En julio es la fiesta de la Preciosa Sangre de Jesús
“Que la humanidad contemporánea experimente el poder de la Sangre de Cristo”.
Papa Benedicto XVI
El mes de julio está dedicado especialmente al culto de la Preciosa Sangre de Cristo, la sangre que él derramó durante su dolorosa pasión y de la que proviene nuestra salvación; porque el Señor nos salvó derramándola. Desde hace 2.000 años, el sacramento de la Eucaristía celebra el amor de Cristo y da gracias a su Preciosa Sangre. Por lo tanto, este mes es una oportunidad para rezar el rosario, las letanías o incluso una novena, ya que las oraciones a la Preciosa Sangre son muy poderosas; y Jesús no niega nada a los que rezan por su pasión.
Los orígenes de la fiesta de la Preciosa Sangre
San Pablo, el primer doctor de la Preciosa Sangre, declaró: “Es por él, y no por la sangre de los becerros y de los machos cabríos, por quien fuimos redimidos; es por su propia Sangre que Cristo entró al Lugar Santísimo una vez y para siempre, adquiriendo la redención eterna”.
Desde entonces, este culto ha permanecido a lo largo de los siglos, respaldado por santos como Santa Catalina de Siena, San Gaspar del Búfalo, que le dedicó toda su vida, y María Magdalena de Pazzi.
Pero el culto alcanzó su verdadero auge en 1850, cuando el Papa Pío IX la instituyó oficialmente como fiesta, y de nuevo en 1934, cuando el Papa XI le otorgó el rango de “doble primera clase”, lo que significa que es una de las fiestas más importantes de la Iglesia.
Cabe resaltar que, la elección del mes de julio no es casual. De hecho, este mes marca “una de las victorias más deslumbrantes de la Iglesia” y la fiesta de la Preciosa Sangre es una forma de celebrar esta victoria. En 1848, la Revolución Romana instauró una república en los Estados Pontificios. Francia y Austria expulsaron a los revolucionarios y Pío IX, que se había visto obligado a huir, pudo recuperar su poder pontificio. El Papa encomendó la Iglesia al Señor y estableció la fiesta de la Preciosa Sangre el primer domingo de julio, recordando que fue por esta Iglesia por la que Cristo había derramado su sangre.
Desafortunadamente, la fiesta del 1º de julio fue retirada del calendario litúrgico en 1970. Por ello, se invita a los cristianos a celebrar la Preciosa Sangre durante todo el mes.
Sin embargo, la Iglesia de Todas las Naciones de Getsemaní, a unos pasos del Monte de los Olivos, en la Ciudad Antigua de Jerusalén, es la única iglesia que sigue celebrando el 1º de julio la Fiesta de la Preciosa Sangre.
Por último, la única congregación que ha obtenido el permiso de la Santa Sede para celebrar la fiesta del 1º de julio son las Hermanas Adoratrices de la Preciosa Sangre, cuya casa madre se encuentra en Saint-Hyacinthe, Quebec.
Evangelio de la Preciosa Sangre
“Era el día de la Preparación de la Pascua. Los judíos pidieron a Pilato que hiciera quebrar las piernas de los crucificados y mandara retirar sus cuerpos, para que no quedaran en la cruz durante el sábado, porque ese sábado era muy solemne.
Los soldados fueron y quebraron las piernas a los dos que habían sido crucificados con Jesús.
Cuando llegaron a él, al ver que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua.
El que vio esto lo atestigua: su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean.
Evangelio según San Juan 19:31-35
Oraciones a la Preciosa Sangre de Jesús
Oración a la Preciosísima Sangre para pedir perdón por nuestros pecados
“Padre eterno, te ofrezco la Preciosísima Sangre de Jesús en expiación de mis pecados, por la liberación de las santas almas del purgatorio y por las necesidades de la Santa Iglesia. Que toda mi vida, unida a la de María, sea ofrecida a la augusta Trinidad con la Preciosísima Sangre de Jesús, en la Misa perpetua. Cristo, Hijo de Dios vivo, muéstrate, defensor y amigo de los hombres salvos por tu Sangre. Amén”.
Oración de San Gaspar a la Preciosa Sangre
“Jesús mío, que fuiste tan pródigo con tu Preciosa Sangre como para derramarla por completo por la redención de mi alma, puedo decir con razón que no hay ni una gota de ella que no haya sido derramada por mí. Rociada con esta Preciosa Sangre, esta pobre alma se presenta ante ti. Oh, Dios mío, haz que esta alma que tanto te ha costado no caiga en la perdición, y que ningún día tenga que oír de tu boca el amargo reproche de haber derramado inútilmente tu sangre por mí. Ah, suscita hoy en mi pobre corazón el deseo efectivo de salvarme, aunque me cueste la sangre y la vida. Por las entrañas de tu misericordia y por los méritos de tu preciosísima Sangre, sálvame, Jesús mío, ayúdame en las tentaciones, sostenme en los peligros, líbrame de la muerte eterna, yo que te costé tu sangre. Así sea”.
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El equipo de redacción de Hozana.
