La Epifanía, también conocida como la Fiesta de los Reyes Magos o bajada de reyes, hace homenaje a la historia bíblica en la cual tres reyes magos fueron a adorar a Jesús, el Mesías de Israel, hijo de Dios, y el redentor tan anunciado por los profetas. Tradicionalmente, esta hermosa fiesta cristiana se celebra el 6 de enero, o el primer domingo después del primero de enero (entre el 2 y el 8 de enero), en días posteriores a la celebración del nacimiento de Jesús durante la Navidad.
A continuación, te invitamos a descubrir el significado cristiano de la Epifanía, la historia de esta fiesta tan importante para la Iglesia y la forma en que podemos celebrar esta solemnidad.
El término "Epifanía" proviene del griego epiphaneia, que significa "aparecer, ser visto". En este orden de ideas, la fiesta de la Epifanía celebra la "manifestación de Dios" a los hombres, a través de su hijo Jesús, el Mesías tan anunciado por los profetas.
Especialmente en Occidente, el día de la Epifanía se celebra la llegada de los Reyes Magos, que viajaron desde Oriente para adorar al niño Jesús y reconocer su divinidad. De hecho, el mismo Dios se manifestó a toda la humanidad a través de estos reyes provenientes de los confines de la tierra.
En el día de la Epifanía, los cristianos celebran uno de los acontecimientos que relata el evangelista San Mateo en la Biblia: “Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén y preguntaron: «¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo». Al enterarse, el rey Herodes quedó desconcertado y con él toda Jerusalén. Entonces reunió a todos los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo, para preguntarles en qué lugar debía nacer el Mesías. «En Belén de Judea, –le respondieron–, porque así está escrito por el Profeta: "Y tú, Belén, tierra de Judá, ciertamente no eres la menor entre las principales ciudades de Judá, porque de ti surgirá un jefe que será el Pastor de mi pueblo, Israel"». Herodes mandó llamar secretamente a los magos y después de averiguar con precisión la fecha en que había aparecido la estrella, los envió a Belén, diciéndoles: «Vayan e infórmense cuidadosamente acerca del niño, y cuando lo hayan encontrado, avísenme para que yo también vaya a rendirle homenaje». Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella que habían visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño. Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría, y al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones, oro, incienso y mirra. Y como recibieron en sueños la advertencia de no regresar al palacio de Herodes, volvieron a su tierra por otro camino” (Mateo 2:1-12).
Se han dado muchas interpretaciones sobre la visita de los Reyes Magos. Sin embargo, la tradición cristiana celebra la Epifanía del Señor como la revelación de Dios a los hombres, ya no a través de señales o mensajeros celestiales -como vemos en el Antiguo Testamento- sino a través de su hijo, Jesús, quien tomó nuestra naturaleza humana para salvarnos.
De hecho, el Catecismo de la Iglesia Católica explica el profundo significado de la fiesta de la Epifanía como sigue: “La Epifanía es la manifestación de Jesús como Mesías de Israel, Hijo de Dios y Salvador del mundo. Con el bautismo de Jesús en el Jordán y las bodas de Caná (cf. Solemnidad de la Epifanía del Señor, Antífona del "Magnificat" en II Vísperas, LH), la Epifanía celebra la adoración de Jesús por unos "magos" venidos de Oriente (Mt 2, 1) En estos "magos", representantes de religiones paganas de pueblos vecinos, el Evangelio ve las primicias de las naciones que acogen, por la Encarnación, la Buena Nueva de la salvación”.
Al respecto, un monje de Cîteaux afirmó que “la manifestación de Jesús a los Magos es el principio y la semilla de la manifestación plena materializada en la muerte y resurrección de Cristo”. Además, dicha manifestación también muestra la universalidad del mensaje evangélico y la salvación que trae Cristo al mundo.
Hasta el siglo IV, la natividad de Jesús y la Epifanía se celebraban el mismo día, es decir, el 25 de diciembre. Sin embargo, durante esa época, la Iglesia Católica instituyó oficialmente el día de Navidad como una fiesta cristiana, sustituyendo las antiguas fiestas paganas vinculadas al solsticio de invierno. De este modo, se fijó el 6 de enero como fecha de celebración de la Epifanía, que conmemora las tres señales de la manifestación de Dios a los hombres: la adoración de los Reyes Magos, el bautismo de Cristo en el Jordán y el primer milagro de Jesús en las bodas de Caná.
Posteriormente, en el siglo XX, más concretamente en la época del Concilio Vaticano II, la Iglesia decidió festejar el día de la Epifanía el primer domingo después del 1 de enero, para permitir la participación del mayor número posible de personas en esta fiesta tan importante; posteriormente la Iglesia también disoció los tres acontecimientos que se celebran en la Epifanía: el bautismo de Cristo se celebra el domingo siguiente a la Epifanía, y las bodas de Caná se conmemoran el siguiente domingo después de este.
La solemnidad de la Epifanía nos permite leer hermosos textos llenos de alegría, que destacan la importancia de la salvación dada a los pueblos de la tierra:
“Estrella nunca vista se aparece
a los remotos magos orientales,
y, al juzgar de los fuegos celestiales,
otra lumbre mayor los esclarece.
Nacido sacro Rey se les ofrece,
con nuevas maravillas y señales,
para que reverentes y leales
la obediencia le den como merece.
Parten llevados de la luz y el fuego,
del fuego de su amor; luz que los guía
con claridad ardiente y soberana.
Subió al trono de Dios el pío ruego,
y, llenos de firmísima alegría,
vieron la luz de Dios por nube humana.
Gloria y loores por la eternidad
tribútense a la Santa Trinidad. Amén”.
-Oficio de Laudes: LA EPIFANÍA DEL SEÑOR
En Occidente, el día de la Epifanía es una ocasión para mantener vivas antiguas tradiciones populares. Es costumbre "mover a los reyes magos" para que avancen un poquito cada día. En algunos países también se comparte el famoso “roscón de reyes” (también llamado “pastel de Epifanía” o “rosca de Reyes”) o se entregan regalos a los niños.
Además, en los países ortodoxos, donde la Epifanía también conmemora el bautismo de Jesús, es costumbre sumergirse en el agua, realizar bendiciones con agua bendita o ejecutar danzas tradicionales. Los rusos, por ejemplo, cavan agujeros en forma de cruz en el hielo para bañarse en el agua congelada.
El día de Epifanía celebramos a Dios que se manifiesta y se entrega a nosotros a través de su hijo Jesús. Por lo tanto, teniendo en cuenta que la Epifanía es la fiesta que conmemora la aparición de Cristo Redentor al mundo, te invitamos a adorar a Jesús, del mismo modo que lo hicieron los reyes magos: ofrécele tus humildes regalos con gozo y alegría: tu amor, tu confianza, tu fe, tu vida…
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