En nuestra vida sentimental, a menudo nos encontramos atrapados entre dos tentaciones: dejar que el destino actúe (no hacer nada), o querer controlarlo todo (moverse en todas las direcciones). Sin embargo, la oración se encuentra entre estos dos extremos, ya que actuamos aceptando la voluntad de Dios. Podemos rezar para encontrar el amor, para salvar una relación, y también podemos rezar cuando el ser amado nos ha dejado. No se trata de rezar para recuperar a su ex, o de un ritual mágico para que un marido o una mujer infiel regrese. Durante una separación no deseada, podemos cobijarnos en la oración, la cual nos ayudará a abrir nuestros corazones al perdón y a aceptar lo que deba pasar: una reconciliación o un nuevo comienzo.
Dar una segunda oportunidad a su pareja sólo es posible al cumplir dos condiciones: el perdón (de ambos cónyuges, porque cada uno tiene heridas), y la conversión de los corazones, es decir, aceptar cambiar nuestra actitud y nuestra manera de amar. Son dos cosas muy difíciles y por eso no podemos apoyarnos sólo en nuestra voluntad: Son gracias que debemos pedirle al Señor que nos conceda, para fortalecer la unión de pareja y restaurar el amor.
“Jesús, sé que mi esposo(a) tiene su corazón cerrado para ti.
Sé que está ciego(a) y no lo quiere abrir para recibir tu amor.
Yo, en nombre del sacramento que nos une, y sabiendo que delante de tus ojos somos “una misma carne”, te doy permiso a que entres a su corazón por medio del mío, porque ante ti somos uno mismo.
Yo te abro las puertas de su corazón para que entres a través de mí.
Mi Señor y Padre bueno, confío en ti. Pasa y haz morada en él (ella). Que te conozca y se enamore de ti. Que te ame a ti más que a mí y que a nada ni nadie de este mundo. Que se dé cuenta que sin ti y sin tu amor no puede vivir.
Tengo la certeza de que, si él (ella) te conoce y te ama a ti más que a mí, se dejará envolver por tu amor porque en ti siempre encontrará la alegría, la fortaleza y la sabiduría para darse cuenta y aceptar todo lo que hay en ti para él y de mí para él.
Si él (ella) te ama a ti más que a mí abrirá su corazón al manantial de gracias que tú derramaste en nosotros el día de nuestro matrimonio. Amén”.
“Señor, haz de mí un instrumento de tu paz.
Que allá donde hay odio, yo ponga el amor.
Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón.
Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión.
Que allá donde hay error, yo ponga la verdad.
Que allá donde hay duda, yo ponga la fe.
Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza.
Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz.
Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría.
Oh Señor, que yo no busque tanto ser consolado, cuanto consolar,
ser comprendido, cuanto comprender,
ser amado, cuanto amar.
Porque es dándose como se recibe,
es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo,
es perdonando, como se es perdonado,
es muriendo como se resucita a la vida eterna.
Amén”.
“Señor, sé luz en mi mente, paz en mi corazón, sabiduría en mis decisiones, amor en mis relaciones. Te necesito, sólo tú eres capaz de calmar mis penas.
Sólo en ti tengo depositada mi esperanza, sólo en ti podré encontrar un lugar donde protegerme, y así no darle lugar al miedo y a las distintas formas del mal.
Muchos miedos son los que me atacan a diario. Por eso, hoy, reconozco ante ti que estoy plagado de miserias, y acudo a ti como mi amigo y mi hermano, para que me llenes de tu alegría y tu gozo, para que renueves esa fuerza esperanzadora que levanta del suelo a todos quienes confiados a ti buscan ayuda.
Señor mío, tú conoces que todos los vacíos de mi ser, ellos sólo pueden ser llenados por tu gracia y tu presencia.
Mis miedos, mis preocupaciones, mis dolores, mis confusiones, sólo pueden encontrar soluciones y sanación en ti. Sé que con tu ayuda podré superar todos esos miedos que no me dejan avanzar.
Muéveme con tu Espíritu Santo. Tú me acompañas y me das valor para enfrentar esas circunstancias que ponen a temblar mis rodillas.
Me mantengo fiel a ti, porque estoy seguro que no me vas a fallar. Toma mi vida Señor, toma mi mente y mi corazón y hazme un fiel discípulo de tu amor.
Tú me das la certeza de una esperanza tranquila y llena de gozo cuando, en muchas ocasiones en tu evangelio, dices "No teman". Quien cree en ti jamás quedará defraudado y no habrá temor alguno que haga tambalear su fe.
Quiero dejar que te acerques siempre a mí, vivir en comunión contigo toda mi vida, que mis faltas jamás me separen de tu amor porque siempre busco tu perdón.
Todo miedo que hay dentro de mí se desvanece cuando te acepto y mi boca dice confiado: "Creo en ti, Señor mío".
Toca mi corazón, sánalo, libéralo del miedo y de las situaciones adversas que lo hacen poner inquieto. Eres mi fortaleza y estoy seguro de que tu amor y tu misericordia no se apartan de mi espíritu.
Confío en tu promesa fiel, confío en tu palabra que me conforta. Quiero que también me digas esas palabras de esperanzas que le pronunciaste a Josué: "No tengas miedo ni te acobardes, porque Yo, tu Señor y Dios, estaré contigo dondequiera que vayas." (Josué 1:9).
Sopla Señor mío, sopla fuerte, sopla las bendiciones sobre mí que traen consigo tu Espíritu Santo para que me ayudes a creer y a dar un verdadero testimonio de tu amor al mundo, sin temores, sin miedos.
Muéveme, Jesús mío, con tu Santo Espíritu, que me acompañe siempre en todos mis retos y en aquellos momentos de desolación y de flaquezas que a veces siento que me tumban al piso y me hacen incapaz de continuar la lucha por ser cada día mejor.
Dame la fuerza y tu poder para vencer los miedos y estar libre de angustias.
Guía mi corazón y mi mente con el Espíritu Santo, esa presencia poderosa contenida en tus tres divinas personas que ilumina nuestras vidas y nos hace ser personas decididas y valientes en la fe.
Te amo Jesús, y confío en que en este momento, tú estás rompiendo con todas esas cadenas que me tienen atado a la desesperanza, y aunque camine por sendas oscuras, ya no vacilaré ni temeré, porque tu fuerza y tu poder están conmigo y me infundes confianza.
Amén”.
Sin importar cuales son las pruebas por las que atravieses en tus relaciones afectivas y amorosas, entregárselas al Señor, y pídele que te ilumine para saber cómo salir de esa situación que te causa sufrimiento. Para ello, no dudes en pedir la intercesión de estas Santas maravillosas, quienes saben escuchar, comprender, consolar y obtener las gracias de Dios.
Entrega los nudos de tu vida sentimental a María Desatanudos.
Recordemos que, en algunas ocasiones, Dios nos pide que seamos valientes y podamos entregarle esas situaciones que se salen de nuestras manos con total abandono. Te invitamos a descubrir cómo Dios puede cambiar esta etapa de sufrimiento y transformarla en vida, mediante este itinerario de oración en línea.