Francisco nació el 21 de agosto de 1567 en el castillo de Sales, cerca de Annecy, en la Alta Saboya (Francia), un territorio que en ese momento era independiente. Fue bautizado una semana después en la iglesia parroquial de Thorens.
Entre 1578 y 1591, Francisco estudió derecho civil y canónico en París, y luego en Padua, Italia. Durante este período, Francisco pasó por una crisis espiritual debido a la influencia calvinista y a la idea de la predestinación. De hecho, pensó que estaba condenado y experimentó una gran angustia, pero logró liberarse de ello gracias a la oración “acordaos” de San Bernardo de Claraval, lo cual le permitió pronunciar este bello acto de abandono o de confianza: "Te amaré según tú me lo concedas y yo pueda, mucho menos de lo debido, pero no menos de lo que puedo. No puedo amar como debo ni me obliga a más de lo que puedo. Podré más si aumentas mi capacidad, mas nunca llegaré a lo que te mereces." De hecho, esta prueba dejó su huella en Francisco, el cual tuvo una espiritualidad llena de misericordia, bondad y benevolencia.
Francisco deseaba entregar su vida a Dios, a pesar de la reticencia de su padre, quien tenía grandes ambiciones profesionales y matrimoniales para él. Por lo cual fue ordenado sacerdote en 1593 y se puso a trabajar con mucho ánimo, llevando a cabo un ministerio de apostolado. Él llevó una vida sencilla de oración y penitencia, cumpliendo cuidadosamente sus deberes de sacerdote: predicaba, confesaba, reconciliaba y catequizaba, al tiempo que mostraba su preferencia por los pobres, los prisioneros y los niños. En 1602 fue nombrado obispo de la diócesis de Ginebra, en ese momento, la ciudad era un bastión calvinista, por lo que Francisco tuvo la difícil misión de llevar la fe católica a su diócesis. Francisco buscaba que los protestantes volvieran a la verdadera fe a través de la caridad, poniendo la predicación en el centro de su misión. De hecho, formó a los sacerdotes de su diócesis a ser verdaderos "devotos", es decir, cultos y competentes.Además de todo esto, Francisco escribía cartas personales, ponía sus textos en lugares públicos o los pasaba por debajo de las puertas para llegar a aquellos a quién no podía conocer en persona. Para lograr este objetivo, también publicaba pequeños "boletines", creando así, sin saberlo, el primer "periódico" católico. Posteriormente, Francisco conoció a San Vicente de Paúl en París y se hicieron grandes amigos: "Tendía a ver en él al hombre que mejor reflejaba al Hijo de Dios en la tierra".
En 1610 fundó la Orden de la Visitación de Santa María junto a Santa Juana de Chantal, en Annecy (Francia). De hecho, fue en esta orden que Santa Margarita María de Alacoque recibió las revelaciones del Sagrado Corazón de Jesús, unos sesenta años después. Por último, murió el 28 de diciembre de 1622 en Lyon, bastante agotado por la tarea apostólica.
Francisco de Sales fue canonizado en 1665. En 1877, Pío IX lo proclamó Doctor de la Iglesia. Este maravilloso santo es el patrono de los escritores y periodistas católicos. También es el patrono de los sordomudos por haber cuidado, durante 17 años, a un hombre que sufría esta discapacidad. La fiesta de San Francisco de Sales se celebra el 24 de enero de cada año.
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Los escritos de San Francisco de Sales se componen de muchos de sus sermones y entrevistas y de su correspondencia. Sus cartas (más de 2000) dan testimonio de su carisma de director espiritual y su incansable actividad apostólica. Su obra la Introducción a la Vida Devota fue escrita en 1608, y contiene una colección de cartas dirigidas a una Filótea (amiga de Dios). De hecho, este libro fue una respuesta perfecta a las expectativas espirituales de la época y tuvo un éxito inminente, por lo cual fue publicado varias veces, siendo uno de los libros mejores vendidos en el siglo XVII. En 1616, Francisco de Sales también escribió el Tratado del Amor de Dios, que se dirige a cada alma "enamorada" de Dios para ayudarla a progresar en el camino de tener una unión cada vez más profunda con Él, sin importar cual sea su propia vocación.
