Aunque el Día de la Abuela tiene un origen más comercial, los cristianos pueden celebrarlo rezando por sus abuelas y, en general, por sus abuelos. Se trata de una oportunidad para agradecer sus enseñanzas, su presencia, su generosidad y, a veces, sus sabios consejos. Las abuelas suelen desempeñar un papel importante en las familias, a veces incluso en la educación de los hijos. Es decir, podemos considerarlas como madres protectoras, una figura omnisciente, atenta y valiosa. Aunque no hay una fecha específica para el Día de la Abuela, esta se celebra el primer domingo de marzo. Por tanto, la fecha varía entre el 1 y el 7 de marzo.
Para la Iglesia, las abuelas están representadas por Santa Ana, madre de la Virgen María y, de hecho, abuela de Cristo. El santo Papa Juan Pablo II la nombró modelo de todos los abuelos del mundo. Las dos fiestas de Santa Ana y San Joaquín se celebran juntas el 26 de julio.
Sin embargo, el nombre de la madre de María no aparece en la Biblia. Santa Ana se menciona en el “Protoevangelio de Santiago”, un evangelio apócrifo.
La figura de abuela que podemos encontrar en la Biblia, más específicamente en la Segunda Carta del Apóstol San Pablo a Timoteo, es la de Loida, la abuela de Timoteo, que lo educó en la fe y le dio a conocer a Cristo: "Porque tengo presente la sinceridad de tu fe, esa fe que tuvieron tu abuela Loide y tu madre Eunice, y estoy convencido de que tú también tienes". (2 Timoteo 1, 5) "Recuerda que desde la niñez conoces las Sagradas Escrituras: ellas pueden darte la sabiduría que conduce a la salvación, mediante la fe en Cristo Jesús". (2 Timoteo 3, 15).
Esta mujer representa a todas las abuelas que se empeñan en dar a conocer al Salvador a sus nietos.
Por tanto, roguemos al Señor por nuestras abuelas, para que estén rodeadas del amor de Cristo, que se sientan acompañadas y amadas, y para que sean guardadas de todo mal.
"Señor, hoy te presento a mi abuela, tú la conoces y sabes cuánto la quiero. Gracias, Señor, por todos sus besos, las historias que me cuenta, las vacaciones con mis primos y primas, por todo lo que descubro y comparto con ella. Protégela, te lo pido, señor. Enséñame a ser un nieto-nieta amoroso(a). Amén".
Hermosa oración para los abuelos, por el Papa Benedicto XVI.
“Señor Jesús: Tú naciste de la Virgen María, hija de San Joaquín y Santa Ana. Mira con amor a los abuelos de todo el mundo.
¡Protégelos! Son una fuente de enriquecimiento para las familias, para la Iglesia y para toda la sociedad. Sostenlos!
Que cuando envejezcan sigan siendo para sus familias pilares fuertes de la fe evangélica, custodios de los nobles ideales hogareños, tesoros vivos de sólidas tradiciones religiosas.
Haz que sean maestros de sabiduría y valentía, que transmitan a las generaciones futuras los frutos de su madura experiencia humana y espiritual.
Señor Jesús, ayuda a las familias y a la sociedad a valorar la presencia y el papel de los abuelos.
Que jamás sean ignorados o excluidos, sino que siempre encuentren respeto y amor.
Ayúdales a vivir serenamente y a sentirse acogidos durante todos los años de vida que les concedas.
María, Madre de todos los vivientes, cuida constantemente a los abuelos, acompáñalos durante su peregrinación terrena, y con tus oraciones obtén que todas las familias se reúnan un día en nuestra patria celestial, donde esperas a toda la humanidad para el gran abrazo de la vida sin fin. Amén”.
“Señor, ante este misterio de vida transmitido por mis hijos a sus hijos, me siento muy pequeña y asombrada.
Tú me invitas a recibir a cada uno de mis nietos de una manera única, reflejando tu amor incondicional por cada persona.
Algunos han sido bautizados y están viviendo un camino de fe en casa; otros no están bautizados y no han oído hablar de ti.
Me pides que viva mi fe con sencillez cuando estoy con ellos y que les ayude a permanecer despiertos, al sentido de la Vida y a la belleza de tu Creación.
Dame un corazón abierto y generoso, lleno de gratitud por el tesoro de la Vida depositado en cada uno, atento a sus preguntas y a sus necesidades, respetando lo que sus padres desean para ellos. Gracias, Señor, por acompañarme en este camino de la maternidad como abuela, en humildad y confianza. Amén".
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