“¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?”
(Mateo 8:26)
San Mateo fue uno de los doce apóstoles de Cristo, llamado por su nombre, como lo menciona el evangelio de Lucas: “En esos días, Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles: Simón, a quien puso el sobrenombre de Pedro, Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Simón, llamado el Zelote, Judas, hijo de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor”. (Lucas 6:12-16). Antes de ser escogido como apóstol, era recaudador de impuestos y se llamaba Leví, hijo de Alfeo, pero cuando el Salvador le llamó, renunció a todo para seguirle y convertirse en su discípulo, como lo menciona el evangelio de Mateo: “Al irse de allí, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme". Él se levantó y lo siguió”. (Mateo 9:9).
De esta manera, siendo muy cercano a Jesús, escribió el primer Evangelio en arameo y después de Pentecostés, salió a proclamar la Buena Nueva por todo el mundo, viajando hasta Etiopía. Su fe era inmensa e infinita. Dedicó su vida al Señor y murió por ello. De hecho, fue asesinado por haber defendido a una virgen consagrada que era codiciada por un príncipe etíope.
La iglesia celebra al apóstol y evangelista San Mateo el 21 de septiembre, como santo patrono de los contables y los banqueros. Para ello, se realizan dos procesiones en su honor, ya que se le honra en particular por la santidad de su vida y su devoción a Cristo, y además porque escribió un Evangelio muy fiel a la vida de Cristo y muy accesible a todos por su estilo de redacción.
Pidamos a san Mateo que nos ayude a encaminar nuestra vida hacia el Señor y a entregársela.
“San Mateo, nuestro amado guía y hermano, concédenos una fe profunda, una esperanza firme, un amor ferviente al Señor para que podamos decir como Pablo: “Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí”. Ayúdanos a ser apóstoles que sirvan a la Iglesia con conciencia pura, testigos de su grandeza y belleza en medio de las tinieblas de nuestro tiempo. Contigo alabamos a Dios, Padre del cielo. A Él sea la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús por los siglos de los siglos. Amén”.
“Dios mío,
Te damos gracias por la vida y el legado de San Mateo. Nos inspira su voluntad de dejar atrás su antigua vida y seguir a Jesús. Te pedimos que nos ayudes a hacer lo mismo.
Te pedimos por quienes se sienten perdidos, desesperanzados u olvidados. Que se les recuerde el poder de la redención y la transformación a través del amor de Jesús.
También te pedimos tu guía y sabiduría en nuestra vida cotidiana. Ayúdanos a vivir de manera que te honremos y difundamos tu mensaje de amor y compasión.
Que recordemos siempre el ejemplo de San Mateo y nos esforcemos por vivir una vida fiel y devota a su palabra”.
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