Durante el lavatorio de pies del Jueves Santo, la Iglesia canta el himno “Ubis caritas et amor, Deus ibi est”. Que significa: “Dónde están el amor y la caridad, reina Dios”. Cristo nos invita a seguir su ejemplo. La caridad es una de las tres virtudes teologales, como enseña el Catecismo. Al igual que la fe y la esperanza, la caridad es una virtud que hay que cultivar porque nos acerca a Dios. De la caridad brota el amor, y estas palabras son suficientes para resumir lo que nos enseñó Jesús, que murió crucificado por amor a nosotros. Por eso, San Juan de la Cruz nos exhorta a practicar esta virtud, porque “en el atardecer de nuestras vidas, seremos juzgados en el amor”, afirma. Y los versículos bíblicos son una ayuda preciosa que nos guía en nuestra vida cotidiana.
“No serás vengativo con tus compatriotas ni les guardarás rencor. Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor”. (Levítico 19:18)
“Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros”. (Juan 13:34)
“No hay amor más grande que dar la vida por los amigos”. (Juan 15:13)
“Todo lo que hagan, háganlo con amor”. (1 Corintios 16:14)
“Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe”. (1 Corintios 13:1)
“El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tienen en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”. (1 Corintios 13:4-7)
“Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver”. (Mateo 25:35-36)
Siempre que un amigo nos escucha, nos hace un favor o nos consuela, nos sentimos conmovidos por su presencia y por lo que hace en nuestro favor. Entonces, podemos intentar seguir su ejemplo, empezando por preguntarnos en qué etapa de nuestra vida nos encontramos en cuanto al amor y la caridad que manifestamos hacia los demás. Meditar en estos siete versículos bíblicos nos anima a ir más allá. En ellos, la caridad nos invita a ser compasivos, a estar cerca del prójimo, tanto en los momentos de alegría como en los de prueba. “Alégrense con los que están alegres, lloren con los que lloran”, como dice San Pablo en su carta a los Romanos. La caridad también significa perdonar, incluso cuando nos sentimos ofendidos. Lo cual no siempre es fácil, sobre todo cuando nos sentimos ofendidos. “Él [el amor] no se deja llevar; no guarda rencor”. Al profundizar cada vez más en nuestro amor a los demás, hasta el punto de perdonar, es como caminamos tras las huellas de Cristo y respondemos a nuestra vocación común de santidad.
En Hozana encontrarás comunidades de oración para leer y orar con versículos de la Biblia, por ejemplo:
Muchos versículos bíblicos hablan del amor y la caridad, pero hay un pasaje que ilustra la caridad a la que todos estamos llamados: la parábola del buen samaritano, en el capítulo 10 del Evangelio de Lucas. En ella, Jesús nos enseña cómo ser un verdadero “prójimo” para los demás y, por tanto, cómo actuar con caridad.
Un pasaje de la primera carta de Pablo a los Corintios describe con palabras poderosas y hermosas sobre la caridad lo que debe ser el verdadero amor al prójimo. Estos versículos, que se encuentran en el capítulo 13, son muy conocidos y a veces se les llama himno al amor o himno a la caridad. “El amor no pasará”.
El mandamiento de la caridad o el mandamiento del amor es el que nos deja Jesús en los Evangelios. “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y primer mandamiento. Y el segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. (Mateo 22:37-38)