El oficio de las Vísperas hace parte de las oraciones mayores de la Liturgia de las Horas. Es la contraparte del Oficio de Laudes. En el pasado era reservado a personas consagradas, pero la Liturgia de las Horas es ahora recitada y rezada por laicos, particularmente después del Concilio Vaticano II. Sin importar el idioma o el país, se mantiene igual y de esta manera facilita una unidad en la oración dentro de la Iglesia Católica.
“V/ Dios mío, ven en mi auxilio.
R/ Señor no tardes en socorrerme.”
Esta oración responsoria marca el inicio del Oficio de las Vísperas, ú Oficio de la Noche. La palabra “vísperas” viene del latín vesper, que significa noche. Vísperas son las oraciones nocturnas de la Liturgia de las Horas. Estas nos permiten dar gracias por nuestro día, por todo aquello que nos ha sido dado y todas las gracias que Él ha derramado sobre nosotros. Así mismo, este oficio nos permite presentar a Dios el trabajo que hemos hecho y pedirle que lo complete o que lo haga aceptable, pues siempre es imperfecto.
El oficio de las Vísperas está compuesto de un himno y varios salmos, así como de una lectura, para agradecer a Dios por las bendiciones con las cuáles nos ha colmado durante el transcurso del día. Al examinar nuestro día, le pedimos perdón por las ofensas que hemos cometido y ponemos nuestro reposo en las manos de nuestro Señor.
Las Vísperas son la oración nocturna más rezada en el mundo: de acuerdo con la regla de San Benedicto, cada monasterio, sacerdote, comunidad religiosa o persona consagrada hace votos para rezar la Liturgia de las Horas. Laudes y Vísperas son las oraciones infaltables, pero esta liturgia está enriquecida también por otros numerosos Oficios: La Tercia (oración de media mañana) rezada a las 9:00 a.m, después de los Laudes. La Sexta (oración de mediodía) rezada a las 12:00. La Nona (oración de la tarde) rezada a las 3:00 p.m. Luego, se rezan las Vísperas y las Completas (oración nocturna), durante la cual se recita el famoso Cántico de Simeón. Los Laudes corresponden a la salida del sol y las Vísperas a su ocultamiento. A veces, Tercia, Sexta y Nona se agrupan en un oficio llamado Oficio de mediodía y forman parte, junto con el Oficio de las Lecturas, de la Liturgia de las Horas. Las Vísperas son una oración muy bella rezada usualmente en comunidad, pero también la puedes rezar por tu cuenta o con tu familia!
El oficio comienza por los versos introductorios:
“Dios mío, ven en mi auxilio.
Señor date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.”
Después de esto viene el Himno. Puede ser cantado o leído en voz alta de pie y es diferente cada día. Comienza con el Oficio y canta las bondades del Señor, alabando sus maravillas.
El saludo inicial es seguido por la Salmodia. Está compuesto por un salmo, un cántico del Antiguo Testamento y un salmo de alabanza que puede ser cantado o recitado por la asamblea sentada. Todos terminan con los siguientes versos:
"Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén."
Cada salmo es precedido por una Antífona, la cual es declamada antes de la Salmodia y repetida al final del salmo por toda la asamblea a una voz. La Antífona es una frase elegida cuidadosamente en función al contenido del salmo o de la solemnidad del día.
Después de los salmos viene la breve lectura de un texto bíblico seleccionado de las Escrituras. Esta lectura, así como el Himno y los salmos precedentes, es diferente cada día. Después de la lectura se da un momento de silencio y meditación, así como una respuesta entre el lector y la asamblea.
El cántico evangélico asociado con las Vísperas es el Cántico de María o Magníficat en latín. Es un cántico del evangelio que es cantado estando de pie y es tomado del primer capítulo del Evangelio según San Lucas (versículos 42 al 55). María recibe el mensaje del Señor y decide ir a ver inmediatamente a su prima Isabel. Cuando llega, se entera de la noticia del embarazo, por lo cual se regocija, bendice a Elizabeth y proclama la canción que sería conocida como el Magníficat:
“Mi alma canta la grandeza del Señor,
y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador,
porque Él miró con bondad la pequeñez de tu servidora.
En adelante todas las generaciones me llamarán bienaventurada,
porque el Todopoderoso he hecho en mí grandes cosas: ¡Su Nombre es santo!
Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que le temen.
Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón.
Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes.
Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías.
Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham
y de su descendencia para siempre.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén."
Luego siguen las oraciones de intercesión, para entregar el día que ha pasado al Señor, darle el fruto de nuestro trabajo y rezar por la Iglesia y por el mundo. Están seguidas de la oración del Padre Nuestro, luego una bendición para terminar nuestra jornada e irnos a descansar en paz.
El oficio de Vísperas es diferente cada día, de acuerdo a la temporada litúrgica, la semana o el día. Encuéntralas cada día en el sitio www.universalis.com.
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