Cada oración de protección es una petición de protección divina. Cuando tengamos que hacerle frente al mal, a los peligros del mundo o a las tentaciones que nos amenazan, saquemos nuestra fuerza de Dios: la fuente de todo amor y poder, el cual envió a su hijo, Jesucristo para la liberación de todos nuestros pecados y nuestra salvación. Por eso, la preciosa sangre de Jesús derramada en la cruz no fue en vano: ella nos protege de todo mal y nos salva de la muerte.
“Señor Jesús, en tu nombre y con el poder de tu sangre preciosa sellamos toda persona, hechos o acontecimientos a través de los cuales el enemigo nos quiera hacer daño.
Con el poder de la sangre de Jesús sellamos toda potestad destructora en el aire, en la tierra, en el agua, en el fuego, debajo de la tierra, en las fuerzas satánicas de la naturaleza, en los abismos del infierno, y en el mundo en el cual nos movemos hoy.
Con el poder de la sangre de Jesús rompemos toda interferencia y acción del maligno. Te pedimos, Jesús, que envíes a nuestros hogares y lugares de trabajo a la Santísima Virgen acompañada de San Miguel, San Gabriel, San Rafael y toda su corte de santos ángeles.
Con el poder de la sangre de Jesús sellamos nuestra casa, todos los que la habitan (nombrar a cada miembro de la casa), las personas que el Señor enviará a ella, así como los alimentos y los bienes que Él generosamente nos envía para nuestro sustento.
Con el poder de la sangre de Jesús sellamos tierra, puertas, ventanas, objetos, paredes, pisos y el aire que respiramos, y en fe colocamos un círculo de su sangre alrededor de toda nuestra familia.
Con el poder de la sangre de Jesús sellamos los lugares en donde vamos a estar este día y las personas, empresas o instituciones con quienes vamos a tratar (nombrar a cada una de ellas).
Con el poder de la sangre de Jesús sellamos nuestro trabajo material y espiritual, los negocios de toda nuestra familia y los vehículos, las carreteras, los aires, las vías y cualquier medio de transporte que habremos de utilizar.
Con tu sangre preciosa sellamos los actos, las mentes y los corazones de todos los habitantes y dirigentes de nuestra patria a fin de que tu paz y tu corazón al fin reinen en ella.
Te agradecemos Señor por tu sangre y por tu vida, ya que gracias a ellas hemos sido salvados y somos preservados de todo lo malo. Amén.”
Esta oración, que el mismo Jesús nos enseñó, resume todas nuestras expectativas y peticiones hacia Dios. Al rezar el Padre Nuestro todos los días, nos entregamos a Él, como un niño que puede realizar las actividades de su día, seguro de que sus padres lo protegen y satisfacen sus necesidades. Al principio, esta oración nos da las llaves de la liberación: el perdón y la obediencia a los planes de Dios, y termina poniéndonos bajo su protección divina.
“Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Amén.”
Inicia tus mañanas recordando que existe un Dios que te ama, que envió a su único hijo por amor a ti, y que tiene un mensaje diferente cada día. ¡Es sencillo!, solo tienes que unirte a la comunidad “La reflexión diaria” para que puedas descubrir el amor de Dios en tu realidad.
También puedes hacer parte de la comunidad “Llamado del Papa Francisco: este mes oremos el Santo Rosario”, para que en oración, pidamos juntos por la protección de la iglesia.
Lo más importante es que busques refugio en la protección de Jesús. Para esto puedes rezar al Sagrado Corazón de Jesús con esta novena y experimentar un viaje de sanidad interior a través de su sacrificio en la cruz.