A veces nos sentimos impotentes ante la enfermedad de un padre, un hijo, un amigo, un cónyuge. Las oraciones de sanación nos permiten entregar al Señor los enfermos que conocemos.
"Señor, el que tú amas, está enfermo". (Juan 11:3)
Cada oración que se hace con fervor da su fruto, y si no se obtiene de inmediato la recuperación total de la salud, nuestras oraciones pueden, al menos, presentar al enfermo para que obtenga mejoría, consuelo y paz en su prueba.
“Oh adorable Divino Niño
querido y dulce Niño Jesús:
hoy acudimos a ti
con toda la fe de nuestro ser,
con todo nuestro amor y esperanza,
para solicitar tu presencia en nuestro hogar,
confiamos inmensamente en ti,
y por los méritos de tu infancia y encarnación
te suplicamos por la sanación de
(decir el nombre del enfermo).
Concédele el favor que más necesita: su salud.
tú, amado niñito, mi divino Jesús
que eres el dueño del tiempo y la eternidad,
que eres el dueño de su vida
derrama sobre él tu misericordia divina.
mírale con ojos benignos,
y con tu amor infinito restablécele la salud.
No permitas Niño adorado que sufra,
no dejes que el dolor
y el sufrimiento le haga padecer,
dale tu divina ayuda en favor de su enfermedad.
la persona que te encomendamos sufre mucho,
y aunque está afligido por dolores
desanimado y abatido
confía plenamente en la grandeza de tu amor,
en la que sabemos pone todas sus esperanzas.
Tú todo lo puedes y eres compasivo,
nada para ti,
bendito Divino Niño, es imposible,
en tu infinita caridad,
en tus manitas generosas y milagrosas,
ponemos nuestros más profundos deseos,
alivia sus penas,
líbralo de angustias y dolencias,
con humildad te rogamos que no abandones a
(decir el nombre del enfermo).
Niño bienhechor dale tu auxilio y amparo,
dale perfecta salud.
oh adorable Niño,
por tu virtud divina,
por el inmenso amor que tienes
a los que sufren,
a los afligidos, a todos los necesitados,
te rogamos, escúchanos, atiéndenos,
dale lo que tanto precisa
bendice, socorre, sana a
(decir el nombre del enfermo).
Amén”.
“Amado Señor, tú conoces el corazón de tus hijos y no te quedas indiferente ante el pobre que te suplica. Tú sabes lo que nos aflige el bienestar de nuestros niños, tú comprendes la preocupación de los papás ante la enfermedad de alguno de sus hijos.
Señor Jesús, vengo hoy, a pedirte que desciendas y sanes a nuestro niño(a) de todas sus heridas emocionales, mentales y físicas que le afectan su salud. (Nombre aquí al niño(a) enfermo por quien se está orando).
Aún desde la preocupación que nos causa su enfermedad, desde el dolor y el desconcierto, si esta enfermedad está dentro de lo que tú permites, aceptamos este momento como ocasión de purificación, de abandono en tus manos, de ofrecimiento generoso de nuestras vidas.
Aceptamos este momento como una ocasión para unirnos desde el sufrimiento a los dolores de Cristo por la salvación del mundo. (Tómese unos minutos y, en calma, que su corazón se una a lo que acaba de decir con sus labios: "con este sufrimiento, me uno, Señor, a tu pasión").
Ahora, Señor Jesús, a ti que quieres que tengamos vida en abundancia, te pido que por el poder del misterio de tu infancia y tu vida oculta en el hogar de Nazaret, sanes al niño(a) a quien tú conoces y amas. Cuida de su cuerpito y de su alma. Pasa tu mano sanadora sobre él para que sienta tu alivio, tus cuidados y se restablezca prontamente, según tu voluntad. Sana sus heridas emocionales y físicas.
Tú, que recibiste los amorosos cuidados de María y José, consuela y reanima a su papá y a su mamá, no dejes que caigan en la desesperación, en la duda, en la depresión, sino que desde su dolor y preocupación recurran a ti como fuente de verdadera, plena y duradera sanación del cuerpo y del alma.
Te presentamos el lugar donde se encuentra el niño, reviste ese sitio con tu fuerza y gracia. Aleja de allí todo lo que, material o espiritualmente, pueda ser un obstáculo para la pronta recuperación. Te presentamos los profesionales médicos que atienden al niño, revístelos con tu sabiduría, ilumínalos para que logren dar con acierto en el diagnóstico y encuentren la medicación y tratamiento indicado. Tómalos como instrumentos de tu sanación.
María, madre de Jesús y madre nuestra, que, con esmero y constancia, cuidabas de tu niño, mira el corazón de la madre e infúndele confianza, para que también ella, como tú, pueda ver crecer a su hijo en estatura, sabiduría y gracia, delante de Dios y de los hombres.
Querido San José, tú que fuiste el protector de la Sagrada Familia y la defendiste de todos los peligros y hasta de la muerte segura en la persecución de Herodes, te presento al papá de esta criatura, intercede ante tu amado Hijo Jesús, para que logre mantenerse fuerte aún en el dolor y la preocupación. Que logre conseguir los medios necesarios para la buena atención de su hijo(a). Ayúdalo a no decaer y a mantenerse lúcido a la voluntad de Dios.
Señor, tú dijiste que creyéramos que ya hemos obtenido lo que te pedimos con fe en oración, ahora levanto mi voz y mis brazos y te doy gracias por la salud que recibirá este niño por el poder de tu amor que escucha esta oración confiada. Reconocemos que ya estás actuando y sanando. Te doy gracias Jesús por tu amor sanador.
Como el funcionario del Evangelio, nosotros también reconocemos que es en este mismo momento que estás restableciendo salud y bienestar. Te alabo en fe. Te reconozco Señor y Salvador de nuestras vidas, sin ti estamos perdidos. Te amamos Señor y reconocemos tu grandeza. A Ti la gloria por los siglos de los siglos.
Amén.”
Hay muchas oraciones para acompañar a los enfermos, ya sea que tengan padecimientos en el cuerpo o en el alma. Para dar aún más fuerza a nuestras oraciones, podemos decidir ofrecer una novena (rezar durante nueve días), o rezar en comunidad, presentando las intenciones por los enfermos. Con Hozana, tú puedes:
Hacer una novena a la virgen de Lourdes, patrona de los enfermos, para pedir por la salud física, mental y espiritual de todos nosotros.
Realizar este retiro de sanación interior para que el Señor cure tus heridas del alma.
Rezar a la Virgen de la Medalla Milagrosa para confiarle cada una de tus intenciones de sanación por tus familiares, o incluso por ti mismo.
Presentar una intención de oración, para que otras personas recen contigo.
¡Ven y reza por ti y por los tuyos con Hozana!