El tiempo de Adviento se lleva a cabo durante las cuatro semanas que preceden a la Navidad, y se considera como un tiempo de espera que permite prepararse espiritualmente para celebrar la natividad de Cristo, el 25 de diciembre.
A continuación, te invitamos a conocer no solo el origen y el significado del Tiempo de Adviento, sino también la tradición litúrgica y las tradiciones cristianas que lo caracterizan. Además, te animamos a descubrir una hermosa oración para vivir el Adviento llenos de la alegría que causa la espera de la venida de Jesucristo.
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El término "Adviento" procede del latín adventus, que significa "llegada, venida, advenimiento", por lo tanto, se refiere no solo a la venida de Jesús, a través de su natividad, que comúnmente celebramos en Navidad, sino también a su regreso glorioso, que se dará al final de los tiempos. Además, esta palabra latina también significa que Dios está presente con nosotros, es decir, ¡que no nos deja solos!
Como cristianos, solemos utilizar la palabra "Adviento" para referirnos al tiempo que precede a la Navidad. Tradicionalmente, el tiempo de Adviento comienza el primer domingo de Adviento, es decir, cuatro semanas antes de Navidad, y se extiende hasta el 25 de diciembre, día de Navidad.
En Europa, la celebración del Tiempo de Adviento se remonta a los siglos IV y V:
El tiempo de Adviento constituye un apoyo espiritual para que los fieles cristianos preparen sus corazones para la venida de Jesús, tanto en el momento de su natividad, como al final de los tiempos. De hecho, durante este tiempo la Iglesia nos exhorta a estar atentos y vigilantes, porque “no saben el día ni la hora” (Mateo 25:1-13).
Adviento es un tiempo de conversión y de espera alegre, en el que todos estamos llamados a cambiar nuestra forma de vida, centrándola aún más en Cristo.
Al respecto, en su homilía del 28 de noviembre de 2009, el Papa Benedicto XVI define el significado de Adviento de la siguiente forma: “el Adviento cristiano es una ocasión para despertar de nuevo en nosotros el sentido verdadero de la espera, volviendo al corazón de nuestra fe, que es el misterio de Cristo, el Mesías esperado durante muchos siglos y que nació en la pobreza de Belén”.
El inicio del tiempo de Adviento marca también el comienzo de un nuevo año litúrgico, el cual se prolonga hasta el año siguiente. El Adviento está marcado por cuatro tiempos específicos, que comienzan cada domingo.
De hecho, la primera particularidad del Tiempo de Adviento es que la liturgia es bastante específica, pues se considera que, al igual que la Cuaresma, este período constituye un tiempo de preparación y espera. En este orden de ideas, la Iglesia utiliza el morado como color litúrgico especial, al ser símbolo de penitencia. Sin embargo, para las celebraciones del tercer domingo de Adviento se utiliza el color rosa, ¡símbolo de alegría y preludio del inmenso gozo de la Navidad!
Una segunda peculiaridad del Adviento es que el Gloria -canto de los ángeles- ya no se canta en la misa dominical, sino que se reserva para la noche de Navidad.
Los cuatro domingos de Adviento centran su liturgia en dos aspectos principales: los dos primeros domingos son un llamado a la meditación sobre el regreso de Cristo al final de los tiempos; los dos domingos siguientes hacen hincapié en el nacimiento de Cristo y su encarnación.
De este modo, las lecturas dominicales llaman a los cristianos a vigilar y prepararse para la venida de Cristo. De hecho, durante los cuatro domingos de Adviento se suele leer al profeta Isaías, quien nos recuerda la larga espera del pueblo hebreo: “Saldrá una rama del tronco de Jesé y un retoño brotará de sus raíces. Sobre él reposará el espíritu del Señor (Isaías 11:1-5). Además, en las lecturas también se incluye a Juan el Bautista, quien nos invita a “preparar el camino del Señor” y a convertirse. Por último, los pasajes bíblicos nos ayudan a revivir el episodio de la Anunciación a María, en el que se proclama la venida del Hijo de Dios: “El Ángel le respondió: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios” (Lucas 1:35).
