Santa Catalina de Siena

Una mujer audaz y sabia

Durante sus incansables viajes, ella, la reclusa silenciosa, hizo dialogar a una Europa que estaba en crisis. Ella, la novia mística, a la que Cristo ofreció un espléndido anillo a cambio de su corazón, estaba comprometida de lleno con los problemas sociales y políticos de su época. Tanto así que como mujer, como laica, se atrevió a alzar la voz y solicitar la reforma interior de la Iglesia, que estaba desgarrada en aquel entonces. ¿El Papa estaba exiliado en Aviñón? Pues ella, llamándolo "el dulce Cristo en la tierra" lo condujo a retornar a Roma. Catalina fue una mujer que, aunque tuvo muchas visiones, supo mantener los pies sobre la tierra, por lo tanto, su doctrina es sana y segura. De hecho, el corazón y la cabeza de esta audaz Doctora de la Iglesia marcharon al mismo unísono.

(Encuentra otras santas y santos en la Guía de Santos de Hozana)

Biografía de Catalina de Siena

Catalina Benincasa nació en Siena, Italia, el 25 de marzo de 1347, día de la Anunciación y Domingo de Ramos. Catalina es la penúltima de una familia de 25 hijos. Su padre era tintorero y su madre se encargaba de la casa, que aún existe en Siena. Desde su más tierna infancia, Catalina desarrolló una vida mística. A la edad de seis años, tuvo su primera visión de Cristo con vestiduras pontificias,  y a su lado se encontraban los apóstoles Pedro, Juan y Pablo. De hecho, Catalina hizo voto de castidad y se recogió en oración y penitencia, en respuesta a esta visión que la marcó profundamente. Por otro lado, sus padres deseaban casarla, por lo que le asignaban ciertas tareas domésticas, con la esperanza de distraerla de sus mortificaciones.

A los 16 años, Catalina tuvo una visión de Santo Domingo, tras lo cual ingresó en la Tercera Orden Dominicana, en la rama femenina llamada de las Mantellate. A partir de entonces, permaneció en su familia como laica, se dedicó a la oración, a la penitencia y a las obras de caridad, sobre todo con los enfermos y personas con peste. De este modo, poco a poco se hizo conocida su reputación de santidad y su don como mediadora en las familias

Catalina desarrolló una intensa actividad de asesoramiento espiritual para todo tipo de personas: nobles, políticos, artistas, gente común, personas consagradas, clérigos, etc. De hecho, incluso instó enérgica y eficazmente al Papa Gregorio XI, que en ese momento vivía en Aviñón, a regresar a Roma. Por estas razones, comenzó a formarse en torno a ella una verdadera familia espiritual, constituida por muchas personas, fascinadas por la autoridad moral y la santidad de vida de esta joven. Además, Catalina quedó impresionada por los fenómenos místicos que marcaron su vida, como sus frecuentes éxtasis. Muchas personas se pusieron a su servicio y se convirtieron en sus hijos espirituales, llamándola "madre", por lo que viajó por toda Italia y el sur de Francia, como una verdadera embajadora y pacificadora,  acompañada por sus discípulos amados.

Durante toda su vida, Catalina recibió numerosas gracias místicas. Por ejemplo, en 1368, durante una visión, la Virgen María la presentó a Jesús, y Cristo le entregó un espléndido anillo, diciéndole: "Yo, tu Creador y Salvador, te desposo en la fe, que conservarás siempre pura hasta cuando celebres conmigo en el cielo tus bodas eternas”. Otro episodio de la vida mística de Catalina es el intercambio del corazón. El Señor Jesús se le apareció con un corazón humano rojo resplandeciente en la mano, le abrió el pecho, se lo introdujo y le dijo: "Hija, el otro día me llevé tu corazón; hoy te entrego el mío y de aquí en adelante lo tendrás para siempre". Por todo lo sucedido, se puede decir que la vida de Catalina fue un milagro: recibió los estigmas, tuvo el "don de las lágrimas" y muchas veces la hostia volaba de las manos del sacerdote para ir directamente a Catalina. 

Los últimos años de su vida los vivió en Roma y murió muy joven, a los 33 años. Esto ocurrió el 29 de abril de 1380, por lo que la fiesta a Santa Catalina de Siena se celebra el día de su nacimiento en el cielo, es decir, el 29 de abril.

La influencia de Santa Catalina de Siena

El reconocimiento de la Iglesia

Catalina de Siena fue canonizada en 1461 por Pío II y, en 1970, Pablo VI la declaró Doctora de la Iglesia. De hecho, es la segunda mujer que lleva este título después de Santa Teresa de Ávila y antes de Santa Teresita. Además de eso, Pío IX la hizo copatrona de la ciudad de Roma y Pío XII la proclamó Patrona de Italia al mismo nivel que San Francisco de Asís. En 1999, Juan Pablo II la declaró copatrona de Europa con Santa Brígida de Suecia y Santa Teresa Benedicta de la Cruz.

La tumba de Santa Catalina

La tumba de mármol donde se conserva el cuerpo de Santa Catalina de Siena, se encuentra bajo el altar mayor de la Basílica de Santa María en Minerva, en Roma. Esta tumba que data del siglo XV, y que fue restaurada en 1999, representa el cuerpo de la santa, en su parte superior. Además de ello, la cabeza de Santa Catalina se encuentra en un relicario de la Basílica de Santo Domingo, también conocida como Basílica Cateriniana, en Siena.

