Entre todas las oraciones a María y las devociones marianas, se encuentra la de la virgen de Guadalupe. Durante su aparición en México a Juan Diego Cuauhtlatoatzin, en el año de 1531, María grabó su imagen en la túnica (tilma) de este hombre. La Virgen se le apareció embarazada de Cristo, y, desde ese momento se convirtió en la madre protectora de los hogares y de los niños que están por nacer. Esta virgen, también conocida como la Virgen Mestiza del Tepeyac, también es la santa patrona o emperatriz de América, y su fiesta se celebra el 12 de diciembre de cada año.
¡Oh Virgen de Inmaculada,
madre del verdadero Dios y madre de la Iglesia!
Tú, que desde este lugar manifiestas
tu clemencia y tu compasión
a todos los que solicitan tu amparo;
escucha la oración que con filial confianza te dirigimos,
y preséntala ante tu Hijo Jesús, único redentor nuestro.
Madre de misericordia, maestra del sacrificio escondido y silencioso,
a ti, que sales al encuentro de nosotros, los pecadores,
te consagramos también nuestra vida, nuestros trabajos,
nuestras alegrías, nuestras enfermedades y nuestros dolores.
Da la paz, la justicia y la prosperidad a nuestros pueblos;
ya que todo lo que tenemos y somos lo ponemos bajo tu cuidado,
señora y madre nuestra.
Queremos ser totalmente tuyos y recorrer contigo el camino
de una plena fidelidad a Jesucristo a su Iglesia:
no nos sueltes de tu mano amorosa.
Virgen de Guadalupe, madre de las Américas, te pedimos por todos
Los obispos, para que conduzcan a los fieles por senderos
de intensa vida cristiana, de amor y de humilde servicio a Dios
y a las almas.
Contempla esta inmensa mies, e intercede para que el Señor infunda hambre de santidad en todo el pueblo de Dios, y otorgue abundantes vocaciones de sacerdotes y religiosos, fuertes en la fe y celosos dispensadores de los misterios de Dios.
Concede a nuestros hogares
la gracia de amar y de respetar la vida que comienza
con el mismo amor con el que concebiste en tu seno
la vida del hijo de Dios.
Virgen santa María, madre del amor hermoso, protege a nuestras familias,
para que estén muy unidas, y bendice la educación de nuestros hijos.
Esperanza nuestra, míranos con compasión,
enséñanos a ir continuamente a Jesús y, si caemos, ayúdanos
a levantarnos, a volver a Él, mediante la confesión de nuestra culpas
y pecados en el sacramento de la penitencia,
que trae sosiego al alma.
Te suplicamos que nos concedas un amor muy grande a todos los santos sacramentos,
que son como las huellas que tu hijo nos dejó en la tierra.
Así, madre santísima, con la paz de Dios en la conciencia,
con nuestros corazones libres de mal y de odios,
podremos llevar a todos la verdadera alegría y la verdadera paz,
que vienen de tu hijo, nuestro señor Jesucristo,
que con Dios Padre y con el Espíritu Santo,
vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.”
Juan Pablo II, México, enero de 1979.
“Virgen Santísima de Guadalupe, madre de Dios, señora y madre nuestra. Venos aquí postrados ante tu santa imagen, que nos dejaste estampada en la tilma de Juan Diego, como prenda de amor, bondad y misericordia. Aún siguen resonando las palabras que dijiste a Juan con inefable ternura: "Hijo mío queridísimo, Juan a quien amo como a un pequeñito y delicado," cuando radiante de hermosura te presentaste ante su vista en el cerro del Tepeyac.
Haz que merezcamos oír en el fondo del alma esas mismas palabras. Sí, eres nuestra madre; la madre de Dios es nuestra madre, la más tierna, la más compasiva. Y para ser nuestra madre y cobijarnos bajo el manto de tu protección te quedaste en tu imagen de Guadalupe. Amén.”
Existen otras oraciones para que puedas entregar tu día a María, desde muy temprano y oraciones para culminar tu noche bajo el abrigo de nuestra santísima madre María.
La Virgen María se apareció varias veces a un indígena azteca llamado Juan Diego Cuauhtlatoatzin, en el cerro Tepeyac, al norte de la Ciudad de México, entre el 9 y el 12 de diciembre de 1531. Este hombre le contó lo ocurrido a un obispo, al cual tuvo que mostrar pruebas de estas apariciones. Entonces, algo maravilloso sucedió: la virgen María lo hizo recoger unas rosas espléndidas, y cuando Juan Diego abrió su túnica para mostrarlas al obispo Zumárraga, descubrieron un retrato de la virgen María grabado en su tilma (la túnica que llevaba puesta).
Actualmente, esta tilma todavía está intacta, en exhibición en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe de México.
La virgen morenita o de rasgos mestizos, apareció como una señal de paz, en un momento en que el nuevo mundo se desangraba con la lucha entre los colonizadores y los indígenas. Ella nos invita a una evangelización pacífica y respetuosa del continente americano. A esta virgen se le reza sobretodo en América Latina, luego de que se convirtió en la patrona o emperatriz de América. En 2010, se escribió una hermosa oración a la virgen mestiza que exalta la devoción a la virgen de Guadalupe.
Hozana te ofrece magníficas comunidades de oración dedicadas a la virgen Maria.
Para acercarse a la Virgen de la ternura y la dulzura que apareció en el Tepeyac, únete a una de las novenas que Hozana te ofrece:
Con esta primera novena a nuestra señora de Guadalupe, que puedes hacer cuando quieras, entrega a la virgen de Guadalupe la intención que tienes en tu corazón, y descubre los milagros que se han producido en su nombre.
Con esta otra novena a nuestra señora de Guadalupe, oramos para que la Señora del Tepeyac, emperatriz de toda América, suscite propósitos de equidad y respeto, y tienda su protección sobre todas las naciones del mundo.