El 2 de noviembre, es decir, el día después del Día de Todos los Santos , los cristianos honran a todos aquellos que han fallecido, por tal razón esta fiesta también se conoce como el “día de los muertos ”, al tomar el nombre de “ Conmemoración de los Fieles Difuntos ”, que es la fiesta celebrada por los cristianos.l
A continuación, te invitamos a descubrir cuáles son los orígenes y el significado de esta fiesta, cómo los cristianos conmemoran a los muertos y cómo rezar por aquellos que ya no están con nosotros.
La tradición de llevar a cabo una conmemoración de los muertos ya existía entre los judíos y también entre los primeros cristianos, quienes honraban a los muertos con oraciones y misas. Concretamente, la celebración de un “oficio de difuntos” se remonta al siglo X, cuando en el año 988 Odilon, abad de Cluny, instituyó el 2 de noviembre como día de Conmemoración de los Fieles Difuntos. Posteriormente, el Papa León IX introdujo esta fiesta en la liturgia romana, y fue así como el Día de los Muertos se convirtió en una fiesta universal para la Iglesia Católica.
Debido a que el día de los muertos se celebra después de la Fiesta de Todos los Santos, este toma un significado muy especial para los cristianos: ¡el de la vida eterna y la resurrección de los muertos! Por lo tanto, en este día, la Iglesia reafirma el gran misterio de la fe cristiana: ¡el de Cristo, quien venció el pecado y la muerte!
Al propósito del día de los muertos, un martirólogo de la Abadía de Solesmes se refirió con estas palabras: “Es el Día en que la Iglesia intercede por sus miembros que duermen en la muerte y que sufren en una purificación final antes de entrar en la Gloria”.
El 1 de noviembre, día de Todos los Santos es un día festivo en muchos países, por lo que se acostumbra a adornar las tumnbas con flores, especialmente con crisantemos. Sin embargo, la Iglesia Católica ha establecido dos fechas distintas con el fin de diferenciar la fiesta de Todos los Santos, celebrada el 1 de noviembre, de la Conmemoración de los Fieles Difuntos, celebrada al día siguiente.
En este orden de ideas, la fiesta de Todos los Santos permite honrar con alegría a todos los santos del cielo, que ya están gozando de vida eterna, mientras que la conmemoración de los difuntos nos invita más bien a recordar a todos los que han muerto, para orar por la salvación de su alma y para interceder por nosotros.
El Día de los Muertos se celebra con la misa por los fieles difuntos, durante la cual se reza por todos los difuntos y por las almas del purgatorio o benditas almas. De hecho, la Misa nos invira a la purificación de los pecados veniales (también llamados pecados leves) para que el difunto pueda alcanzar la visión beatífica.
El sentido profundo de la fiesta de los difuntos se define así: “La santa Madre Iglesia, después de su solicitud para celebrar con las debidas alabanzas la dicha de todos sus hijos bienaventurados en el cielo, se interesa ante el Señor en favor de las almas de cuantos nos precedieron con el signo de la fe y duermen en la esperanza de la resurrección, y por todos los difuntos desde el principio del mundo, cuya fe solo Dios conoce, para que, purificados de toda mancha de pecado y asociados a los ciudadanos celestes, puedan gozar de la visión de la felicidad eterna” (elog. del Martirologio Romano).
El Evangelio de la Misa del 2 de noviembre nos invita a poner nuestra esperanza en la vida eterna a través de las palabras de Cristo: “Todo lo que me da el Padre viene a mí, y al que venga a mí yo no lo rechazaré, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la del que me envió. La voluntad del que me ha enviado es que yo no pierda nada de lo que él me dio, sino que lo resucite en el último día. Esta es la voluntad de mi Padre: que el que ve al Hijo y cree en él, tenga Vida eterna y que yo lo resucite en el último día». (Juan 6: 37-40).
La segunda lectura, por su parte, nos adentra en la meditación sobre la resurrección de los muertos, en el último día: “Les voy a revelar un misterio: No todos vamos a morir, pero todos seremos transformados. En un instante, en un abrir y cerrar de ojos, cuando suene la trompeta final –porque esto sucederá– los muertos resucitarán incorruptibles y nosotros seremos transformados. (1Co 15:51-52).
“Dios de los espíritus y de toda carne, que pisoteaste a la muerte, que redujiste a nada al demonio y que diste tu vida al mundo; entrega, Señor, al alma de tu siervo (nombre del difunto) el descanso en un lugar luminoso, verde y fresco, lejos del sufrimiento, dolor y gemidos.
Que el Dios bueno y misericordioso le perdone todos sus pecados cometidos de palabra, obra y pensamiento. Porque no hay hombre que viva y no peque; solo Tú estás sin pecado, tu justicia es justicia para siempre y tu palabra es verdad.
Oh Cristo Dios nuestro, ya que Tú eres la Resurrección, la vida y el descanso de tu siervo difunto (nombre del difunto), te damos gracias con tu Padre increado y con tu santísimo, bueno y vivificante Espíritu, hoy y por siempre. siglos de siglos. Amén.
¡Que descansen en paz! Amén. »
Catecismo abreviado de la Iglesia Católica, Apéndice (Traducido del francés por Hozana.
Te invitamos a conocer otras oraciones por los muertos en la guía de oración de Hozana .
El 2 de noviembre es una ocasi´ón que podemos aprovechar para orar por todos los difuntos de nuestras familias, por nuestros amigos fallecidos, y en general por las almas del purgatorio. No obstante, tengamos presente que podemos encomendarlos a la misericordia de Dios ¡en cualquier época del año!
Para ello, en Hozana te ofrecemos diferentes propuestas de oración para honrar y encomendarte a todos nuestros difuntos. Por ejemplo:
¡Vamos: ora por los difuntos con Hozana!