Virgen, quien dulcemente les contó la segunda parte del Secreto de Fátima. Fue entonces cuando los tres videntes tuvieron otra visión que constituye la tercera parte del Secreto de Fátima. Cabe anotar que la Virgen pidió a los niños que no se lo contaran a nadie más que a Francisco. También les dijo: “cuando ustedes recen el Rosario, digan después de cada misterio: Oh mi buen Jesús, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, especialmente a las más necesitadas de tu divina Misericordia”.
El 13 de agosto de 1917, fecha en la cual debía suceder la aparición, los tres niños estaban en la cárcel. Los pequeños fueron liberados el día 15, y el 19 se dirigieron a las inmediaciones de Cova da Iria con su rebaño. Allí se les apareció la Virgen nuevamente, y Lucía volvió a repetir las mismas palabras:
—"¿Qué quieres de mí?"
—“Quiero que sigas yendo a la Cova da Iria el día 13, y que sigas rezando el Rosario todos los días. En el último mes, realizaré el milagro para que todos crean. Si no te hubieran encarcelado en la ciudad, el milagro habría sido más conocido. San José vendrá con el Niño Jesús para dar paz al mundo. Nuestro Señor vendrá a bendecir al pueblo. También vendrán Nuestra Señora del Rosario y Nuestra Señora de los Dolores”.
Luego, Lucía hizo una pregunta que le habían hecho sobre el dinero que los peregrinos habían ofrendado, a lo cual la Virgen respondió: “Quiero que hagan dos camillas de procesión para la fiesta de Nuestra Señora del Rosario. Quiero que tú y Jacinta lleven una de ellas con dos otras niñas. Ustedes dos se vestirán de blanco. Y luego quiero que Francisco, con tres niños ayudándolo, cargue la otra. Los niños también han de vestir de blanco. Lo que quede de las ofrendas ayudará para la construcción de la capilla que ha de ser construida aquí”.
Posteriormente, Lucía volvió a preguntar por la sanación de algunos enfermos
— “Sí, curaré algunos de ellos dentro de un año”.
Luego, asumiendo una expresión triste, la Virgen agregó:
— “Oren, oren mucho y hagan sacrificios por los pecadores, porque muchas almas van al infierno porque no tienen a nadie que se sacrifique y ore por ellos”.
Habiendo dicho esto se retiró como lo había hecho en otras ocasiones.
Mientras los niños eran constantemente puestos a prueba mediante interrogatorios y burlas, el número de personas conmovidas, que creían en las apariciones, seguía creciendo. El 13 de septiembre, 30.000 personas se reunieron en Cova da Iria. "¿Qué quieres de mí?” preguntó Lucía.
— “Seguid rezando el rosario para acabar con la guerra. En octubre vendrá Nuestro Señor, Nuestra Señora de los Dolores, Nuestra Señora del Carmen y San José con el Niño Jesús; Bendecirá al mundo. Dios está contento con tus sacrificios, pero no quiere que te duermas con la cuerda. Úselo solo durante el día. "
Acto seguido, Lucía presentó a la Virgen las peticiones de curación y conversiones que se le habían encomendado. La Virgen respondió con amabilidad y paciencia, repitió que daría muchas gracias y aseguró a Lucía que haría un milagro en octubre. Luego, la Virgen comenzó a elevarse, desapareciendo como de costumbre.
La Virgen había anunciado un gran milagro el 13 de octubre, y ese día se habían reunido entre 50.000 y 80.000 personas, creyentes y no creyentes. De repente, los tres niños vieron el rayo, Lucía dijo: “Qué quieres de mi”
— “Quiero que se construya una capilla aquí en mi honor. Quiero que continúen diciendo el Rosario todos los días. La guerra pronto terminará, y los soldados regresarán a sus hogares”
Lucía pidió a la Virgen que curara a los enfermos y convirtiera a los pecadores. La Virgen, con una mirada más triste, añadió: “¡No ofendamos más a Dios, Nuestro Señor, que ya está demasiado ofendido!”
Poco después, Lucía gritó: “¡Se va! ¡Se va!” Lucía cuenta lo que vio: “Entonces, al abrir sus manos, las reflejó en el sol”. Y mientras se elevaba, seguía el reflejo de su propia luz proyectándose en el sol (…)”. Lucía gritó entonces: "¡Miren el sol!”
El padre de Jacinta y muchas otras personas fueron testigos del milagro del sol. Lucía narró los hechos así: “a pesar de su brillo intenso, podía ser mirado directamente sin herir la vista. La multitud lo contemplaba absorta, cuando súbitamente el astro se puso a “bailar”, giró intensamente como una gigantesca rueda de fuego. Se detuvo de repente, y poco después comenzó nuevamente a girar sobre sí mismo a una velocidad sorprendente. Finalmente, en un torbellino vertiginoso, sus bordes adquirieron un color escarlata, esparciendo llamas rojas en todas direcciones, las que se empezaron a reflejar en el suelo, en los árboles, en los rostros vueltos hacia el cielo, y en las ropas, tomando tonalidades brillantes y diferentes colores.”
A lo largo de diez minutos, la multitud estuvo presenciando el grandioso milagro cósmico, los tres videntes estuvieron contemplando un espectáculo diferente. Según su promesa, la Virgen María les mostró tres escenas sucesivas en el cielo: la visión de la Sagrada Familia, la visión de Nuestra Señora de los Dolores y la visión de Nuestra Señora del Monte Carmelo.
La Virgen María, durante las apariciones de Fátima, pidió a los pastorcitos que le rezaran, por eso, Hozana ofrece diferentes comunidades de oración para ayudar a rezar a la Virgen, entre las cuales podrás encontrar comunidades para rezar el Rosario. Por ejemplo: