Esta hermosa oración escrita por uno de los principales santos católicos -San Agustín de Hipona- nos permite rezar con los santos. A ellos podemos confiar nuestras luchas y nuestras esperanzas para que intercedan por nosotros.
“Reina de todos los santos, Apóstoles y Evangelistas gloriosos, Mártires invencibles, Confesores generosos, Doctores eruditos, Anacoretas ilustres, Monjes y Sacerdotes devotos, Vírgenes puras y mujeres piadosas, me regocijo en la gloria inefable a la que han sido elevados en el Reino de Jesucristo, nuestro divino Maestro.
Bendigo al Altísimo por los extraordinarios dones y favores que les ha concedido y por el sublime rango al que les ha elevado. ¡Oh, amigos de Dios!
¡Oh, ustedes que beben largos tragos del torrente de las delicias eternas, y que habitan esta patria inmortal, esta ciudad bienaventurada, donde abundan las riquezas sólidas! Poderosos protectores, bajen su mirada sobre nosotros, que aún luchamos y gemimos en el exilio, y otórguennos la fuerza y la ayuda que nuestra fragilidad necesita para alcanzar sus virtudes, perpetuar sus triunfos y compartir sus coronas.
¡Oh, todos ustedes, benditos moradores del cielo, santos amigos de Dios, que han atravesado el mar tempestuoso de esta vida perecedera, y que se han ganado el derecho de entrar en el puerto tranquilo de la paz soberana y del descanso eterno!
Oh, almas santas del cielo, que ahora, a salvo de arrecifes y tormentas, gozan de una felicidad que nunca ha de terminar, les imploro, en nombre de la caridad que llena sus corazones, en nombre de Aquel que los eligió y los hizo tal como son, escuchen mi oración.
Tomen parte en nuestros trabajos y en nuestras batallas, ustedes que llevan una corona de gloria incorruptible en sus frentes victoriosas; apiádense de nuestras innumerables miserias, ustedes que están liberados para siempre de este triste exilio; acuérdense de nuestras tentaciones, ustedes que están establecidos en la justicia; preocúpense por nuestra salvación, ustedes que ya no tienen nada que temer por los suyos; sentados tranquilamente en el monte Sion, no olviden a los que aún yacen en el valle de lágrimas.
Poderoso ejército de santos, bendita tropa de apóstoles y evangelistas, mártires, confesores, doctores, anacoretas y monjes, sacerdotes, santas mujeres y vírgenes puras, rueguen sin cesar por nosotros, miserables pecadores. Tiendan hacia nosotros una mano de auxilio, aparten de nuestras cabezas culpables la iracunda justicia de Dios; con sus oraciones, hagan que nuestra frágil embarcación entre en el puerto de la bienaventurada eternidad”.
Hozana te ofrece magníficas comunidades de oración donde puedes rezar a los santos de Dios y caminar con ellos. Por ejemplo: