Cada año, cuarenta días después de la Pascua, se festeja el Día de la Ascensión, también conocido como Jueves de la Ascensión. Durante esta fecha del calendario litúrgico se conmemora la ascensión o subida de Jesús al cielo, la cual se considera un tiempo privilegiado para los cristianos, al permitirles alegrarse de la resurrección de Cristo, después de su muerte en la Cruz. Dicho suceso es sin duda muy importante, pues recuerda que Jesús volvió a reunirse con su padre, venciendo la muerte, y compartiendo su gloria eterna.
Recordemos que, aunque Jesús volvió al cielo, dejando de tener un cuerpo terrenal, ¡no nos dejó solos, sino que prometió enviarnos el Espíritu Santo, nuestro consolador!... Esto explica por qué 10 días después de la Ascensión se celebra el Pentecostés…
A continuación, te presentamos algunas oraciones y novenas para este tiempo de alegría y esperanza que se celebra 10 días después en Pentecostés.
“Señor Jesús, cuando subiste al cielo, los ángeles les decían a los Once: «¡No se queden aquí mirando hacia el cielo!»"
Pero quince días antes,
cerca de la tumba ¿estos mismos ángeles no habían dicho a las mujeres:
"¡No miréis hacia abajo! No está aquí. Ha resucitado"?
¿Serían los ángeles tan caprichosos para cambiar de opinión tan rápidamente?
¿Qué debemos hacer, Señor Jesús: mirar hacia abajo, hacia la tierra, o hacia arriba, hacia el cielo?
Tú, a todos nos dices:
"Yo estoy en el cielo, miren, pues, a lo alto, hacia mi y recen.
Pero también estoy en la tierra, estoy en todos los pobres, los pequeños, los enfermos y los pecadores.
Les queda todavía mucho que hacer allí por ellos y por mí.
Por ahora, al menos.»
Señor Jesús, haz que miremos hacia el cielo sin olvidar la tierra y viceversa.
Porque todo lo que en la tierra hacemos por los tuyos, por Ti lo hacemos”.
-Cardenal Godfried Danneels, traducio del Francés por Hozana
“Tu ascensión al cielo, Señor,
me llena de alegría
porque el tiempo de quedarme mirando ha terminado para mí.
...y el momento de comprometerme ha comenzado.
Lo que me has confiado
rompe el caparazón de mi individualismo
y de mi “quedarme mirando”,
haciendo que me sienta personalmente responsable
de la salvación del mundo.
A mí, Señor, me has confiado tu Evangelio,
para que lo anuncie en todos los caminos del mundo.
Dame la fuerza de la fe,
como la que tuvieron tus primeros apóstoles,
para que no me venza el miedo,
ni las dificultades me detengan,
para que ninguna incomprensión me desanime,
sino que, siempre y en todo lugar, sea yo tu alegre noticia,
una revelación de tu amor,
como lo son los mártires y los santos
en la historia de todos los pueblos del mundo”.
-Padres Dominicos, Provincia Romana de Santa Catalina de Siena.
“Aplaudan, todos los pueblos,
aclamen a Dios con gritos de alegría;
porque el Señor, el Altísimo, es temible,
es el soberano de toda la tierra.
El puso a los pueblos bajo nuestro yugo,
y a las naciones bajo nuestros pies;
él eligió para nosotros una herencia,
que es el orgullo de Jacob, su predilecto.
Dios asciende entre aclamaciones,
asciende al sonido de trompetas.
Canten, canten a nuestro Dios,
canten, canten a nuestro Rey:
Dios es el Rey de toda la tierra,
cántenle un hermoso himno.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado.
Los nobles de los pueblos se reúnen
con el pueblo del Dios de Abraham:
de Dios son los poderosos de la tierra,
y él se ha elevado inmensamente”.
-Versión: El Libro del Pueblo de Dios
Una novena es una oración que se reza durante nueve días. Para darle gracias a Dios y entrar en el misterio de la Ascensión, podemos preparar nuestro corazón rezando ésta durante nueve días hasta el jueves de la Ascensión.
Cada día de la novena podemos orar con:
“Jesús, te rindo homenaje en la fiesta de tu Ascensión a los Cielos. Me alegro de todo corazón por la gloria en que has entrado a reinar como Señor del Cielo y tierra. Cuando acabe la lucha de este mundo, dame la gracia de compartir en el Cielo el gozo de tu victoria por toda la eternidad.
Yo creo que entraste en tu Reino glorioso a preparar mi sitio, pues prometiste volver y llevarme contigo. Concédeme buscar solamente la dicha de tu amor y amistad, para que yo merezca unirme contigo en el Cielo.
Cuando me llegue la hora de subir y presentarme al Padre para rendir cuentas de mi vida, ten compasión de mí.
Jesús, por el amor que me tienes, me has trasladado del mal al bien y de la desgracia a la felicidad. Dame la gracia de elevarme sobre mi debilidad humana. Que tu Humanidad me dé fuerza en la flaqueza y me libre de los pecados.
Con tu gloria dame ánimo de perseverancia, pues me has llamado y justiicado por la fe. Que yo profundice en la vida que me has dado y alcance los premios eternos que prometes.
Tu me amas, buenísimo Jesús. Haz que yo a mi vez te ame. Te pido ahora esta gracia en particular (mencione el favor que desea).
En tu constante providencia, guía mis pasos a la vida gloriosa que has preparado para aquellos que te aman. Hazme crecer en santidad y darte gracias, viviendo fielmente para Ti”.
“Te alabo, Corazón de Jesús amadísimo, Fuente de toda bondad.
Te alabo, Corazón de Jesús, todo bondad, por las infinitas gracias que has dado y seguirás dando a las almas de los justos.
Te alabo, Corazón de Jesús, por el tierno amor con que has aliviado tan frecuentemente los corazones devotos con tu divino consuelo.
Te alabo, Corazón de Jesús, que eres todo amor, por la plenitud de tu gracia, el esplendor de tus virtudes, la generosidad de tu corazón y la pureza de tu amor.
Te alabo, Real Corazón de Jesús por tu victoria sobre la muerte y el pecado, tu poder sobre las almas y el triunfo sobre la muerte y el pecado, tu poder sobre las almas y el triunfo sobre vivos y difuntos.
Te alabo, Corazón tan pobre siendo tan rico, por haber despreciado las riquezas terrenas y haber renunciado a los honores mundanales.
Te alabo, Corazón de Jesús obedientísimo por tener hambre de cumplir la voluntad del Padre, y estar sediento de la mayor gloria de Dios y salvación de las almas.
Te alabo, Corazón de Jesús generosísimo, que no buscaste tu gloria propia; Corazón pascientísimo, que voluntariamente sobrellevaste los mayores insultos; Corazón más abnegado, que anhelabas la Cruz y la abrazaste con amor.
Sacratísimo Corazón de Jesús, enséñame a amarte con todo mi corazón y concede que en la medida de mis limitadas fuerzas imite yo tus admirables virtudes. Amén”.
“Dios y Padre nuestro, haznos participar del gozo de la Ascensión de tu Hijo Jesucristo. Que la sigamos en la nueva creación, pues su ascensión es nuestra gloria y nuestra esperanza. Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo. Amén”.
-Fuente: ewtn.com
También podemos hacer una novena desde el jueves de la Ascensión hasta la fiesta de Pentecostés, es decir, tomar un tiempo de oración dirigido al Espíritu Santo, para que nos ayude a abrir nuestros corazones a su presencia vivificante.
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