Obras de Santa Catalina de Siena

Aunque Catalina aprendió a leer con mucha dificultad y a escribir siendo ya adulta, logró formar una obra espiritual de inmensa riqueza. Su obra completa se compone de tres grupos:

Correspondencia: existen unas 378 cartas de Santa Catalina destinadas a diversas personas: papas, cardenales, obispos, reyes, reinas, religiosos, es decir, personas de toda índole. Sus cartas son especiales pues todas comienzan con la frase: En el nombre de Jesús Crucificado y de la dulce María”, después continúa: “Yo, Catalina, sierva…” Esto indica que ella actúa por Cristo y que sus opiniones deben ser recibidas como la expresión de la voluntad divina. 

Por otro lado, Catalina también escribió:

Una colección de oraciones, que cuenta con 26 oraciones de Santa Catalina. De hecho, fueron sus discípulos quienes las recopilaron mientras ella rezaba, visiblemente en voz alta; algunas de estas oraciones fueron pronunciadas durante sus estados de éxtasis.

El Diálogo de la Divina Providencia, o Libro de la Divina Doctrina: es una obra maestra de la literatura espiritual.Fue dictado entre 1377 y 1378 y narra las conversaciones entre Dios Padre y Catalina. De hecho, es una síntesis de su espiritualidad y doctrina.

Herencia espiritual de Santa Catalina de Siena

Raimundo de Capua, futuro Maestro General de la Orden de los Dominicos, se convirtió en confesor e "hijo espiritual" de Santa Catalina, y fue él quien escribió la primera biografía completa de la santa: este escrito es testigo del magnífico legado espiritual de Santa Catalina.

Conocer y amar a Jesús y a su Iglesia

En su obra Diálogo, Santa Catalina describe a Cristo como un puente entre el cielo y la tierra. Este puente está formado por tres escalones que consisten en los pies, el costado y la boca de Jesús. A medida que el alma asciende estos peldaños, pasa por las tres etapas de la santificación: el desprendimiento del pecado, la práctica de la virtud y el amor, y la unión suave y amorosa con Dios. A continuación, un pasaje que da testimonio del amor intenso de Santa Catalina por Cristo: "Por misericordia nos has lavado en la sangre, por misericordia quisiste conversar con las criaturas. ¡Oh loco de amor! ¡No te bastó encarnarte, sino que quisiste también morir! (...) ¡Oh misericordia! El corazón se me ahoga al pensar en ti, porque adondequiera que dirija mi pensamiento, no encuentro sino misericordia.”

La santa que más amó a la Iglesia

Catalina, aunque consciente de los defectos humanos de los sacerdotes, siempre les tuvo un gran respeto por ellos, pues los sacerdotes imparten, a través de los sacramentos y de la Palabra, la fuerza salvadora de la Sangre de Cristo. Santa Catalina siempre hizo un llamado a los sacerdotes, y también al Papa,  a quien llamaba “el dulce Cristo en la tierra”, a ser fieles a sus responsabilidades. La santa de Siena estuvo siempre motivada por un profundo y constante amor hacia la Iglesia, y antes de morir dijo: “Al separarme de mi cuerpo yo, en verdad, he consumido y dado la vida en la Iglesia y por la Iglesia santa, lo cual es una singularísima gracia”. Además, al proclamarla copatrona de Europa, Juan Pablo II dijo de ella: "la joven sienesa entró con paso seguro y palabras ardientes en el corazón de los problemas eclesiales y sociales de su época".

Oraciones de Santa Catalina de Siena

La Oración "Oh Espíritu Santo, ven a mi corazón" 

 “¡Oh Espíritu Santo!, ven a mi corazón y con tu poder llévalo a ti, y dame caridad con temor.
Cristo, líbrame de todo mal pensamiento y caliéntame con tu santísimo amor.
Padre y dulce Señor mío, ayúdame en todos mis deberes”.
“¡Oh Espíritu Santo! Ven a mi corazón.
Con tu poder llévalo a Dios y concédeme la caridad con temor.
¡Cristo! guárdame de todo mal pensamiento;
caliéntame e inflámame con tu dulcísimo amor,
de modo que todo sufrimiento me parezca ligero.
¡Santo Padre y dulce Señor mío!
Ayúdame ahora en mi ministerio.
Cristo, amor; Cristo, amor
Amén”.

Oración de Santa Catalina de Siena a la Virgen María 

"¡Oh María, templo de la Trinidad, portadora del fuego, distribuidora de la Misericordia, María, que has hecho germinar el fruto divino!... 
Tú eres el árbol nuevo que trajo la fragante flor de la Palabra, el Hijo único de Dios. 
En ti, tierra fecunda, fue sembrada la Palabra. Tú eres a la vez la tierra y el árbol. 
Oh María, bendita entre todas las mujeres, tú nos has dado el pan de tu harina: la divinidad ha sido unida y mezclada con la humanidad, con tanta fuerza que ahora nada, ni la muerte ni nuestras ingratitudes, podrán romper la unión".

(Santa Catalina de Siena, 1347 - 1380)

Association Hozana - 8 rue du Palais de Justice, 69005 Lyon

Contáctenos