El 14 de septiembre, los cristianos celebramos una fiesta que a menudo pasa desapercibida, pero que es muy importante: se trata de la fiesta de la Exaltación de la Cruz. Esta antigua fiesta nos brinda la ocasión de meditar sobre el misterio de la cruz de nuestro Señor Jesucristo, signo del amor infinito de Dios por nosotros.
¿Alguna vez te has preguntado cuál es el significado de esta fiesta y cómo se desarrolla? ¿Cómo debemos contemplar la cruz de Cristo?... ¡Entonces te invitamos a descubrir un poco más sobre la exaltación de la Santa Cruz, por la que Jesús salvó a la humanidad!
La fiesta de la Exaltación de la Cruz es muy antigua, pues se remonta al 14 de septiembre de 335. En esa fecha se consagraron dos basílicas en Jerusalén y fueron expuestas las primeras reliquias de la Santa Cruz, descubiertas unos años antes por Santa Elena, la madre del emperador Constantino.
La dedicación de las basílicas el 14 de septiembre se convirtió gradualmente en la Fiesta de la Cruz Gloriosa, como signo de veneración de la Cruz de Cristo.
Parece sorprendente que los cristianos celebren la cruz, pues es, ante todo, un instrumento de tortura, ya que era utilizada en el Imperio Romano como la forma más degradante y vejatoria de dar muerte a los condenados.
Sin embargo, desde muy pronto, los cristianos vieron en la cruz de Cristo el instrumento de su redención, pues a través de su resurrección, Jesús transformó su cruz en una "cruz gloriosa". De hecho, por medio de la cruz, tenemos abiertas las puertas del reino de Dios. En este orden de ideas, el 14 de septiembre, la Iglesia exalta la Santa Cruz que está íntimamente ligada al designio de salvación de Dios sobre la humanidad: "Si, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna" (Juan 3:16).
El Catecismo de la Iglesia Católica afirma: "El misterio pascual de la Cruz y la Resurrección de Cristo está en el centro de la Buena Nueva. El designio salvífico de Dios se ha cumplido 'de una vez para siempre' (cf Hebreos 9:26) mediante la muerte redentora de su Hijo Jesucristo"
La fiesta de la Exaltación de la Cruz, que los católicos y ortodoxos celebran el 14 de septiembre con el nombre de "Exaltación de la Santa Cruz", es una de las siete fiestas principales del año litúrgico que se hacen en honor de Nuestro Señor Jesucristo.
Esta fiesta tiene lugar exactamente cuarenta días después de la fiesta de la Transfiguración. Es la culminación de un "viaje espiritual" en el que se invita a los cristianos a adentrarse en el misterio de la cruz y la redención.
Cabe anotar que, al día siguiente de la exaltación de la cruz los cristianos celebran también a María, Nuestra Señora de los Siete Dolores, que, al asociarse íntimamente a los sufrimientos de su hijo durante su Pasión, nos ayuda a entrar más profundamente en el misterio de Cristo en la cruz.
La liturgia de la fiesta de la Exaltación de la Cruz nos recuerda que la cruz es nuestro único camino de salvación. Así, la antífona de entrada de la Misa invoca: "Que nuestro único orgullo sea la Cruz de nuestro Señor Jesucristo. En Él tenemos la salvación, la vida y la resurrección. Por Él somos salvados y liberados".
La primera lectura nos lleva a leer el libro de los Números o la carta del Apóstol San Pablo a los Filipenses: "Él, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente; al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz. Por eso, Dios lo exaltó y le dio el nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos" (Filipenses 2:6-10).
Por último, en este día se acostumbra a leer el Evangelio de San Juan: "De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, par los que todos los que creen en él tengan Vida eterna" ( Juan 3:14-15).
De hecho, estos pasajes bíblicos nos invitan a meditar sobre el sacrificio de Cristo en la cruz, quien dió su vida por nosotros, como un hermoso acto de amor, convirtiéndose así en fuente de vida para cada uno de nosotros.
La fiesta de la Exaltación de la Cruz es una ocasión para que los cristianos reflexionen sobre el misterio de la cruz, considerado como uno de los mayores misterios cristianos: se trata de meditar en primer lugar sobre la cruz de Cristo, y luego sobre las cruces que cada uno de nosotros lleva en su vida.
La cruz de Cristo constituye un misterio profundo, al ser un instrumento de tormento y de muerte creado por los hombres, que Cristo transformó en instrumento de amor y de vida.
En efecto, a través de la cruz, Cristo dio su vida para salvarnos de la muerte y del pecado. De hecho, su resurrección, tres días después, es la señal luminosa de su victoria y de su gloria, por lo que la Santa Cruz se convierte para nosotros en fuente de vida, capaz de transformar el mal en bien.
"Lo que celebramos es el amor de Dios que ha llegado tan lejos, este amor incondicional capaz de transformarlo todo", dijo monseñor Aupetit en su homilía del oficio de la Santa Cruz.
El misterio del sufrimiento es algo que cada uno de nosotros atraviesa en su vida, a través de las pequeñas y grandes cruces que lleva consigo. Por eso, añade monseñor Aupetit, "Jesús lleva nuestra cruz con nosotros por pesada que sea, porque nada puede rechazar su amor".
También el Papa Francisco nos invita a meditar en este misterio: "Hay que mirar dentro de la cruz, porque allí se revela su gloria, allí el hombre, en las llagas de Cristo, encuentra la curación" (Homilía, 14 de septiembre de 2017).
"Oh Cruz mi refugio, oh Cruz mi camino y mi fortaleza, oh Cruz estandarte inexpugnable, oh Cruz arma invencible. La Cruz repele todo mal, la Cruz pone en fuga las tinieblas; por esta Cruz recorreré el camino que conduce a Dios. La Cruz es mi vida: pero para ti, enemigo, es tu muerte. Que la Cruz de nuestro Señor sea mi nobleza, que su Sangre sea en mí la verdadera redención. Que su Resurrección me dé una fe firme y una esperanza segura en la resurrección de los justos. Y que su gloriosa Ascensión a los cielos me haga caminar cada día hacia el objeto de mi celestial deseo; que ella derrame el Espíritu Santo en nuestros corazones y remita todos nuestros pecados pasados. Amén".
(Invocación a la Cruz de San Odilón)
La veneración de la Santa Cruz es para nosotros un gran signo de esperanza, pues por medio de ella somos salvos. De hecho, por el misterio de su cruz y de su resurrección, Cristo "hace nuevas todas las cosas" (cf Apocalipsis 21:5). Asímismo, cabe anotar que fue precisamente al pie de la cruz que Jesús nos dio a su Madre, diciendo a Juan: "Ahí tienes a tu madre" (cf Juan 19: 26-27).
Conscientes del gran significado de la Santa Cruz, Hozana te propone meditar en este gran misterio, uniéndote a diversas comunidades de oración con temas afines. Por ejemplo, puedes: