Tradicionalmente, el 1° de noviembre de cada año, los católicos celebran el Día de Todos los Santos, sin embargo, la celebración litúrgica comienza en las Vísperas de la noche del 31 de octubre. En otras palabras, la fecha del 1 de noviembre es un día en que la Iglesia honra a todos los santos del cielo, conocidos o no, que ya se han ido a la presencia del Señor y son parte de los testigos luminosos de Cristo.
Esta fiesta católica precede a la Conmemoración de los santos difuntos, cuya solemnidad se fijó para el 2 de noviembre. A diferencia de otras tradiciones, el Día de Todos los Santos enfatiza la vida, no la muerte, por lo tanto, la conmemoración de esta fiesta también nos adentra en el misterio del cielo y de la eternidad, y nos recuerda, de una manera u otra, que la vida eterna comienza aquí en la tierra.
Desde un punto de vista práctico, esta celebración debe permitir a cada cristiano meditar sobre el llamado individual a la santidad al cual estamos todos invitados: esta es una enseñanza importante del Concilio Vaticano II, que se encuentra en Lumen Gentium (en los números 40 a 42), la constitución dogmática sobre la Iglesia.
Para prepararse para la fiesta de Todos los Santos, Hozana te invita a unirte a esta novena en línea en Hozana.
Como su nombre indica, ¡el Día de Todos los Santos es un día para honrar y celebrar a todos los santos!
¡Esto significa que, el 1 de noviembre, la Iglesia celebra a todos aquellos que ya han entrado en la gloria divina! Se trata de todas las personas, conocidas o no, que se encuentran en la bienaventuranza por su estado de santidad. De hecho, algunos de ellos han sido canonizados por la Iglesia, es decir, reconocidos oficialmente como santos. Sin embargo, muchos otros, aunque no se conocen, también han vivido como testigos de Cristo a lo largo de su vida. Por eso también los celebramos el 1 de noviembre.
En este orden de ideas, la fiesta de Todos los Santos o Día de todos los santos tiene un significado muy especial para los cristianos, al tratarse de una oportunidad para recordarnos nuestra profunda vocación a la santidad, ¡sea cual sea nuestro estado de vida! De hecho, ¡esta oportunidad incluye a todos aquellos que deciden seguir a Cristo! Al respecto, la Iglesia Católica nos dice esto: “Es, pues, completamente claro que todos los fieles, de cualquier estado o condición, están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad” (Vaticano II, Lumen gentium 40).
Para resumir, podemos decir que, el Día de Todos los Santos es una fiesta que nos invita a la alegría. Por lo tanto, te invitamoa a entrar en el gozo contemplando a los que ya están disfrutando de la bienaventuranza celestial!
En el Día de Todos los Santos también celebramos uno de los dogmas de la Iglesia: el de la “comunión de los santos”. Si bien es cierto que todos los domingos proclamamos este artículo de fe que fue consignado en el Credo de los Apóstoles en el siglo V, no siempre sabemos lo que significa exactamente. Te lo explicamos:
El término “comunión” se refiere a la unión del pueblo de Dios, compuesto por todos los santos y todos los fieles vivos de Cristo, quienes, por su pertenencia a Cristo y unidos por los dones del Espíritu Santo, comparten las mismas “cosas santas” y están llamados a crecer juntos en las virtudes teologales de la fe, la esperanza y la caridad.
La comunión de los santos tambiénse conoce como “doctrina del cuerpo místico”, y se basa en la enseñanza de San Pablo en la Epístola a los Corintios: “Así como el cuerpo tiene muchos miembros, y sin embargo, es uno, y estos miembros, a pesar de ser muchos, no forman sino un solo cuerpo, así también sucede con Cristo. Porque todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo” (1 Corintios 12:12-13).
En este orden de ideas, la comunión de los santos es una realidad que todo cristiano está llamado a experimentar a partir de ahora: ¡la llenura de Dios en nosotros, para unirnos y santificarnos!
En los siglos IV y V, las Iglesias orientales ya honran a los santos y mártires el domingo siguiente a Pentecostés. El Papa Bonifacio IV oficializó estas tradiciones dos siglos después cuando dedicó el Panteón a María y a todos los santos mártires, el 13 de mayo de 610.
No fue hasta el siglo VIII que la fecha del 1 de noviembre se convirtió en la de la celebración de la fiesta de Todos los Santos: fue elegida tras la dedicación de la Basílica de San Pedro en Roma por el Papa Gregorio III. Su sucesor, Gregorio IV, ordenó entonces la celebración de esta fiesta para toda la cristiandad y el emperador carolingio Luis el Piadoso instituyó oficialmente la fiesta de Todos los Santos el 1 de noviembre.
En el siglo IX aparece una fiesta de difuntos, el día siguiente al de Todos los Santos. Inicialmente denominada “fiesta de los muertos”, entró en la liturgia romana en el siglo XIII como conmemoración de los fieles difuntos.
La solemnidad de Todos los Santos comienza la noche del 31 de octubre, durante las vísperas, y continúa hasta la noche del 1 de noviembre.
La Misa de Todos los Santos conduce a la lectura del Apocalipsis de San Juan, que destaca la multitud de santos: “Después de esto, vi una enorme muchedumbre, imposible de contar, formada por gente de todas las naciones, familias, pueblos y lenguas” (Apocalipsis 7:9).
Luego, se lee la primera carta de San Juan: “Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos no se ha manifestado todavía. Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es” (1 Juan 3:2).
A decir verdad, ¡estos textos nos sumergen en el misterio del cielo y nos muestran la multitud de hombres y mujeres que se han hecho santos porque han seguido a Cristo!... Meditar estos escritos es entrar en el gozo y en la esperanza de la vida eterna desde ahora!
La liturgia nos ofrece las bienaventuranzas como texto evangélico de la celebración de la Misa de Todos los Santos. Concrétamente se nos invita a leer el capítulo 5 de las bienaventuranzas del Evangelio de San Mateo: “Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos [...] Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios” (Mateo 5:3-8).
Esta enseñanza de Jesús en la montaña es a menudo un camino que se nos ofrece para responder a nuestro llamado universal a la santidad.
De hecho, el Día de Todos los Santos podemos meditar en los muchos santos, que, al tener una vida centrada en Cristo, y al estar llenos de la presencia del Espíritu Santo, decidieron poner en práctica este camino de las bienaventuranzas. Recordemos que, durante este día de fiesta no solo rezamos a los principales santos, que gozan de popularidad, sino también a aquellos que se han quedado en el anonimato y son llamados “pobres de corazón”, “sedientos de justicia”, etc. ¡Sigamos el ejemplo de todos estos hombres y mujeres que han de santificarse siguiendo el camino de las bienaventuranzas y dejémonos transformar por Cristo!
“Señor, te damos gracias por todos los santos del cielo, los ángeles, los patriarcas, los profetas, la Virgen María y San José, los apóstoles, los evangelistas, los mártires, los sacerdotes, los religiosos y religiosas, los laicos que te han elegido en cada momento de sus vidas. Al celebrar a todos los santos en el cielo, celebramos tu acción en sus vidas. Como ellos, nos llamas a ser santos como Tú mismo eres santo. No podemos hacer esto sin ti. Realiza en nosotros nuestra vocación a la santidad por el poder del Espíritu Santo. Quiere que donde hay más santidad, haya más humanidad. Apóyanos para que no nos desanimemos por nuestras faltas, nuestros pecados, nuestros retrasos. No queremos ser héroes autosuficientes, sino santos que confían sólo en Ti para cumplir tu voluntad en cada movimiento de nuestras vidas. Que esta fiesta de Todos los Santos nos recuerde la eterna promesa de vida que nos dirigiste en el bautismo. Concédenos el apoyo de los santos que son nuestros compañeros en el cielo. Te encomendamos a todos nuestros seres queridos que han muerto, para que ellos también puedan compartir el destino de los santos en tu luz. Que así sea.»
-Dom Ludovic Lécuru, benedictino de Saint-Wandrille
¡Descubre la guía de los santos para conocer sus vidas ejemplares y pedir su intercesión!
“Oh María, en presencia de toda la corte celestial te elijo hoy, por mi madre y mi reina, te entrego y te consagro, en toda sumisión y amor mi cuerpo y mi alma, mis posesiones internas y externas, y el valor mismo de mis buenas obras, pasado, presente y futuro, dejándote pleno y completo derecho para deshacerte de mí y todo lo que me pertenece sin excepción, a tu gusto, para mayor gloria de Dios en el tiempo y en la eternidad.”
-San Luis María Grignion de Montfort
¡También te invitamos a rezar las letanías de los santos con motivo de la fiesta de Todos los Santos !
¡Tenemos una multitud innumerable de santos, que son verdaderos testigos del amor de Dios y modelos para quienes caminamos hacia la santidad! Te invitamos a orar con Hozana para aprender a vivir como ellos, uniéndote a estas comunidades de oración:
¡Vamos: reza junto a los santos con Hozana!