El 1 de enero, la Iglesia católica celebra a la Virgen María como "Madre de Dios", y reconoce que María de Nazaret fue la mujer escogida para traer a Jesús, el hijo de Dios, a este mundo. Por tal razón, en el año 431, el Concilio de Éfeso la llamó "Theotocos", es decir, madre de Dios, pues se sabe que Cristo nació en forma de hombre por medio de ella y gracias al Espíritu Santo.
Tengamos presente que, la solemnidad de María, Madre de Dios, es una de las principales fiestas marianas que honran a la Virgen.
Te invitamos a descubrir a continuación todo sobre esta celebración y el culto a María a través de su divina maternidad. ¡Encomiéndate a María, Madre de Dios, para que te guíe hacia su hijo, Jesús!
María es comúnmente conocida por todos como la madre de Jesucristo, pero, quizá te estás preguntando ¿cómo es que la Iglesia católica le dio el título de Theotocos, es decir, "madre de Dios"? ¿Acaso es posible que Dios, creador del cielo y de la tierra, tenga una madre?
Al respecto, durante la celebración del 1 de enero, en la oración inicial de la misa podemos encontrar una explicación sencilla de este misterio: “por su SÍ a la voluntad de Dios, María dio a luz a la fuente de la gracia, a la salvación del mundo. Por eso ella es Madre de Dios y Madre de la Iglesia. Ella es símbolo de la comunidad cristiana, en donde los creyentes, encontramos a Cristo”.
De hecho, este misterio forma parte del misterio de la Santísima Trinidad: Dios es a su vez Padre, Hijo y Espíritu Santo, por consiguiente, la divinidad de Jesús, hijo de María, que a su vez es verdadero Dios y verdadero hombre, es la misma que la de Dios padre, y la del Espíritu Santo, pues cada una de las tres personas constituyen un solo Dios.
El título de "Madre de Dios" atribuido a la Santísima Virgen, se remonta al Concilio de Éfeso en el año 431: “Los Padres del Concilio de Efeso la aclamaron como Theotocos, porque en ella la Palabra se hizo carne y acampó entre los hombres el Hijo de Dios, príncipe de la paz, cuyo nombre está por encima de todo otro nombre” (Martirologio Romano).
De este modo, la Iglesia instituyó oficialmente la solemnidad de María, Madre de Dios, que se celebra el 1 de enero, con el propósito de dedicar un día del tiempo de Navidad para honrar a la madre de Cristo, en otras palabras, ocho días después de celebrar la encarnación de Cristo (el 25 de diciembre), celebramos a su madre María, por medio de la cual Jesús se hizo carne. Dicha celebración permite concluir la octava de la natividad de Jesucristo.
Tengamos presente que, el 1 de enero también se honra la circuncisión y el nombramiento de Jesús, una tradición que se remonta a la Iglesia latina del siglo IV.
El 1 de enero, los textos de la segunda lectura de la misa nos llevan a meditar en la carta de San Pablo a los Gálatas, que evoca el plan de salvación de Dios para toda la humanidad: “pero cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer y sujeto a la Ley, para redimir a os que estaban sometidos a la Ley y hacernos hijos adoptivos. Y la prueba de que ustedes son hijos, es que Dios infundió en nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama a Dios llamándolo» ¡Abba!, es decir, ¡Padre! Así, ya no eres más esclavo, sino hijo, y por lo tanto, heredero por la gracia de Dios” (Gálatas 4:4-7).
El Evangelio también menciona los hechos relacionados con la circuncisión de Jesús y la asignación de su santo nombre ocho días después de su nacimiento: “Fueron rápidamente y encontraron a María, a José, y al recién nacido acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño, y todos los que los escuchaban quedaron admirados de lo que decían los pastores. Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón. Y los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido. Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se le puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el Ángel antes de su concepción” (Lucas 2:16-21).
La Santísima Virgen María ocupa un lugar especial en la Iglesia Católica y por ello se la honra mediante diversos nombres, cada uno de los cuales revela un aspecto de su santidad.
¡Cuán grande es el misterio de su divina maternidad! El nombramiento de María, Madre de Dios, es, en efecto, una ocasión para meditar sobre su título de Madre de Cristo, al recordar que durante la anunciación a María, el Ángel Gabriel le reveló el plan que Dios había concebido para ella: “El Ángel le respondió: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios” (Lucas 1:35).
Poco tiempo después, María dio a luz a Jesús, quien tenía a su vez una naturaleza humana y divina. De este modo, como Theotocos, es decir, como madre de una persona que también es Dios, María entregó una parte de su humanidad a su hijo.
En ese orden de ideas, María, madre de Dios, también es madre de la Iglesia y madre de todos los hombres. Tengamos presente que ella está especialmente cerca de nosotros, guiándonos en el camino de la santidad y protegiéndonos como una madre a sus hijos. ¡María es nuestra más ferviente defensora ante Dios, una figura femenina cariñosa, amable y consoladora!
Al respecto, San Juan Pablo II se refirió a ella diciendo: “Si Jesús es la Vida, María es la Madre de la Vida. Si Jesús es la Esperanza, María es la Madre de la Esperanza. Si Jesús es la Paz, María es la Madre de la Paz, Madre del Príncipe de la Paz”.
“Oh Madre Amadísima,
Tú que conoces de manera tan perfecta los caminos de la Santidad y del Amor,
enséñanos a elevar frecuentemente nuestro espíritu y nuestro corazón hacia la Trinidad,
a fijar en Ella nuestra respetuosa y amorosa atención.
Y puesto que Tú caminas con nosotros por los senderos de la Vida Eterna,
no permanezcas extraña con los débiles peregrinos que tu caridad desea tanto reunir;
vuelve hacia nosotros tus miradas misericordiosas,
atráenos a tus claridades, inúndanos en tus dulzuras,
llévanos en la luz y en el Amor,
llévanos siempre más lejos y más alto en los esplendores del Cielo.
Que nada pueda jamás turbar nuestra paz,
ni apartarnos del pensamiento de Dios,
sino que cada minuto nos lleve más adentro
en las profundidades del insondable Misterio,
hasta el día en que nuestra alma
plenamente abierta a las iluminaciones de la unión divina,
lo vea todo en el eterno Amor y en la unidad”.
-Oración “Oh Madre Amadísima”, tomada de foyernaves.fr
Por medio de María, Madre de Dios, el Señor derrama muchísimas gracias sobre nosotros. por lo tanto, monseñor Le Tourneau nos anima fervientemente a buscarla en oración: "Recen, pues, con fervor y constancia, como un niño que a veces va a su madre a pedirle la luna, sin cuestionar la posibilidad de ver la respuesta a sus peticiones".
Hozana te anima a rezar a Theotocos, la santísima Madre de Dios, por medio de las hermosas comunidades de oración en torno a la Virgen María. Por ejemplo, puedes:
¡Ven y reza a la Virgen con Hozana!