Durante el tiempo de Adviento, los cristianos honran varias tradiciones importantes, entre las cuales podemos encontrar el pesebre de Navidad, la corona de Adviento y el calendario de Adviento. De hecho, estos objetos son símbolos del maravilloso tiempo de espera, y se utilizan tanto en las iglesias como en los hogares de cada creyente, llegando incluso a ser bastante populares entre las familias, al permitir a los niños participar en la preparación de la fiesta de Navidad.
La corona de Adviento es una corona hecha con ramas de abeto verde. Consta de cuatro velas que se encienden cada domingo de Adviento. Tres velas son de color púrpura y una es de color rosa, lo cual nos recuerda los colores de las vestimentas litúrgicas de los cuatro domingos de Adviento. A continuación, te explicamos su significado:
A decir verdad, para los cristianos, el hecho de encender una vela de la corona de Adviento constituye un símbolo de esperanza y vigilancia mientras se espera la llegada de Cristo, no solo en Navidad, sino al final de los tiempos. Además, las luces que brillan durante el Adviento nos confirman que, ¡Cristo, Jesús es la verdadera “luz del mundo”.
El calendario de Adviento consta de 25 ventanas que se abren cada día durante el mes de diciembre. Cada una de estas ventanas contiene una sorpresa destinada a prepararnos para acoger a Jesús: puede ser una imagen religiosa, una breve meditación, una historia bíblica sobre los acontecimientos que rodean la natividad, para los niños puede ser un chocolate o un caramelo. De hecho, esta tradición está destinada principalmente a los niños, ya que les permite esperar hasta el día de Navidad, el 25 de diciembre. Por otro lado, el calendario de Adviento también permite a los jóvenes y adultos reunirse en oración, meditar sobre el misterio del nacimiento de Jesús a través de los símbolos que representa: luz, paz, entrega, humildad, etc.
“Tiempo de Adviento, tiempo de espera.
Dios que se acerca, Dios que ya llega.
Esperanza del pueblo, la vida nueva.
El Reino nace, don y tarea.
Te cantamos Padre bueno a la esperanza.
Con María, ayúdanos Señor,
a vivir generosos en la entrega,
a ofrecer nuestra vida como ella,
a escuchar tu Palabra en todo tiempo,
a practicar sin descanso el Evangelio,
ayúdanos a vivir solidarios con los que sufren,
con quienes hoy como ayer, en Belén no tienen lugar.
Te cantamos Padre Bueno a la esperanza.
Con los pastores de Belén, ayúdanos señor
a vivir la Vigilia de tu Reino, a correr presurosos a tu encuentro,
a descubrir tu Rostro en medio del pueblo,
a no quedarnos "dormidos" en la construcción del mundo nuevo.
Te cantamos Padre Bueno a la esperanza.
Con los ángeles de Belén, ayúdanos Señor,
a cantar al mundo entero tu Presencia,
¡Dios está con nosotros!
Construyamos la paz entre los hombres,
Edifiquemos la Justicia entre los pueblos.
Te cantamos Padre Bueno a la esperanza.
Con Jesús niño-Dios, ayúdanos Señor,
a abrigar la esperanza que nace en cada Adviento,
a escuchar los clamores de tu pueblo,
a regar con nuestras vidas la semilla de tu Reino,
a ser Mensajeros de tu Amor,
a construir comunidades de servicio y oración.
Navidad, fiesta del hombre, Navidad, fiesta de Dios.
Queremos ser tus Testigos,
danos la fuerza Señor”
-Oración de Marcelo A. Murúa
El tiempo de Adviento es particularmente propicio para el recogimiento y la oración en familia. Por eso, Hozana te invita a prepararte para vivir con alegría la hermosa fiesta de Navidad mediante diversas propuestas espirituales:
¡Ven y vive esta fecha con alegría en Hozana!