Si Francisco de Sales es, junto a la Madre Juana de Chantal, el fundador directo de la Orden de la Visitación (las hermanas contemplativas visitandinas viven en claustros y siguen la regla de San Agustín). De hecho, la familia salesiana es bastante grande. Francisco de Sales trajo consigo una gran posteridad espiritual, especialmente a través de la Escuela Francesa. En el siglo XIX, muchas congregaciones y sociedades espirituales se inspiraron en su obra, siendo una de las más difundidas: los misioneros de San Francisco de Sales, los Oblatos de San Francisco de Sales, los Salesianos de Don Bosco, las sociedades de San Francisco de Sales.
Francisco de Sales tenía un carisma obvio para la dirección de las almas y para la predicación; ese hombre que fue llamado "el Doctor del Amor Divino y de la amabilidad evangélica" desarrolló una espiritualidad marcada por la gentileza: lejos de agobiar a las almas con cargas pesadas, insistió en la simplicidad de la santidad que está al alcance de todos, sin importar su vida, y que se caracteriza sobre todo por el amor a Dios y al prójimo. A continuación te presentamos algunas hermosas palabras de San Francisco de Sales que ilustran su espiritualidad, la cual, sorprendentemente es de actualidad.
En cuanto a la predicación: "Nuestras palabras han de estar inflamadas, no con gritos o acciones desmesuradas, sino por el afecto interior; tienen que salir del corazón más que de la boca. Por mucho que se diga, el corazón habla al corazón, mientras que la lengua no habla más que a los oídos".
Actuar con amor: "Es el amor lo que da precio a todas nuestras obras; no es por la grandeza y multiplicidad de nuestras obras por lo que agradamos a Dios, sino por el amor con que las hacemos".
Santidad para todos: "Es un error, y aun una herejía, querer desterrar la vida devota de las compañías de los soldados, del taller de los obreros, de la corte de los príncipes y del hogar de los casados. Dondequiera que nos encontremos, podemos y debemos aspirar a la perfección". Además, también decía: “todos estamos llamados a la santidad, sin excepción alguna”.
Debemos amar nuestra vocación y vivir plenamente "donde el Señor nos ha plantado".
Cumplir con nuestro deber llenos de amor: "No siempre encontramos en nuestro camino grandes acciones; pero siempre podremos hacer excelentemente las pequeñas, es decir, con mucho amor.
“Clamo a ti, oh Dios mío, pronuncio tu santísimo nombre, ¡pero sin poder alcanzarte! Señor, Dios mío, eres más grande que nuestras palabras, más silencioso que nuestro silencio, más profundo que nuestros pensamientos, más alto que nuestros deseos. Danos, oh Dios soberano, tan grande y tan cercano, un corazón vivo, ojos nuevos, para descubrirte y acogerte cuando vengas a nosotros.
Que así sea.”
-Oración traducida de francés por Hozana
Oración I
“Acuérdate Oh piadosísima Virgen María, que jamás oyó decir que hayas abandonado a ninguno de cuantos han acudido a tu amparo, implorando tu protección y reclamando tu auxilio. Animado con esta confianza, también yo acudo a ti, Virgen de las vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados , me atrevo a comparecer ante tu soberana presencia. No desprecies mis súplicas, Madre del Verbo Divino, antes bien, óyelas y acógelas benignamente.
Amén”
Oración II
“Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen!, que nunca se oyó haber sido abandonado ninguno de cuantos acudieron a refugiarse a Vos.
Reina y Señora mía, valedme de abogada con vuestro Santísimo Hijo, a quien no me atrevo yo a recurrir. Madre mía, si es que en el otro mundo he de tener la suma desgracia de no amar a un Señor tan digno de ser amado, alcanzadme, a lo menos, que en éste le ame todo cuanto yo pueda. Esta es la gracia que os pido y espero de Vos.”